Cameron me había invitado a una cita, y esta iba a ser de verdad o al menos eso esperaba.
Me encontraba en la hermosa crisis de no tener la menor idea de que iba a ponerme.
Luego de revisar mi placard de izquierda a derecha y de derecha a izquierda me decidí por un suéter color mostaza, un jean negro y mis zapatillas blancas.
Hacía bastante fresco y como iba a estar al aire libre porque primero iría a ver el partido, decidí ponerme una campera negra de abrigo. Si, el partido iba a ser hoy viernes debido a que mañana iba a ser feriado y no se iba a poder jugar, por eso habían preferido jugarlo un día antes.
Mi celular sonó con un mensaje de Simón diciéndome que me estaba esperando en la puerta.
Tomé mi cartera bordo, mi celular y bajé. Me despedí de papá y salí por la puerta hasta llegar al auto de Simón.
— Buenas. — dijo con una gran sonrisa.
— Hola Simón.
— ¿Nerviosa? — preguntó mientras arrancaba.
— ¿Por la cita? — él asintió. — La realidad es que ya no, como nos vemos casi todos los días por el colegio me lo tomo como una salida más. — declaré y era verdad. Ya no me ponía nerviosa antes de una salida con Cam, tal vez en el momento que estábamos juntos y solos, pero después pasaba.
Simón rio y nos adentramos en la autopista, esta vez nuestro colegio jugaba de visitante y teníamos 40 minutos hasta llegar al lugar.
En el camino había preferido recogerme el cabello, por lo que decidí hacerme una colita alta y sencilla.
Los minutos pasaron rápido entre música y algunas risas. Cuando llegamos al colegio tuvimos que estacionar afuera porque el estacionamiento del mismo estaba repleto. Caminamos dos cuadras hasta llegar de nuevo al colegio y nos dirigimos a la cancha.
Conseguimos dos lugares un poco alejados, pero era lo que había. Activé los datos de mi celular y unos mensajes aparecieron
Cameron: Rubia llegaste?
Cameron: Donde estás?
Cameron: Contesta🥺
Cameron: por favor, no me digas que te arrepentiste de salir conmigo
Emma: perdona, recién llegamos. Se nos hizo un poco tarde y había bastante tráfico.
Emma: no puedo ir a saludarte, pero te deseo mucha suerte mi jugador favorito😍🍀
Cameron: Gracias hermosa💛, tengo que confesarte que estaba a punto de no jugar y te iba a ir a buscar.
Emma: ¡¿QUE?! Estas completamente loco Cameron
Cameron: completamente loco de amor😍😍
Cameron: te quiero💛
Emma: yo más💕
Esos últimos dos mensajes de él me habían dejado anonadada.
— ¿Leíste los mensajes del grupo? — me preguntó Simón y quité mi vista del celular.
— No, estaba leyendo los de Cameron. Me puso que estuvo a punto de no jugar y de irse del partido porque no le contestaba. — dije mostrándoselo.
— Wow, ese chico si que esta loco por vos, nunca lo había visto así y me pone muy feliz. De verdad.
— Gracias amigo. — le dije abrazándolo. — ¿Qué pusieron en el grupo?
— Básicamente lo mismo que Cameron, pero sin tanto amor. Igual, ya les contesté. — declaró.
— Gracias. — le sonreí y fijamos nuestra vista al frente porque el partido estaba por comenzar.
Luego del partido y con una gran victoria con bastante ventaja nos dirigimos al estacionamiento a esperar a los chicos. Cameron había metido un gol y los demás Lucas y los otros chicos del equipo. Había sido un increíble partido.
Cuando llegamos al estacionamiento Sara se encontraba junto a Ámbar esperando también. Nos hizo seña para que nos acercáramos, Simón me miró como si quería hacerlo y acepté.
— Hola Chicas. — dijimos Simón y yo.
— ¿Que tal chicos? ¿Que les pareció el partido? — preguntó Sara, Ámbar por su parte esbozó una pequeña sonrisa.
— Estuvo increíble, creo que fue el mejor de todos los partidos que fuimos a ver, ¿verdad Em? — dijo Simón.
