Al Ritmo de la Química

CAPÍTULO 15. Preparativos pre-fiesta

El jueves por la tarde me encontraba con Cameron en casa, había venido porque la semana que viene íbamos a tener un trabajo de matemática y el pobre estaba más perdido que turista sin gps, (lo sé, fue malísimo el chiste pero bueno, no todo se me puede dar bien, no?). Por eso le ofrecí que viniese a casa así podíamos empezar a practicar. 
Mañana tenía la tarde bastante ocupada, debía ir a comprar las cosas que me faltaban para el cumpleaños de papá. Al final le íbamos a hacer una fiesta sorpresa, no todos los días se cumplían 50 años. Por lo que la tía me ayudó a conseguir un salón pequeño para no más de 30 personas, seríamos nosotros tres, mi tíos y mi primo, algunos compañeros de trabajo de papá, fue lo más difícil poder contactarse con ellos sin que papá se diera cuenta, pero lo habíamos logrado. 
También la familia vendría de sorpresa desde Puerto Madryn, se quedarían en casa de los tíos para que papá no sospechara nada. Habíamos invitado a la familia de Nacho, había notado que papá se llevaba bastante bien con su papá, así que me pareció correcto hacerlo. Santiago me había preguntado si habría algún problema en el que él invitara a su novia. Si, ya era oficial, a papá ya le había dicho, aunque por culpa de los parciales de la universidad no habían tenido tiempo de venir a casa a cenar, así que aún Gabriela no conocía a papá.
Así que nos encontrábamos en la cocina con Cameron, viendo los distintos tipos de funciones, cuando papá llegó.
— Hola chicos. — dijo papá entrando por la puerta de la cochera.
— Hola pa.
— Hola Cris. 
— ¿Qué estuvieron haciendo? — nos preguntó.
— Matemáticas. — dijimos Cameron y yo al unísono. Ambos reímos.
— Así que el Sábado es su cumpleaños, señor Martínez. — dijo Cameron más afirmando que preguntando.
— Así es Cam y deja de llamarme así, me haces sentir viejo. — ambos reímos. — Aunque aún nose que estarán planeando ella y mi hermana. — dijo señalándome.
— Iremos a comer, ya te lo dije.
— Claro, claro. — dijo. — me parece que tú tendrías que venir — dijo dirigiéndose a Cameron. Yo tomé mi vaso para beber y poder cubrir mis mejillas rosadas — ya que la novia de tu hermano vendrá tu también podrías... porque bueno... — dejó la frase a completar y a imaginación, pero todos sabíamos lo que quiso decir con eso. Me atraganté con la bebida y Cameron tuvo que darme unos golpecitos en la espalda, comencé a toser y mis ojos se llenaron de lágrimas. No podía creer lo descarado que a veces podía ser mi papá.
— Papa! — dije luego de recuperarme.
— Lo siento, no me meto más en lo qué hay entre ustedes. — finalizó y comenzó a irse, no podía ni mirar a Cameron a la cara, me estaba por morir de la vergüenza. Pero luego como si recordase algo regresó.
— Ah y otra cosa antes de desaparecer. Mañana no podré llevarte al colegio debo entrar más temprano y no llego si te llevo. Fíjate si puede alguien llevarte sino... — quiso seguir pero Cameron lo interrumpió.
— Yo la llevaré Cris. 
— ¿En serio Cam? Lo agradecería un montón si fuera alguien de confianza.
— Si, no hay problema, vivimos a dos cuadras, no me costará nada.
— Muchísimas gracias, ahora si, los dejo solos. Nos vemos Cam.
— Adiós Cris. — lo saludó Cameron y papá se fue. Después de eso recuperé el aliento y me dirigí hacia Cameron.
— ¿Que fue todo esto? ¿Acaso dijo que te tenía confianza? ¿De qué me perdí? — declaré, y la verdad que así era. Papá nunca había sido así con ningún chico, salvo con Nick, que bueno, era mi mejor amigo.
— Pues... me lo cruce varias veces en el barrio y siempre qué hay oportunidad hablamos. — admitió y me sorprendí, eso definitivamente no lo sabía. — Además... — continuó — teniendo en cuenta que ya te traje varias a veces a tu casa me tiene algo de confianza. — tenía razón así que solo asentí. 
Continuamos un rato más con matemática hasta que Cam dijo que era hora de irse. Lo acompañé hasta la puerta y antes de que se despidiera hablé.
— Oye... con respecto a lo que te dijo mi papá sobre su cumpleaños... — ya le había contado todo acerca de la fiesta sorpresa y todo lo que conllevaba.
— Tranquila, si no estas de acuerdo no iré. Es algo familiar no tendría porque estar involucrado, obviamente le dije a tu papá que si para no cancelarle delante de él. — dijo, pero lo interrumpí.
— Primero: deja de interrumpirme siempre. — él rio. — y segundo: no dije que no vayas, lo que quería decirte es que si quieres venir no hay problema, de hecho sería lindo para mi papá si vinieras, vi que comenzó a quererte, y esto no pasó, NUNCA. — le dejé en claro y volvió a reír.
— Está bien, entonces iré. ¿Alguna etiqueta en especial? 
— Un elegante sport, diría yo, pero como más te guste.
— Perfecto. Bueno, ¿a qué hora mañana? — lo miré desconcertada, pero después recordé, él me tenía que llevar mañana.
— A las 7. — dije tranquila.
— ¿Tan temprano? — se quejó.
— Bueno, deja, ahora veo con quien puedo ir.
— No no no, está bien. Mañana a las 7 estoy acá.
— Gracias. — le sonreí.
— Bueno, nos vemos rubia. — comenzó a caminar hacia su auto.
