Al otro lado de la pared

Capitulo 10.

Videollamada familiar.

Miercoles por la noche. Sentada en mi cómoda cama, envuelta por la calides de las mantas y el floral aroma del suavizante. Llevo puesta una enorme playera que compré a precio de pan quemado en una feria y unos leggins ajustados. La luz de la pantalla de la laptop me tiñe el rostro con un brillo azulado. Frente a mí, el rostro aburrido de mi hermano Elías parpadea en la videollamada, junto a el se asoma el corto cabello rizado de mamá.

—Ya está, mamá, ya puedes ver el horrible rostro de Elizabeth— dice él con fastidio

Le saco la lengua y levanto el dedo medio, pero lo bajo de inmediato cuando el rostro completo de mami aparece.

—No hables así de tu hermana, Elías Zacarías Tompson — Lo reprende, con esa voz que haría marchar correctamente a cualquier soldado.

—Tranquila, mami, él solo tiene envidia de que yo sea más guapa que él.

Respondo con sorna, adoptando mi mejor pose de diva. Solo me falta ser rubia, llevar una minifalda rosa y cantar en las escaleras del intituto para convertirme en Sharpay Evans.

—Si eso es guapa, no me quiero imaginar qué es horrendo— responde el.

Abro la boca exageradamente y me llevo una mano al pecho, fingiendo que me apuñalan justo en el corazón.

—¿Qué hice yo para merecer esto? —Murmura mamá, masajeandose la sien como si toda esta interacción le causara jaqueca.

Aprieto los labios para no reírme.

—Darnos a luz — Responde Elías con total naturalidad.

—Entonces debí darlos en adopción.

—Quizás me hubiera adoptado Angelina Jolie, y ahora sería millonaria. — Digo en tono soñador, tomando una de las galletas que hizo Vanessa.

El dulce aroma del chocolate me invita a darle una mordida, y al hacerlo siento que el mundo se llena de arcoiris, estrellas y unicornios. Decir que están deliciosas es poco. Siempre creí que mis galletas favoritas serían las de mamá, pero me equivoqué.

—O como eres tan horrenda nadie te adoptaría—Dice él con una sonrisa burlona y la malicia brillando en su mirada

Mastico despacio, saboreando hasta la ultima migaja.

—No hables así de ti mismo, enano —Respondo al terminar.

—Soy más alto que tú, mugrosa.

—Pues para mí siempre serás un duende detestable.

—Y tú una...

—¡O se callan o les doy con la chancla a los dos!— Amenaza mamá con voz autoritaria.

—A Lizzy se la tendrás que mandar por delivery— Dice Elías, entre risas.

—Pero a ti no— le replico, sonriendo con superioridad

—Niños, de verdad... ¿podrían dejar de discutir por un minuto?— suspira mamá

—Bien...— Mormuramos ambos al unisono, con desgano, pero sin dejar de lanzarnos una mirada desafiante: ojos entrecerrados, cejas fruncidas, como si fuéramos un par de vaqueros en el viejo oeste.

(Inserto aquí el sonido de un silbido solitario)

—Dejen de hacer lo que sea que estén haciendo, es aterrador— exclama mamá fingiendo un escalofrío — Además, ¿Tú no tienes tareas que hacer, jovencito?— lo apunta con el dedo índice.

—Algo así — responde este evasivo.

—¿Algo así? Ve hacer tu tarea ahora, y nada de jugar con esos aparatitos tuyos.

El suspira con la típica frustración adolescente, pero acata la orden.

—Adios, cara de iguana.

—Adios, pedazo de excremento.

Elías me muestra su dedo medio; mamá le da un manotazo. El se marcha sobandose el brazo mientras yo me carcajeo, casi atragantándome.

—Con ustedes es imposible — Murmura mamá, negando con la cabeza.

—¿Pero charlamos o no?— pregunto con una sonrisa que pretende ser inocente

Ella me lanza esa mirada de “Elizabeth Mary, no sigas por ese camino “.

—Hablaremos mañana. Y por favor, Elizabeth Mary, no comas tanto dulce en la noche.

Ni está tan tarde, pienso pero mejor no lo digo.

—Si mamá...—Musito, colgando la llamada.

La habitación se queda en silencio, solo iluminada por la laptop y la luz tenue de la lámpara.

El teléfono sobre la mesita vibra con una notificación.

Trabajo de medios audiovisuales

Virginia: ¿Mañana tienen tiempo libre?

Repaso mentalmente mi horario. La última clase es Teoría de la Comunicación y termina a las tres.

Yo: Estoy libre a partir de las 3:15.

Amanda: Holiiii:)

Yo también estoy libre como a esa hora:)

Axel: Mi última clase es a las 4:00.

Virginia: Bien, ¿qué tal si nos vemos en la cafetería que está cerca del campus?

Nosotras te esperamos.

Yo: Por mí está bien.

Amanda: okisss<3

Axel: Ok.

Pego la espalda contra la pared recostando la cabeza en ella y cierro los ojos un instante. La pared está fría cuando apoyo la oreja contra ella. No sé oye nada del otro lado.

¿Le habrá pasado algo? Nah... No creo.

—Linda— La voz de Mía me hace dar un mini brinco.

—¿Si?

—Vanessa y yo haremos las compras,— su voz se escucha desde el otro lado de la puerta —¿vienes con nosotras?

—Eh... Claro, me pongo algo descendente y salgo.

Es una tradición que ambas hagan las compras juntas. Arman una lista larga y dividen los gastos. Y ahora yo hago parte de aquello.

Cambio los leggins por unos shorts de color caqui y una blusa de tirantes con un hermoso patrón de florecitas. Tomo mis viejas confiables— sí, las converse— y me las calzo.

Agarro un abrigo del armario; la brisa nocturna ya se cuela por la ventana. Sí aquí adentro hace frío no me quiero imaginar allá afuera.

Camino por el pasillo alumbrado por una bombilla amarillenta que parpadea de vez en cuando.

Tendremos que cambiarla.

En la sala, Mía ya está lista, su cabello pelirojo recogido en una coleta alta, una blusa ligera y, como siempre su minifalda. Vanessa, en cambio, lleva unos jeans, una camiseta blanca básica y una chaqueta de cuero marrón.

—Ya estoy lista— digo al acercarme.

—Bien, ¿Cómo le dice el mono a la mona?— Pregunta Mía, con esa chispa en los ojos.

Vanessa frunce el seño, desconcertada. Yo ya sé lo que viene. Sí, el mismo “chiste“ de toda la vida.



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En el texto hay: comedia romantica, drama, amista

Editado: 15.12.2025

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