— Si, estuvo genial.
— Emma, ¿vi que sales con Cameron? — habló Ámbar y me sorprendí.
— Si, así es. — dije con una sonrisa.
— Me alegro, pero ten cuidado ya sabes cómo pueden ser los chicos y más si son los preferidos de todas las chicas del colegio. — dijo y no podía creer lo que estaba oyendo.
— Si, gracias. Se en lo que me meto y confío en él, igualmente gracias por tu consejo.
— No hay de que, bueno los dejo. Adiós amiga. — saludó a Sara y se fue junto a un chico del otro colegio.
— Lo siento Em, yo... — comenzó a decir Sara.
— Tranquila, no tienes la culpa de nada, ella es siempre así. — dije aclarando las cosas y Sara me sonrió con una sonrisa un poco triste.
Los chicos no tardaron en llegar, Cameron se acercó a mi, me levantó y me hizo girar.
— Ganamos rubia. — dijo con una hermosa sonrisa y dándome un beso en los labios. — Gracias por venir siempre a los partidos.
— De nada. — respondí con una gran sonrisa. Saludé a los demás chicos y los felicité. Me dirigí a Sara y a Simón y me despedí.
— Thompson, Emma, ¿no vienen? — preguntó uno de los chicos del equipo.
— No, tengo una cita con mi rubia. — dijo tomando mi mano y entrelazándola con la suya.
— Que aguafiestas! Bueno, nos vemos el lunes. — contesto.
— Adiós tortolitos. — dijo Sara y reí.
Nos dirigimos hacia el auto que estaba en el estacionamiento, Cameron guardó su bolso en el baúl y yo fui hacia la puerta del copiloto.
Me quité mi campera, mi cartera y me abroché el cinturón mientras Cameron entraba al auto.
— ¿Te gustó el partido?
— Si, creo que fue mi favorito, el de Simón también.
— ¿En serio? Ustedes dos son nuestros fans. — sonreí y miré hacia la carretera. Nos quedamos en silencio por algunos minutos hasta que volví a hablar. — ¿Á donde iremos? — pregunté.
— Ya lo verás. — dijo con una sonrisa, encendió la radio, tomó mi mano y la puso en la palanca de cambios debajo de la suya.
Media hora después nos encontrábamos en la zona de Tigre. Aún no había estado allí, era la primera vez y me emocionaba lo que veía. Ni bien entrabas te recibían las banderas de todos los países del mundo colgadas en un mástil cada una, era simplemente una belleza.
Tomamos la rotonda y nos dirigimos hacia un puente, cruzando el río, que estaba lleno de barcos, veleros y había hasta gente andando en kayak con aquel frío.
Finalmente estacionamos unas cuadras un tanto más alejadas, ya que no había tanto lugar y bajamos.
Entrelazamos nuestras manos y comenzamos a caminar hacia donde estaba el río.
— Es la primera vez que estoy aquí. — solté así, sin más. Cameron se frenó en seco y me miró serio.
— ¿Es en serio? — pareció completamente sorprendido.
— Si, papá nunca me había traído aquí, ni nadie. — admití.
— Bueno... — comenzó a rascarse la nuca. — Tengo que admitir que me siento afortunado por ser tu guía en esta noche. — reí. — primero iremos a comer y después haremos lo que sigue. — acepté y seguimos camino hacia el restaurante.
Unos minutos después llegamos allí, era un restaurante muy bello que tenía mesas adentro y afuera, me hubiese gustado mucho cenar afuera, pero hacía bastante fresco. Cameron no tenía el abrigo suficientemente y temía de que se enfermara.
Nos ubicaron en una mesa para dos, nos trajeron los menús, pan y algunas salsas para acompañar.
Ambos pedimos pastas para cenar y luego de que el mozo se retiró Cameron comenzó a contarme acerca de su familia, cómo su abuelo y su abuela paternos se conocieron y también sus padres. Eran historias increíbles que te hacían creer verdaderamente en el amor.
