ALEXIS
El transcurso a la casa de Soliz fue rápido, salté de la camioneta y me dirigí a tocar la puerta más bien derribarla. Una vez adentro exigí a la empleada de turno ver a Solíz pero el no se encontraba en casa.
- Dígame dónde está la señorita Lorena.
- Señor... disculpe pero yo no sé nada. Espere que el señor de la casa llegué y le de la información que requiere pero mientras tanto váyase. Le recalco que no está y si lo encuentra aquí voy a estar en serios problemas.
- No me interesa lo que diga Solíz, de aquí no me voy sin saber de Lorena.
- Por favor señor, retírese.
En eso ví llegar a Solíz muy enfadado, mejor para mí que tenía unas ganas incontrolables de partirle la cara.
- ¿Qué sucede aquí? Señor Ferreti, que hace irrumpiendo en mi casa.
- Seamos claros Solíz, sabe porqué estoy aquí.
- La verdad desconozco la razón, así que me sorprende que un tipo de su categoría esté faltando el respeto a mi familia.
- Porqué no nos dejamos de tonterías y me dice dónde está Lorena.
- Ohhhh - comenzó a aplaudir - ya no es la señorita Solíz sino es Lorena. Tal parece que mi hija logro su cometido y usted está interesado en ella.
- Responda de una vez, no soy un hombre paciente.
- Y que le hace suponer que yo responderé a lo que pregunta.
- Por su bien hágalo de una maldita vez.
- Mire Ferreti usted no me intimida y creo que intentar hacer negocios con usted fue una total equivocación. Supuse que eras igual de hábil que tu padre, pero veo que solo eres un pelele que muy pronto cayó en las artimañas de una.mujer.
- Me importa muy poco lo que pienses de mi, le advierto que es la última vez que menciona a mi padre sin aceptar las consecuencias por ello.
- Bueno como yo desconozco el paradero de mi hija no tengo porqué soportarlo.
- No le conviene mentirme, Solíz es su última oportunidad.
- Que quiere que le diga, mi hija es una mujer rebelde y caprichosa que al no cumplir con sus deseos se fue de la casa desde ayer y no se nada de ella. Así que ya contesté su pregunta ahora LARGO de mi casa.
- Que equivocado estás Solíz, no te creo ni una sola palabra, así que si es por las buenas será por las malas pero de aquí no me voy sin Lorena.
- Es mi casa, no tiene derecho a nada, así que retírese sino quiere que lo haga sacar con la policía y con mis hombres, lo cual sería perjudicial para usted si los medios de comunicación se llegasen a enterar de esto.
- Permítame reírme pero buscaré hasta debajo de las piedras a su hija. Asi que apartese.
- Usted no puede hacerlo es propiedad privada.
-- Es cierto, Aaron, muéstrame al señor Solíz cómo s un en puedo hacerlo.
Aaron le mostró la carpeta con la orden de allanamiento y Vi como su rostro se volvía rojo de la ira y sin esperarlo recibí un puñetazos que me hizo caer al piso. De inmediato mis hombres lo sujetaron, me levanté y limpie la sangre que salía de mi boca.
- Espero por tu bien, maldito imbécil que tu hija este sana y salva sino no te alcanzará la vida para pagarlo y este golpe me lo cobraré muy caro. Aaron que todos los muchachos busquen en todos los rincones de esta casa hasta dar con Lorena.
Y así, mis hombres fueron buscando habitación por habitación del primer pero no hallaban nada. Así que me acerqué a Solíz y dándole varios golpes le exigí que diga la verdad pero el maldito no quería hablar.
-- Mátame, jamás sabrás de ella.
- Dime de una vez dónde está
- No, a menos que me des lo que quiero.
-- Todavía eres un cínico que pretende conseguir algo a cambio de su hija.
- Si voy a aguantar tus golpes que sea por una causa económica, no crees.
- Habla de una vez.
- Quiero 30 millones a cambio.
- No acabes con mi paciencia.
- Lo tomas o lo dejas.
En eso uno de mis hombres entró al salón.
- Señor, encontramos a la señorita.
-. ¿ Dónde está?
- En las habitaciones del jardinero, pero señor tengo algo que decirle.
-- Habla de una maldita vez.
-- La señorita está inconsciente y casi no tiene pulso.
- Llévame de una vez .
Salimos corriendo la habitación donde estaba Lorena estaba en desuso y sin limpieza. Al entrar a ese lugar la Vi, estaba botada en el piso en un colchón viejo y sucio, pero lo que más me asombro fue verla estaba irreconocible, teni golpes en toda la cara, su ropa llena de sangre. Entonces comencé a gritar
-. ¿Dónde está la ambulancia? ¿Por qué tardan tanto?
- Señor ya están ingresando a la casa.
Asentí con la cabeza y lo primero que hice fue ir donde se encontraba, tome su mano y le susurré en el oído.
- Por favor Lorena, aguanta ya estoy aquí.
En ese instante los paramédicos llegaron y me pidieron que me alejará para que hagan su trabajo, la inmovilizaron pues al parecer tenía muchas fracturas. Acompañe a la camilla y di órdenes de que la llevasen al mejor hospital que los alcanzaría luego, pues tenía que arreglar unos asuntos pendientes con Solíz y de este castigo nadie lo salvaría cómo que me llamo Alexis Ferreti.