No podía creer lo que mis ojos estaban viendo, es como si mi cerebro se hubiera desconectado y me llevará a otro lugar. Cerré por un momento los ojos con la idea de que solo fuera una alucinación. Sin embargo, cuando volví a abrirlos lo que veía era cierto. Nada más y nada menos que a mi padre, el gran Ariel Soliz en una mesa muy bien acompañado, algunos dirán que son celos de hija pero no. Él la tomaba de la mano y le susurraba palabras al oído, su acompañante solo reía y de rato en rato lo besaba. Sin darme cuenta mi rostro estaba inundado de lágrimas, no podía emitir una sola palabra, sentía que mis músculos no respondían, en eso apareció mi amiga que fue a despedirse de su primo y pareja.
-Listo, vamonos.
Pasó de largo y al ver que no la acompañaba se giró y al verme en ese estado regresó hacía mi.
- Lore ¿qué te pasa?¿estás bien?
Más ninguna palabra salían de mi parte
-Amiga, vamos dime que pasa, me estas asustando, estás muy pálida. Si no respondes, llamaré a mi primo.
Fue el momento que pude reaccionar, no quería que extraños me vieran así.
-No te preocupes es solo un bajón de presión. Suele pasarme a menudo.
¿pero, por qué lloras?
-Es una reacción normal.
-YA BASTA, me gritó o me dices que pasa o en este momento muevo cielo y tierra por encontrar al culpable de tu estado.
-No es necesario. Dame unos minutos y te diré que me pasa. Así que respiré profundamente y le dije
- Ves allá al hombre de traje azul.
Sí. ¿lo conoces?
- Es mi padre
- Supongo que la mujer que lo compaña es tu futura madrastra.
-Te equivocas, a esa mujer no la conozco y mi padre no es viudo aún. Mi madre se halla en mi casa postrada en una cama debido a su estado de salud.
-¿es en serio?
-Al cien por ciento.
-Esto es muy retorcido amiga, disculpa que te lo diga pero yo que tú voy y agarró a esa mujer de los pelos.
-Ganas no me faltan; pero no lo puedo hacer porque entonces él tomaría acciones contra mi.
-Amiga me estas diciendo que aquel hombre es tu padre, pero a la vez tu verdugo.
-Algo parecido.
¿y no harás nada?
- No, y mejor nos vamos que ya nos retrasamos media hora. Mi jefa estará que se jala de los pelos.
- Es tu decisión y la respeto. Así que me contendré de no armar un show.
Sin embargo, el destino ya está escrito, mientras intentaba pasar desapercibida no me fije que mi padre salía de los baños y choqué de frente con él.
-Muchachita torpe, ¿por qué no te fijas por dónde andas?
Levante la cabeza y lo miré a los ojos
- Lo siento padre, venía muy de prisa.
-¡ah! eras tú, y se puede saber qué haces aquí.Seguro estás en busca de atención.
-No es así, vine con una amiga. Quien vino muy bien acompañado eres tú.
-¿y?
- solo recordarte que mi madre te espera en casa.
-Sabes antes que empieces con un discurso barato lleno de reclamos, te aconsejo que te abstengas pues no me importa. Tú madre esta en casa bien cuidada por enfermas que YO pago, tiene los medicamentos necesarios y listo. En cambio, tú te das aires de buena hija al querer reclamarme y estas feliz disfrutando de salidas en lugar de velar por su salud. Así que deja la hipocrecia para otra persona.
-En ningún momento te iba a reclamar algo. Y aunque tú no lo sepas sí me ocupo de mi madre.
-Entonces que haces quitándome el tiempo, tengo mejores cosas que hacer. Así que dame paso.
Y lo vi pasar por mi lado empujándome como si fuera una persona no grata para él, y así mi padre me regalaba una herida nueva a mi lastimado corazón. Levanté la cabeza y me dispusé a salir y esperar que mi jefa no me corra porque nuestra hora de almuerzo acabó hace más de una hora.
Al llegar a la empresa, mis nervios estaban a flor de piel, mi primer día de trabajo y ya estaba a punto de perderlo. Subimos muy rápido al tercer piso, al salir ambas nos dimos un abrazo preparándome quizás para ser despedida. Dejé mi bolso y toqué la puerta de mi jefa, más no recibí respuesta, así que luego de intentarlo tres veces , me fui a seguir con mi trabajo.
Estaba intentando concentrarme pero cada vez venía a mi mente la imagen de mi padre y a la vez la de mi mamá y me ponía en la disyuntiva de hablar o quedarme callada. Fue el teléfono que me sacó de mi trance.
- Gerencia Administrativa, buenas tardes, en qué le puedo ayudar.
-Lorena, habla la licenciada Ortiz.
-Licenciada, déjeme explicarle por favor.
- Muchacha ¿de qué hablas?
- Lo siento, decía usted.
-Te llamaba para avisarte que ya puedes irte, se me hiso imposible regresar después de almorzar pues nuestros nuevos clientes exigieron más detalles del proyecto.
- Está bien licenciada. Ordenó su agenda para mañana y me retiró.
-Listo mañana nos vemos temprano. Y colgó en tanto soltaba el aire que no sabía que estaba reteniendo. Esta vez la libre sin conocer a esos nuevos clientes les agradezco con el alma el lograr que mi jefa no volviera a la empresa. Una vez terminé todo, apagué mi computadora y fui a despedirme de Karen.
-Karen ya me voy, nos vemos mañana.
-Claro, que descanses. y al final te regañaron.
-Gracias a la divina providencia, mi jefa no volvió y ¿a ti?
- A mi no me fue tan bien, Mi jefe estaba hecha una furia.
-Lo siento, no quería ocasionarte problemas.
- Tranquila, le explique que un familiar mio tuvo una emergencia y me entendió.
-Me quitas un peso de encima.
-Dale ve a descansar, ya tendremos tiempo de conversar. Que descanses.
Y así, salí de mi nuevo trabajo con un remolino de emociones que a medida que avanzaba crecía, y la disputa que tenía dentro mio aumentaba. Por un lado no podía ser ´complice de mi padre al callar pero por otro lado no puedo ser quién destroce el corazón de mi madre. Mi cabeza era un caos ¿qué podía hacer?