— ...con tres añitos vine a vivir a este increíble país y no me arrepiento por nada en el mundo. Y mucho menos ahora. — dijo finalizando y tomando mi mano entre las suyas. — ¿Y tu? Contame de vos — como siempre solo Pili y Nick conocían esa historia, por la que la volvía muy personal para mi.
— La realidad es que no son para nada mágicas como la de tu familia. Mi abuela paterna se casó con mi abuelo a los 17 años, por obligación y años más tarde tuvieron a mi padre. — dije simplemente. Justo el mozo llego y dejo nuestros platos.
— Buen provecho, que lo disfruten. — nos dijo con una sonrisa.
— Gracias. — dijimos ambos y el mozo se retiró.
— ¿y tus padres? — preguntó Cameron mientras le ponía queso a sus raviolones.
— Pues... se conocieron en un bar, allí en Puerto Madryn, desde ese momento comenzaron a hablar y salieron un par de veces más, hasta que en uno de esos encuentros mi mamá quedó embarazada de mi hermano, eran un poco jóvenes. — comí un poco de mis sorrentinos, bebí y seguí. — Mis abuelos paternos dentro de todo los apoyaron, pero los maternos no querían saber nada. Finalmente después de que mi hermano nació se casaron, un año y medio después llegué yo. Comenzaron las peleas hasta que cumplí los tres, mi mamá se decidió ir y nunca más supe de ella. Ni siquiera de sus padres, no quise tener ningún contacto cercano de ella. Y lo demás ya lo sabes. — concluí y comencé a comer.
— Lo siento tanto.. — comenzó a decir pero lo frené.
— No Cam, no tienes que sentir nada, tu no tienes nada que ver con esto.
— Está bien. — respondió y terminamos de comer. Cuando salimos del restaurante nos cruzamos a la vereda de enfrente, donde estaba el río, y caminamos un poco, me mostró cosas, me contó que el solía venir de chiquito a este lugar, pero que ya no lo hacían tan seguido.
Regresamos al auto y comenzamos a hacer el mismo camino de antes pero protegidos del frío. Fuimos hasta el final de la calle hasta donde un increíble construcción cortaba el camino y debías doblar si o si.
— ¿Qué es esto? — pregunté maravillada.
— Ese es el Museo de Arte de Tigre. — dijo. — Es hermoso, solo estuve una vez aquí adentro, es muy raro que lo abran a todo el público, casi siempre se usa para eventos empresariales o fiestas importantes. — de la nada Cameron se quedó callado y me volví para verlo, había frenado el auto en doble fila y estaba atento mirando hacia el lugar.
— Cam, ¿sucede algo? —pregunté.
— Creo que está abierto al público. — aceleró y buscamos estacionamiento. Por suerte, en esta zona no estaba tan llena como más cerca del puente.
Bajamos y nos dirigimos al museo. Un guardia de seguridad se encontraba en la puerta vigilando absolutamente todo.
— Hola, disculpe que lo molestemos, ¿quería saber si se encuentra abierto al público?
— Buenas Noches. Si, esta semana se encuentra abierto por una exposición que compartió el Museo Nacional de Bellas Artes. Pueden adquirir la entrada antes de entrar y cierra en dos horas. — dijo el guardia y una sonrisa se extendió en mi rostro, iba a conocer este mágico lugar.
— Muchísimas gracias. — Cameron me tomó de la mano y nos dirigimos hacia la boletería. Cameron compró las entradas y se las dimos al guardia de seguridad, quien nos dejó pasar.
El lugar estaba lleno de pinturas de muchos artistas argentinos, recorrimos toda la planta baja y subimos al primer piso, cuando terminamos por esta parte Cameron habló.
— Ven, quiero mostrarte algo. — lo seguí hacia unas grandes puertas que nos conducían a un increíble pasillo al aire libre, era sin lugar a dudas realmente hermoso. Llegamos al final del recorrido donde había algunas parejas y familias tomándose fotos, y nos quedamos allí admirando la increíble vista y la hermosa noche que teníamos delante de nuestros ojos. Me di vuelta para admirar al chico que tenía al lado, el chico que estaba completamente loco y que me producía nuevos sentimientos.
