Al Ritmo de la Química

CAPÍTULO 2. Las cosas no suceden como realmente queremos

El sonido de la alarma que indicaba las nueve me despertó, la había puesto para poder aprovechar la mañana para ir a comprar los primeros útiles que necesitaba para el colegio, era viernes y el lunes empezaba. Estas casi tres semanas se pasaron muy rápido. Aproveché a salir para conocer nuevos lugares, debido a que la última vez que vine a Buenos Aires fue cuando tenía 5 años y la verdad es que no me acordaba de mucho. 
Me di una ducha rápida y decidí ponerme un vestido de color rosa pastel y unas zapatillas blancas, estos días estuvo haciendo demasiado calor, agregando la humedad que había aquí en Buenos Aires. 
Bajé a desayunar y para mi mala suerte no había nadie en casa, así que decidí ir a tomar algo a alguna cafetería luego de hacer todas las compras. 
Lo bueno que tenía este nuevo colegio era el uniforme que debía usar, no tenía que andar cada mañana decidiendo que iba a ponerme.
Salí de casa y fui a una librería que me recomendó mi tía, que quedaba a un par de cuadras, compré todo lo necesario, lo único que me restaba era la mochila y la cartuchera, así que decidí ir a un shopping a ver si conseguía. Por suerte encontré una mochila negra muy bonita y una cartuchera celeste pastel que combinaba con uno de los cuadernos que compré.
Me dirigí a una cafetería que estaba aquí en el shopping. Me pedí un Frappuccino de Dulce de Leche, mi favorito, y me senté a revisar mis redes sociales.
Si se preguntaban por Lucas, la verdad es que no habíamos hablado mucho, solamente un hola, ¿Cómo estás?, ¿Qué estás haciendo? y les confieso que eso ya era mucho.
Luego, decidí ir a una tienda a comprarme algo de ropa, encontré un par de jeans bonitos, dos vestidos y un par de remeras. 
Al mediodía volví a casa y me preparé algo para almorzar, unos fideos con manteca, mi especialidad y... lo único que sabía cocinar.
A la tarde me senté en el balcón de mi habitación a leer un libro que me compré antes de venir a Buenos Aires. Cuando me di cuenta de que había leído bastante por hoy puse Spotify y comencé a cantar.
Una de mis pasiones es cantar, lo hago desde que mi mamá se fue. Este fue uno de los mejores pasatiempos que me ayudó a salir adelante.
Para serles sincera nunca canté frente a alguien ni tampoco fui a clases, suelo ser bastante tímida y me siento incómoda, una vez mi papá quiso que participara en un show del colegio y cuando llegó el día me negué por completo y no quise salir a escena, obviamente tuvieron que reemplazarme lo más rápido posible.
Los únicos que solían escucharme a diario era mi familia, Nicolás y Pilar, pero nadie más.
A eso de las seis de la tarde decidí bañarme y ponerme mi pijama, me encantaba estar cómoda en mi casa, luego de secarme el pelo bajé a merendar, unos minutos más tarde entró mi hermano junto con Alex a casa.
— Pero miren quien está por aquí— comentó mi primo y yo me reí revoleando mis ojos hacia atrás. Mi hermano se acercó me dio un abrazo por atrás y me besó la cabeza.
— ¿Qué estuviste haciendo?— me preguntó mi hermano mientras se ponía a preparar café— ¿Quieres?— le ofreció a Alex.
— Si por favor. — se sentó en un taburete frente a mí y me dirigió toda su atención.
— Lo mismo de siempre, leyendo y escuchando un poco de música. ¿Qué tal la Universidad?— contesté la pregunta que mi hermano me había hecho antes.
— Bien, nos mandaron a hacer un trabajo de matemática para el jueves, pero todo tranquilo.
— ¿Qué tenes pensado hacer esta noche? ¿Seguir leyendo tu libro?— preguntó Alex sarcásticamente.
— Déjala en paz. — le dijo mi hermano dejando las tazas en la mesa y sentándose a mi lado.
— Pues sí, no tengo amigos recuerdas, me acabo de mudar. —contesté.
— Tengo una idea— mi hermano y yo levantamos la vista y lo miramos fijamente, ambos sabíamos que las ideas de Alex jamás eran buenas. — deberíamos ir los tres a una fiesta que nos invitaron a Santi y a mi, es la hermana de una chica que va a tu nuevo colegio, así que podrías conocer nuevos amigos y pasárnoslo bien los tres. 
Cuando Alex se percató de nuestras caras de horror nos dijo. — Vamos... ¿Cuándo fue la última vez que salimos juntos, los tres?
— De fiesta....Nunca pero la última vez creo que fue cuando teníamos 10 años y Emma 8, fuimos a un parque de diversiones. — respondió mi hermano.
— Entonces, esta es la oportunidad de poder salir los tres juntos de fiesta, después ambos vamos a estar ocupados con la universidad y Emma con el colegio y sus nuevos amigos.
— No, conmigo no cuenten, de ninguna manera.
— Vamos peque, nos lo pasaremos bien, además te prometo no dejar que te vayas como la última vez.
— Eres un mentiroso— lo acusé. — en el parque de diversiones ambos se fueron con unas chicas y me dejaron sola en la Tazas, terminé perdida, vomitando y llorando, así que ni lo sueñes.
— Bueno, perdón, eso fue despiste de tu hermano, que me obligó a que lo siguiera.
— No me metas a mí en la misma bolsa. — objetó mi hermano.
—Bueno...— volvió a poner toda la atención hacia mí. — Emma te lo prometo será genial, además... ¿Cómo querrás conocer nuevos amigos si te quedas todo el día encerrada en casa?
