Al Ritmo de la Química

CAPÍTULO 7. Solo a mí

Una vez que terminamos de desayunar nos fuimos hacia la habitación de Lucas, tomé mi bolso, que había quedado en el sillón y subimos. 
Según lo que me había dicho, Sara, Nacho y Ámbar vendrían a las 12, eran ya como 11.30 y de Cameron no sabía nada, nunca le había contestado su mensaje.
En la planta de arriba había muchas puertas, muchas más que en la mía, por supuesto.
Entramos en la tercera puerta de la izquierda y me topé con un increíble ventanal hacia la pileta. La habitación era blanca, jugando con distintos tonos de rojos, que podíamos ver en su cama o escritorio, por ejemplo.
Decidí sentarme en la cama mientras Lucas ordenaba un poco su ropa tirada en el suelo, típico chico, pensé.
— Perdona, me había olvidado de las visitas. — me dijo con una sonrisa.
— No pasa nada. — reí. — ya estoy acostumbrada por mi hermano y mi primo.
— Es verdad. — rio también.
— ¿Tu tienes hermanos? — le pregunté.
— Lamentablemente si. — dijo sentándose al lado mío, ya había terminado de acomodar su ropa. — tengo tres más, Agustín, que tiene 10 y mellizas, Sofía y Micaela que tienen 2. — eso sí que no me lo esperaba.
— Wow! —admití sorprendida. —No creí que fuera tan grande tu familia, ni que tuvieras hermanas mellizas.
— Pues sí, mi mamá quería una niña pero a cambio tuvo dos. — declaró molesto, yo me reí de su expresión.
Estuvimos hablando un rato más sobre cosas del colegio hasta que finalmente llegaron los chicos, por lo que decidimos bajar.
— Hola Em. — Sara vino corriendo a abrazarme, esta chica me estaba cayendo muy bien, la verdad.
— Hola Emma. — me saludo Nacho.
— Bueno, Em, ella es Ámbar, seguramente la viste en el cole, pero nunca se pudieron presentar. — Ámbar era la chica que se había sentado con Sara ese primer día de clases. Era una chica de mi altura, de pelo morocho oscuro y tenía unos ojos azules que le hacían un total contraste, era muy bonita.
— Hola. — La saludé.
— Hola Emma, por fin nos conocemos oficialmente. — dijo ella con un poco de arrogancia, pero no me importó.
— Así es. — dije con una sonrisa. Para cortar la tensión que se generó en el ambiente Lucas habló.
— Bueno, voy a ir preparando los patys. — Sara levantó su mano para hablar pero Lucas no la dejó. — Tengo los tuyos vegetarianos, tranquila Sara. — ella solo sonrió. — si quieren vayan a tomar sol o meterse en la pileta, Nacho pone el parlante con Bluetooth, sácalo, esta en el living. — le señaló a Nacho.
— Okey. — gritó él, ya desde afuera.
Lucas por algo sintió mi presencia y se dio vuelta a mirarme.
— Tu también ve Emma. — me dijo.
— Nono, prefiero quedarme a ayudarte a ti. — la verdad es que me sentía mucho más cómoda con él después de la tensión que se había generado en el living.
— Está bien, como quieras. — me sonrió por última vez antes de ponerse con las hamburguesas.
Almorzamos en el parque, y la verdad que las hamburguesas habían quedado increíbles, habíamos puesto, cheddar, bacon, jamón, tomate y lechuga, además de los aderezos para el que quisiera agregarle.
Cuando terminamos de comer, ayude a Lucas a levantar los platos y a lavarlos, obviamente me obligo a que no lo haga porque sino me tiraría a la pileta, pero yo me resistí.
Después de eso, le dije a Lucas que iba a buscar mi toallón y mi protector y aceptó.
Subí, agarré las cosas, me apliqué protector y bajé.
Cuando salí al parque Sara y Ámbar estaban recostadas en unas reposeras al lado de la pileta y Nachos y Lucas, jugaban al voley dentro de la pileta, por supuesto.
Mientras caminaba hacia allí recibí elogios por parte de los chicos que lo único que provocaron es que me pusiera roja como un tomate y que sonría tímidamente. 
Ámbar me miró con cara de pocos amigos, obviamente no le agradó para nada la actitud de sus amigos frente a mi, una vez que termino todo su recorrido de pies a cabeza, literalmente, volvió a ponerse sus anteojos y a recostarse en la reposera.
Decidí acostarme en la silla que estaba libre al lado de Sara.
— Te queda increíble esa malla y más hace juego con tu tono de piel, me encanta. — me dijo Sara con una sonrisa.
— Gracias, tu también estás hermosa. — le admití y era verdad, tenía una malla enteriza negra que le quedaba increíble. — ella se ruborizó un poco y volvió a recostarse para tomar sol.
Agarré mi celular y me puse a revisar las redes sociales por si tenía alguna novedad, pero no, todo tranquilo. En ese instante una persona me tapó el sol, levante la vista de mi celular y de la nada todo sucedió muy rápido. Me quitaron mi celular, alguien me agarro entre sus brazos y lo único que oí fue...