— Gracias por esto. No se cómo agradecértelo, en realidad, no se como agradecerte todo lo qué haces por mi, día a día. — dije y algunas lágrimas comenzaron a querer salir, me las sequé con las mangas de mi abrigo.
— Te mereces esto y muchísimo más, ya te lo dije. Emma Martínez, eres increíble. Me convertiste en una persona completamente diferente, produces que quiera hacer miles de locuras por ti, nunca me había pasado esto, con nadie y por eso quiero compensártelo. — dijo y se aclaró la garganta. — Emma Martínez ¿te gustaría ser mi novia? Se que nos conocimos hace poco, que me pediste que fuéramos despacio, pero.. — y dejó de hablar porque lo besé. Lo besé con toda la pasión y con todo el amor que podía darle a ese chico. Lamentablemente y aunque me costara admitirlo estaba enamorada, completamente enamorada de este chico y no lo iba a poder evitar. Nos separamos, ambos con las mismas sonrisas que se nos habían formado aquella primera vez en que nos habíamos besado.
— Asumo que eso será un si, ¿no? — preguntó y reí. Nos quedamos por un rato, abrazados, conteniéndonos el uno al otro.
Cuando llegó la hora de volver al auto, Cameron me propuso ir a una heladería y la realidad era que no me pude negar. Era muy fan de comer helado en cualquier momento del año, hiciese frío o calor, lo amaba.
Nos dirigimos a una que estaba cerca de casa, así nos ahorrábamos el viaje. Pedimos nuestros gustos y nos fuimos hasta el parque donde Cameron había descubierto aquella tarde que yo cantaba. Nos sentamos en las hamacas, ya que estaba completamente vacías y comimos en silencio, cuando los terminamos Cam tiró los papeles, las cucharas y se volvió a sentar en la hamaca.
— Hay algo que tengo que hablar con vos. — dijo y acepté. — Sabes que en un mes me estaré yendo de viaje de egresados, ¿no? — asentí, si lo sabía, pero hasta este momento no me lo había puesto a pensar. — Igualmente serán 9 días y te prometo que no pasará absolutamente nada, además acabamos de ponernos de novios, no quiero arruinar esto.
— Está bien, son pocos días y además lo que decidas hacer, por mi no hay problema. — para serles sinceros nunca había sido una persona celosa, obviamente no estaba a favor de las relaciones abiertas, pero nunca me había sentido perseguida con nadie.
— Gracias. — dijo, me levanté y me senté en sus piernas, rezando que la hamaca aguantara nuestros pesos. — eres la mejor. — depositó un beso en mi mejilla.
— ¿Y cuando se van? — pregunté.
— Todavía no sabemos, la reunión pre-viaje la tenemos la última semana de julio, no me acuerdo que día.
— Está bien. — dije y asentí.
— Desearía que pudieras viajar con nosotros, sería increíble, todos en Bariloche. — admitió unos minutos después.
— La verdad que si, pero no puedo hacérselo pagar a mi papá ahora, me mataría.
— Lo sé. — respondió con una carita triste y yo lo abracé. — ¿Vamos? Es hora de volver a casa. — ahora fui yo la que hizo puchero. — Salvo que quieras quedarte conmigo. — dijo y reí.
— No puedo y lo sabes.
— Valió la pena el intento. — dijo, lo tomé de la mano y comenzamos a caminar hacia el auto.
Me dejó en casa, comencé a dirigirme hacia mi habitación pero la luz encendida de la de papá llamó mi atención, me acerqué, golpeé y lo saludé.
— Hola hija, ¿qué tal la cita? — preguntó quitándose sus anteojos y dejando el iPad que le había regalado Cam de lado.
— Hermosa. — dije con una sonrisa en mis labios.
— Me alegro mucho pequeña, ahora ve a descansar, ¿si? — asentí. — Nos vemos mañana.
— Adiós pa. — me dirigí a mi habitación, me descambié y me acosté. Mi celular sonó justo cuando estaba a punto de apagarlo.
Cameron: que descanses princesa😍
Emma: vos también🥰