Mi inseguridad creada a base de chisme sobre mi familia y mi padre, hacia desconfiar acerca de quien era mi amigo y me encadenaba a la soledad, al cerrarme en un mundo desolado ¿Cuándo llegué a este punto? Luego de que mi madre me abandonara hace ya 5 años, me dejara a mi suerte junto a mi padre ¡Ella debía quedarse! Ella era la unión de lo que alguna vez fue una familia.
Las sonrisas, amistades y la felicidad se había marchado junto a ella ¿Quién se queda con alguien después de la tormenta? Solo, simplemente solo.
Empeoró mas cuando mi padre decidió dejar su trabajo o mas bien que lo despidieran ¿Dónde quedo esa familia feliz? La gente rumoreaba que mi padre no podría cuidarnos como tal, ¿Qué podría hacer un hombre viudo con dos hijos además de destrozado y parecer que estuviera al punto de querer suicidarse?
¡Una linda familia! Eso quedaba, una mentira de familia.
Aunque no era el hecho de que estuviéramos solo o que extrañábamos a nuestra fuerza, a nuestra madre... Sino lo que la gente decía de nosotros, las mentiras y rumores carentes de sentido ¿Es que el mundo no se cansa de especular? ¿Qué hagan con arruinar o saber de la vida de los demás?
Cualquier cosa que hagas, estas en la mira de las personas, ya sea buena o mala tu acción... Siempre hablan de ti. Yo me canse a mi corta edad de 15 de entender porque el mundo le gusta juzgar ¿Qué gana el mundo con ello?
Un suspiro cansado salio de mi boca, triste y sin esperanza. Un cascarón vació es lo que hay ahora sin amigos, familia o unos padres a los cuales acudir ¿Mi hermana? Hace mucho que decidió dejarnos también. Ella se canso de los rumores, chismes y borracheras de mi padre aunque el tratara de evitarlas para que ella no se fuera, eso no fue suficiente.
Ella era mayor que yo por mucho, y sabia mas que nadie cuanto ella amaba a mi padre. Se fue aun así, sin un adiós o una carta de despedida, solo un silencio deprimente por su ida en aquella madrugada de noviembre.
Sigo sin entender porque me gusta ahogarme con los recuerdo, ya por ellos me desconcentre del libro que tenía en mis manos. Era uno nuevo que la biblioteca había adquirido, cuando lo encontré entre los estantes quise hundirme en sus letras.
Cuando me rendí por tratar de volver a leer, simplemente lo deje aun lado. Las voces de unas personas que al parecer venían estudiar llamaron mi atención, ya de por sí no quería seguir leyendo.
El grupo de chicos se sentaron frente a mi pero a varias mesas lejos. Uno llamó mi atención más que el resto de chicos, era él.
Alto, serio y con una mirada fría. Él único que parecía no querer estar ahí, seguía su vista pérdida en algún punto de la biblioteca, creo que sintió mi mirada sobre él.
Levantó sus ojos con pereza observando por todas partes hasta topar conmigo. No por vergüenza ni por timidez sino incomodidad, deje de verlo y abrí mi libro para tratar de excusarme por observarlo.
¿Quién era? No importa, al final... No es nadie. Como yo... Nadie.
Tomé mis cosas, y el libro para ir donde la bibliotecaria para que lo fichará y dejará que me lo llevará.
Caminé con algo de flojera y pesadez por estar tanto tiempo sentado, comenzaba a dolerme la espalda. Pasé cerca de ellos pero no me moleste en mirarlos, aún así escuché lo que murmuraban.
"— ¿Lo viste, cierto? ¿No es ése el hijo de Corner? Se ve como retrasado"
Risas, chismes y murmureos. Algo sumamente habitual, era costumbre y los sería por la fama de mi padre.
¿Cómo lo sé? Cuándo mi madre se fue, y la familia cayó en tristeza. Traté de que no me afectará nada, seguía pensando positivo no quería aceptar la realidad.
Un día con mi amigo Albert, hace 3 años, en la calle a lo lejos descubrí a mi padre junto a unas personas que no tenían pinta de hacer algo bueno. Lo seguí, corrí ese día con todas mis fuerzas ¿Un niño de 12 años en las calles de mala muerte de la ciudad? Si antes mi mundo cayó frente a mí, aquí ya no tenía duda que nada era como antes.
Cuando entre a aquél bar junto a mi grabadora, sin importar lo que dijera el dueño de aquel sitio me acerqué donde estaba mi padre en una mesa con algunas cervezas lo vi sacarse una bolsita con algo blanco así como uno de sujetos tenderle unos billetes.
Es algo confuso lo que paso después, ya no me importa reprocharle lo que hacía siempre y cuándo no me hiciera entrar en eso. Las cosas que el haga no me definen a mí aunque yo pagué las consecuencias de su mala fama.
"— Pobre desgraciado, sin madre y con una padre drogadicto"
Decían las chicas con falsa lástima, la hipocresía en este mundo sorprende. Otra vez soy el ojo de las personas, el centro de sus rumores.
Con ello logro fastidiarme ocasionando que quisiera irme lo más rápido de ahí, dejé el libro en una de las mesas. Y fui a la salida sin antes escuchar:
"— ¿No tienen a alguien mejor a quién molestar? Sus comentarios son odiosos y molestos, me harta su hipocresía."