Al Ritmo de la Química

CAPÍTULO 4. La Fiesta (parte II)

A eso de las 3, o algo así según me dijo mi hermano, decidí ir al baño. Malditas urgencias que me agarran en momentos así.
Cuando llegué a donde me había dicho Abi que se encontraba el baño vi una larga fila. ¿Por qué siempre hay tanta fila para el baño en las fiestas?. 
Decidí aguantarme y volver con los demás, porque seguramente además iba a estar todo vomitado y la verdad era que no quería ni pisar un baño así.
Cuando comencé a caminar hacia donde estaban todos, un chico de la nada se giró y volcó toda su bebida sobre mi.
Bueno, me retracté a lo que había dicho sobre que esta noche no estaba saliendo tan mal, definitivamente esto acaba de cambiarlo todo.
Lo primero que sentí fue frío por culpa de la bebida con hielo, eso de haberme puesto un strapless no fue para nada una buena idea, aunque... que sabía yo que terminaría en una fiesta.
Dirigí mi vista hacia mis pantalones y también están mojados, lo peor de todo era que se habían mojado en la zona de mi genital, lo cual hacía parecer que me acababa de hacer encima, ¡¿EN SERIO?!
Levanté mi vista para insultar al chico distraído que acaba de tirar toda su bebida en mí y me quedé completamente helada. MIERDA, ERA LUCAS
Él también se percató de quién era y se quedó helado.
— Perdón Emma, no fue mi intención, el estúpido de mi amigo me empujó. — señaló hacia atrás, hacia su amigo.
—Eh, no me eches la culpa de que vos seas tan torpe. — dijo el chico de atrás.
— Cállate. — le echó una última mirada y luego prestó toda su atención hacia a mi. — ¿Cómo has estado? — preguntó.
—Bien, hasta ahora— admití.
— Cierto, discúlpame otra vez, soy muy torpe. — admitió. — ¿Nuestros encuentros siempre van a hacer así? Porque si ese es el caso hay que procurar no tener nada en nuestras manos. — dijo con una sonrisa y yo no pude no contagiarme. — Espérame.
Desapareció entre la gente y otra vez me volví a quedar sola.
Unos minutos después apareció con una sonrisa en su rostro, detrás de él venía una chica bajita con un hermoso pelo colorado, bastante parecida a Maia, asumí que eran hermanas
— Emma, ella es mi amiga, Sara, vive aquí. — me dijo Lucas. 
Creo que fue la noche o mejor dicho día en que más personas conocí en mi vida, ya se me comenzaban a mezclar los nombres. Lo lamento por la persona que me cruzara o me volviera a cruzar esta noche, dudo que pudiera recordar su nombre.
— Hola Sara. — la saludé.
— Hola, ven, acompáñanos. — hice lo que me dijo.
Subimos hacia el piso de arriba y nos dirigimos a una de las habitaciones. Sara abrió la puerta, prendió la luz y una habitación muy bonita apareció delante de mis ojos.
— Bueno chicas...— habló Lucas desde la puerta— las dejo solas, cualquier cosa me llaman. — señalando a su celular que se encontraba en su mano.
— No tengo batería. — admití.
— No importa, yo te presto el mío por cualquier emergencia. — habló Sara.
— Gracias. — admití.
Lucas cerró la puerta de la habitación y nos dejó solas.
—Okey, Emma, no? — me dijo y asentí. — Luke me dijo lo que pasó, me disculpo por la torpeza de él, siempre es así. — se rio. — te voy a prestar algo para que puedas usar. — dijo y la miré sin entender.
 Ni siquiera me conocía y no tenía problema en prestarme su ropa, aquí si que la gente era media rara, admití para mis adentros.
— No tienes porque, trato de secarla con un secador en el baño, ¿tiene uno?— le pregunté.
— En serio— se rio— no hay problema, no me molesta.
Acepté finalmente, me ofreció una short engomado negro y un top blanco muy bonito.
Me cambié en el baño, revisé que tuviera prolijo mi cabello y salí a la habitación.
— Wow, te queda espectacular. — confesó Sara y yo me ruboricé.
— Gracias— admití
Recordé que ya había pasado un rato desde que me alejé de mi hermano para ir al baño.
Mi cara de preocupación se notó a simple vista porque Sara se dio cuenta..
— Oye ¿estás bien?— me preguntó.
— Si, lo que sucede es que me quedé sin batería hace unas horas y hace un rato que deje a mi hermano abajo y.. y no se como avisarle que estoy bien. — comencé a preocuparme.
— Oh, tranquila, ¿qué celular tienes?— me preguntó.
— Un iPhone— le dije.
— Ven, tengo un cargador aquí.
Me ofreció su cargador, lo conecté a mi celular y esperé hasta que se encendiera. Cuando lo hizo coloqué la contraseña y abrí WhatsApp. Pero rápidamente me percaté de que no tenía más datos.
— ¿Necesitas internet?— me preguntó cómo si me hubiese leído la mente.
— Si, si no es mucha molestia.
— Si, obvio. No hay problema, es la que se llama Familia Rodríguez. — la busqué y me puso la contraseña. 
Una vez que se conectó comencé a recibir un montón de notificaciones. Entre ellas mensajes y llamadas perdidas de mi hermano.
Lo llamé y esperé hasta que me contestó. 
— Hola Emma, ¿Dónde estás? — su voz se perdía entre la música pero podía sentir su voz, estaba preocupado.
— Hola, perdón es que mi celular se quedó sin batería, estoy arriba en la habitación de Sara, tuve un pequeño incidente y alguien volcó toda su bebida sobre mi, lo bueno es que el chico era amigo de Sara y ella fue quien me prestó su ropa para que me pudiera cambiar y no tuviera mi ropa mojada y con olor a alcohol.
— Está bien, pero avísame cualquier cosa, habías dicho que ibas al baño y no volviste más y me asuste, creí que te había pasado algo o te habías ido, pero recordé que no tenías dinero.
— Pues si, pero estoy bien, ahora estoy dejando que se cargue un poco más mi celular, seguro en un rato bajo.
— Okey, avísame dónde estás después y si te vas con los amigos de Sara.
— Nos vemos.
Corté la llamada y me dirigí hacia Sara.
— Si quieres déjalo un rato aquí, total nadie sube.
— Esta bien.
— Ven, vamos a disfrutar de la noche.
— Vamos— acepté.
Bajamos y nos unimos al grupo de que supongo que son sus amigos, porque son los únicos que parecen tener mi edad, los demás parecían todos universitarios.
— ¡Wow! Emma que bella que estas. — admitió Lucas.
— Gracias.
El mismo chico de antes que era amigo de Lucas se dio vuelta después de escuchar a su amigo hablarme.
— Mira la que tenías escondido Ledesma. — dijo. — Hola, soy Nacho. — extendió su brazo como para tomar mi mano.
— Emma. — yo le tendí mi brazo para no ser maleducada y besó mi mano. ¡¿QUÉ?! De verdad, esta gente era muy extraña.
— Cállate, es solo una amiga y déjala en paz. — Nacho dio un paso hacia atrás y levantó las manos en signo de que no había hecho nada, poniendo obviamente una cara dramática. Yo me reí.
— Bueno En verdad no somos amigos, esta es la segunda vez que nos cruzamos. La primera fue en el aeropuerto hace unas semanas, cuando yo estaba mudándome a Buenos Aires. — confesé.
— Así que No hay nada entre ustedes?— preguntó señalándonos a ambos.
— Nop. — confesé
— ¡Genial! Por casualidad... ¿Tienes novio?.— me preguntó.
— ¡¿En serio Nacho?!— dijo Sara mirándolo incrédula.
— y bueno Una chica linda y sobria en una fiesta no se encuentra todos los días.— dijo encogiéndose de hombros.
— Yo también estoy sobria. — comentó Sara.
— Si, pero tu eres como mi hermana. — le respondió.
— Auch. — comentó Sara y yo me reí.
— lo dije en buen sentido, no te quejes.— le dijo y volvió su atención hacia mi.— ¿y..? Tu respuesta es— preguntó.
— No, no tengo. — admití y Nacho sonrió.
— Déjala ya, vengan vayamos a bailar. — dijo Lucas agarrándome del brazo.
Y eso hicimos, pasamos las siguientes dos horas bailando los cuatro, bailando todo tipo de música, cuarteto, electrónica, un poco de trap y hasta algunas lentas.
Llegaron las 5, mi hermano apareció junto con mi primo y me dijeron que ya era hora de irnos, le dije a Sara que tenía que buscar mi ropa y mi celular, y cambiarme. Obviamente ella me dijo que me quedara con su ropa, que no había problema, que después se la devolviera y acepté.
Una vez lista, saludé a los chicos y me subí de nuevo a la camioneta, en el transcurso del viaje aproveché a revisar mis notificaciones de las redes sociales. 
Encontré un montón de mensajes y llamadas perdidas de mi Papá, creí que Alex se había encargado de eso, de avisarle a donde íbamos. 
En el momento en el que recibes una llamada o un mensaje de tu madre o padre y no respondes sabes muy bien que las cosas van a ir mal. Y yo lo tenía muy en claro. 
Después abrí Instagram y me topé con dos notificaciones nuevas.
@sararodriguez comenzó a seguirte.
@nachotorresok comenzó a seguirte.