— Las clases primero que todo, todavía no empezaron y segundo yo no me hago amigos en una fiesta, están todos borrachos.
— Bueno, eso es un punto a tu favor. — comentó dándome la razón.— Pero míralo así, ¿Cuándo fue la última vez que saliste, a una fiesta o a un bar?
— No lo sé, no me acuerdo.
— ¿Ves? Vamos a ir.
— No. — Me levanté de mi asiento.— además papá no te va a dejar que me lleves, ya sabes cómo es.
— Eso déjamelo a mi. — dijo Alex con un poco de arrogancia.
Me retiré enfadada a mi habitación, Alex y Santi se quedaron hablando sobre fútbol y yo decidí ir a leer hasta que me llamaran a comer.
******
Unas horas más tarde alguien golpeó mi puerta que obviamente estaba abierta.
— Bruja. — Levanté la vista del libro que estaba leyendo y me encontré con mi primo mirándome. — ¿vamos a ir con tu hermano a una pizzería que solemos ir, quieres?, no hay nada para comer en la heladera.
— Esta bien, pero déjenme cambiarme primero. — le dije, separándome de la cama, tomando mi marcapáginas y colocándolo en su lugar.
Me decidí por unos jeans azules, un top blanco de encaje tipo strapless ya que hacía un poco de calor y por las dudas me agarré una campera de jean que anudé a mi cintura, por último me coloqué mis zapatillas blancas.
Me acerqué a donde estaba mi maquillaje y me apliqué un poco de rímel, lo que más agradecía era tener mis pestañas ya curvadas por lo que no tenía que andar utilizando arqueadores que hasta a veces terminaban arrancándote las pestañas.
Tomé mi celular y auriculares, bajé al salón, encontrándome con Alex y mi hermano al lado de la puerta de entrada. Lo que noté fue que ambos estaban un poco más cambiados de lo usual, supongo que irían a la fiesta que dijo Alex, después de comer y de dejarme en casa.
— ¿Estás lista?— preguntó mi hermano.
— Si, vamos. — dije, la verdad era que tenía un poco de hambre ya.
Subimos a la camioneta de Alex, obviamente yo quedé en el asiento trasero como siempre, me recosté contra una de las puertas, me coloqué mis auriculares y puse una de mis canciones favoritas, "There's Nothing Holding me Back" de Shawn Mendes, mi cantante favorito, y me dejé llevar por el ritmo de la música.
******
Un rato más tarde llegamos a la pizzería, mi papá según me dijo Santi se fue a cenar con unos compañeros de trabajo porque era el cumpleaños de uno de ellos, a él si que no le costó nada hacer amistades, pensé para mí misma.
Bajé de la camioneta y entramos en el restaurante, nos sentamos en una mesa de cuatro aunque éramos tres.
Se nos acercó una camera que era bastante joven, por supuesto que no dejaba de echarles el ojo a mi hermano y a Alex.
— Hola, buenas noches, mi nombre es Sasha y voy a hacer su moza esta noche; ¿Qué desean para tomar?
— Coca. — dije sin pensarlo.
— Que sean dos ¿y vos Santi? — preguntó Alex a mi hermano.
— Una Aquarius de Manzana.
— Excelente. — Anotó todo en un papel que arrancó y dejó debajo del servilletero. — ¿Quieren algún gusto en especial?
— ¿Tienen de papas pay?— pregunté.
— Si, tenemos, ¿quieres una?— me preguntó y asentí. — Genial, ¿alguna más?
— No, por ahora no. — contestó mi hermano.
La chica se retiró y volvió a hacer su trabajo.
— No dejó de mirarlos. — admití.
— Lo sabemos, es nuestro encanto. — dijo Alex con un nivel de superioridad que siempre utilizaba mientras señalaba a los dos, me reí.
— Aquí tienen...— dijo Sasha destapando ambas botellas de Coca y dejándolas a nuestros costados. — sus bebidas.— por último desatapó la Aquarius.— Que lo disfruten
— Gracias. — contestaron mi hermano y Alex al unísono.
Cuando salimos de comer ya eran las 11 de la noche, me volví a acostar en la parte trasera, me puse mis auriculares y me quedé dormida en el trayecto.
******
Unas manos y dos voces hicieron que me sobresalte. Cuando me incorporé y miré por la ventana de la camioneta mientras apagaba la música, me percaté de que no estábamos en nuestro vecindario, sino que en uno completamente desconocido, al menos para mí.
La cuadra estaba llena de autos y principalmente se podía apreciar una casa que sobresalía de las demás con su inmensidad, en la que entraban y salían personas de la misma, y ni siquiera hacía falta aclarar la cantidad de jóvenes que estaban en el jardín de la casa bebiendo o fumando.
Mi mirada automáticamente se dirigió a los dos culpables de esto y me di cuenta de las caras de cómplices que tenían ambos, esto no era lo que yo quería, ni tenía planeado para este año y ellos lo sabían muy bien.
— Sorpresa. — fue lo único que mi primo pudo formular después de éste momento en el que me encontraba tratando de comprender lo que estaba sucediendo— vamos dentro que sino se tomarán toda la bebida.
Salí de la camioneta y los seguí hasta la casa por instinto propio, la verdad era que no me quería quedar sola y mucho menos en un lugar que no conocía y del cual me sentía perdida.
Había una sola cosa que podía asegurarles que sabía, y era que esto no iba a acabar nada bien.
YA estaba siendo una larga noche y esto recién comenzaba...
 




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