— Te dije que si no me obedecías te iba a tirar a la pileta. — esas palabras fueron las que me hicieron darme cuenta quien era, pero cuando quise zafarme ya estaba dentro del agua. Por suerte reaccione rápido antes de caer y me tapé la nariz, sino hubiese tragado toda el agua.
Cuando salí a la superficie la persona culpable estaba al lado mío sin poder parar de reír, en ese instante ambos nos miramos fijamente en completo silencio, por lo que decidí cortar la tensión y aproveché, lo tomé del pie, haciéndolo que perdiera la estabilidad y que cayera dentro del agua, pero a diferencia de mi, él si trago agua.
Mientras salía a la superficie yo aproveché a salir de la pileta y buscar mi toallón para secarme.
— Si que eres ruda. — dijo Lucas,  mientras paraba de toser.
— Solo sé defenderme. — le corregí.
— Me di cuenta. — dijo riendo.
— Yo mejor me alejo. — dijo Nacho y todos comenzamos a reír.
La única persona que no había emitido ruido hasta ahora era Ámbar que se encontraba completamente empapada.
— Pueden dejar de actuar como nenes de 5 años y madurar. — dijo enojada.
— Madurar es para las frutas. — dijo Nacho.
— Cierra la boca, Ignacio. 
— Disculpa que te diga esto pero estamos en una pileta, no pretendas que no vas a salir mojada, además... es agua, no hace nada de daño. — declaré.
— Ni siquiera es que se de donde saliste, ni tampoco me interesa, pero no me hables con ese tono escuchaste.
—¿O sino que? — respondí. Ámbar no tuvo que más decir y se fue por la puerta enfadadisima. Nunca, jamás, en mi vida le había respondido a una persona de esa manera, pero no les voy a negar que se sintió bastante bien.
— No puedo creer que le hayas contestado así a Ámbar. — me volteé para escuchar a Lucas hablarme, los tres estaban con la boca abierta.
— Ni yo. — les admití.
La tarde paso tranquila, sin ningún conflicto más, la única molestia era Ámbar preguntando cada 10 minutos "¿dónde estaba Cameron?". Quien iba a saber eso, porque no iba hasta su casa y le preguntaba ella o le mandaba un mensaje. 
En fin, a las 19 le pedí a mi papá que me fuera a buscar, ya había pasado demasiado tiempo haciendo sociales, era el turno de volver a mi "cueva" a leer un libro o mejor dormir, porque el sueño que tenía era increíble.
Me despedí de todos, incluso de Eli, que se encontraba en la cocina y comencé a salir a la calle, ya que mi papá me había dicho que se encontraba cerca. 
Cuando salí por completo, me había puesto a escuchar un audio de Pili contándome sobre una anécdota que les había pasado a ella y a Nick el día de hoy, de nuevo me pareció muy raro eso, pero lo ignoré. Estaba tan concentrada en eso que sin querer me lleve puesta a una persona, otra vez.
Cuando levanté la vista para pedir disculpas, el rostro de la persona que menos me hubiera imaginado fue el que apareció. Era el chico lindo que estaba sentado solo, por el cual dije que prefería sentarme con Simón.
— Discul... discúlpame. — ¿yo? ¿tartamudeando? ¿qué rayos me pasaba? — no te vi estaba escuchando un audio.
— No pasa nada. — rio. — tranquila. — puso sus dos manos al costado de mis hombros, como en sentido para que me calme, lo cual no sucedió porque comencé a sentir que mi corazón se aceleraba, ¿acaso estaba corriendo y no lo sabía? — Oye... — me saco de mis pensamientos. — ¿acaso te conozco de algún lado? — pensó. — ¿Cómo te llamas?
— Emma, y si nos conocemos del colegio, vamos juntos.
— Emma... bonito nombre. — admitió con una sonrisa. — Es verdad, del colegio. Yo soy... — vieron ese instante en las películas en el que el protagonista quiere matar a la persona que te interrumpe cierto momento increíble, bueno este era ESE momento, y esa persona era mi padre, que acababa de tocar la bocina de su camioneta.
En ese instante ambos nos distanciamos y ahí fue cuando me di cuenta de lo cerca que habíamos estado uno del otro, después de ese momento en el que me tomó por los costados para tranquilizarme, al parecer nos habíamos comenzado a acercar sin que nos diésemos cuenta.
— Es mi padre, me tengo que ir, nos vemos. — me despedí alejándome. Vi que el había quedado con la palabra en la boca, pero no podía hacer esperar a papá. Finalmente se despidió levantando su brazo en forma de saludo.
En el momento en el que subí a la camioneta, saludé a mi papá y él arrancó me di cuenta de algo, ¡EL CHICO CON EL QUE ACABABA DE HABLAR HABÍA TOCADO TIMBRE EN CASA DE LUCAS! Esto no podía ser cierto, solo estas cosas me pasaban a mi... ese chico lindo que se sentó en el fondo solo, el primer día de clases era nada más y nada menos que Cameron, el mejor amigo de Lucas.
 




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