— Adiós morocho. — le grité desde la puerta de mi casa, él se frenó, se dio media vuelta y me sonrió. Luego volvió a darse vuelta y siguió su camino.
******
A las 7 en punto la bocina de un auto sonó desde afuera. Fui a buscar mi celular que lo había dejado cargando arriba y bajé corriendo la escalera. Volvió a sonar, ay dios. Agarré mi mochila y salí de casa, la bocina sonó dos veces más.
— Vas a despertar a todo el mundo Cameron. — le dije mientras abría la puerta del asiento del conductor. 
— Buen día a ti también, rubia. — me sonrió y reí. Antes de arrancar buscó algo desde los asientos de atrás y me lo dejó en mi regazo. — Para que desayunemos. — lo abrí, era una caja de donas. Lo miré, no lo podía creer. — Y traje dos cafes, bueno un Frappuccino para vos. — dijo y miré hacia los posavasos, había dos bebidas. 
Tomé el Frappuccino y lo probé. No podía ser cierto, era de Dulce de leche, mi favorito. — ¿Como sabías que me gustaba este?
— Solo lo supe. — respondió guiñándome un ojo y arrancando el auto.
Media hora después nos encontrábamos en la puerta del colegio, estacionamos, tomé mi mochila, me la coloqué, agarré mi Frappuccino y su café y caminamos hacia el aula. 
Entramos, me acerqué a Simón y lo saludé. 
Me senté junto a él y Cam se trajo su silla para sentarse con nosotros. Le ofrecimos unas donas a Simón y aceptó. 
— ¿Vinieron juntos? — nos preguntó mirándonos a los dos.
— Si. — dije. — papá no me podía traer porque entraba más temprano y como él vive a dos cuadras de casa se ofreció a llevarme. 
— Okey. — dijo Simón, con una sonrisa pícara.
— Ah, antes de que me olvide, mañana es el cumple de mi papá y haremos una fiesta sorpresa en un pequeño salón, estás invitado. — dije.
— ¿En serio? Gracias Em, no hacía falta. — dijo Simón.
— No hay porque, ahora te paso por mensaje la dirección y la hora.
— Está bien, gracias. 
Terminamos de desayunar y comenzaron todos a entrar a la clase. Lucas y Nacho se acercaron a saludarnos y siguieron camino hasta su banco, Sara nos saludó y Ámbar como siempre nos ignoró, solo se inclinó para saludar a Cameron. Cuando la profesora llegó Cam tomó su silla y volvió a su banco.
Las horas pasaron bastante rápido y nada interesante sucedió. A la salida le pedí a Cameron que en vez de dejarme en casa que me llevara al shopping, tenía que comprar lo que me faltaba. Él se ofreció en acompañarme, ya que no tenía nada que hacer, pero en vez de ir a shopping fuimos a un cotillón gigante que era mucho mejor para poder conseguir las cosas que necesitaba.
Una hora más tarde y con todo ya listo decidimos ir a comer algo, los dos moríamos de hambre. Nos dirigimos a un lugar de hamburguesas que Cam dice dijo que era muy bueno. Estacionamos, bajamos de la camioneta y nos adentramos en el local.
— ¿A cuál mesa vamos? — me preguntó .
— Esa de allí. — señalé una que estaba en un rincón, apartada, aunque la verdad era que no había mucha gente porque era viernes al mediodía, la gente solía venir más a la noche. Nos acomodamos, el mozo se acercó y nos dejó el menú.
— ¿Qué me recomiendas? — le pregunté.
— Hay muchas variedades, para diferentes gustos, nose que te gusta a ti en hamburguesas. Yo siempre pido la "New York", tiene bacon, cheddar y huevo frito, además cada combo viene con papas.
— Entonces quiero una de esas. — admití. El mozo volvió a acercarse a nuestra mesa.
— Okey. — llamó al mozo.
— Buenas tardes, ¿qué van a pedir?
— hola, queremos dos combos New York. 
— ¿y para beber?
— Dos cocas. 
— Genial, ya marcha su pedido.
— Gracias. — dijimos al unísono. El mozo se retiró y Cameron volteó a verme.
— ¿Te queda algo más por conseguir?. — preguntó.
— No, los globos eran lo último que me faltaba. — recordé que tenía que preguntarle algo. — Mañana a la noche mi hermano va a buscar a su novia y vive medio lejos, no podrá venir a buscarnos y papá no sabe dónde es...
— ¿Acaso Emma Martínez me está pidiendo disimuladamente que la lleve a ella y a su papá a la fiesta sorpresa? — reí. — Mmm... debo consultar mi agenda. — tomó su celular y unos segundos después lo dejo. — Sí, estoy disponible, tuviste suerte, suelo ser un chico bastante ocupado.
— Me doy cuenta. — reí. — Gracias.
De nada rubia. — no me había dado cuenta de que sus manos habían tomado las mías. Las miré y luego lo miré a él que me estaba mirando fijo con una sonrisa en su rostro. Justo el mozo llegó con nuestros pedidos y aproveché el momento para soltarme de sus manos y poner las mías en mi regazo.
— Acá están sus pedidos. — dejó las hamburguesas, las papas y las bebidas. — Que lo disfruten. 
— Gracias. — respondí y comenzamos a comer. Fue la mejor hamburguesa que había probado en mi vida. 
Después de que terminamos de almorzar pedimos la cuenta, Cameron no me dejó pagar y yo me enojé, hasta que aceptó que pague, pero solo un poco.
Por último me dejó en la puerta de casa, me despedí y entré. No había nadie, dejé las cosas que compré en mi habitación bien guardadas para que no sospechara nada, bajé, me tiré en el sillón y puse Netflix. Así pensaba pasar el resto de mi viernes.
 




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