Me reí para mis adentros, bloqueé mi celular y me quedé dormida.
******
Cuando despierte habíamos llegado a casa y vi las luces de abajo estaban prendidas. ESTÁBAMOS  EN PROBLEMAS.
Nos despedimos de Alex, que nos deseó suerte, maldito hdp, él supuestamente se iba a encargar de nuestro padre.
Llegamos a la puerta y ni fue necesario que Santiago saque las llaves de su bolsillo porque papá abrió la puerta de golpe.
Nos miró con una cara de que estábamos  en problemas y lo único que pude formular y decir fue...
— Hola papito lindo. — ¡¿EN SERIO?! Eso es lo mejor que tienes Emma, bien hecho, ahora estarás castigada de por vida. Obviamente no quería ni mirar a mi hermano porque sabia que me estaba fulminando con la mirada.
— Entren. — fue lo único que nos dijo. Obviamente ni lo dudamos. Cerró la puerta de golpe y nos hizo gesto de que nos sentáramos en el living. — ¿Se puede saber donde han estado todas estas horas?
— Pues bueno...— dijimos mi hermano y yo al unísono.
— Hablen de a uno, por favor. — no podía entender la calma con la que se lo estaba tomando.
Mi hermano decidió contarle que fuimos a comer y que nos habían invitado a una fiesta de pocas personas, que eran sus amigos de la universidad, además que nos habíamos quedado sin batería y que no nos habíamos dado cuenta hasta que los necesitamos, los pusimos a cargar y cuando nos dimos cuenta la hora que era ya era tarde, porque ya nos había llamado y por eso decidimos volver a casa.
Papá se lo creyó, o eso es lo que nos dio a entender. Lo único que nos pidió es que las próximas veces que salgamos le avisemos a donde vamos y hasta que hora vamos a estar.
Cuando terminamos de hablar nos dijo que nos vayamos a dormir y obviamente no lo pensé dos veces.
Llegué a mi habitación, me descambié, me puse mi pijama y automáticamente me quedé dormida.
 




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