Al Ritmo de la Química

CAPÍTULO 27. ¡Feliz Cumpleaños Cam!

Último día de clases antes de las vacaciones de invierno.
En el colegio habíamos organizado un desayuno, cada uno debía llevar algo para compartir, como bizcochuelos, facturas, galletitas, jugo o mate.
Sinceramente nunca había sido fan de esa típica bebida argentina, así que decidí llevar un jugo y un paquete de magdalenas.
A la salida del colegio, Cam y yo nos dirigimos al supermercado y compramos algunas cosas para preparar el almuerzo. Habíamos decidido finalmente ir a casa, porque íbamos a estar solos, sin que nadie nos interrumpiera, además de que Nati le había avisado a Cameron que un par de amigas de Emily y sus madres irían a su casa para festejar el día del amigo por adelantado, ya que después todos se irían de vacaciones.
Cuando llegamos a casa recordé que había dejado la bolsa con el regalo encima de mi escritorio, ni bien Cameron estacionó, salí rápidamente del auto y entré en casa. Subí las escaleras, dejé mi mochila en mi cama, tomé regalo y lo dejé en la habitación de papá, total nadie iría para allí. Bajé de nuevo y Cam estaba cerrando la puerta de entrada, me miró, sonrío, pero no dijo nada. Me acerqué a él y tomé las bolsas de las compras, las llevé a la cocina y las dejé en la isla. Comencé a sacar las cosas y las acomodé en la mesada.
— Hoy probarás mi especialidad. — dijo Cam que apareció por detrás mío y depositó un beso en mi cuello, generándome cosquillas. Me sobresalté y casi se me cae la crema de mis manos. — No se la cociné a nadie, eres la primera.
— ¿Eso es bueno o malo? — pregunté con una sonrisa.
— Oye. — dijo tomándome de la mano y dándome vuelta, quedando frente a frente. — ¿Estás despreciando mi comida?
— No. — reí. — Sólo el hecho de que no se la hayas hecho a nadie más me da un poco de desconfianza.
— Me sale exquisita y ya lo vas a ver. — dijo depositando un beso en mi mejilla y separándose de mi.
— Está bien. — respondí. — Pero, quiero ayudarte.
— Okey. — dijo mientras desapareció por la puerta. Me dirigí al baño y lavé mis manos. Volví a la cocina y Cam estaba cortando el bacon, se había quitado la corbata y se arremangó la camisa, estaba irresistible, pero debía controlarme, así que me acerqué a él y le pregunté que debía hacer. 
Media hora después el almuerzo ya estaba listo. Habíamos preparado tirabuzones a la Carbonara y la realidad era que tenía una re pinta. Le alcancé los platos para que sirviera y comencé a llevar los cubiertos y los vasos a la isla, busqué la bebida en la heladera y nos sentamos en los taburetes a comer.
— Esto está delicioso. — admití. Me sentía básicamente como la ratita de "Ratatouille" cuando probaba la mezcla entre el queso y la fresa.
— Gracias. — dijo él con las mejillas un poco sonrosadas. — Igual vos también me ayudaste. — dijo con una sonrisa.
— Bueno, pero fue idea tuya hacer esto.
— Es verdad. — dijo y ambos reímos.
Almorzamos en silencio y disfrutando de la comida. Cuando terminamos de comer Cameron insistió en ayudarme a lavar los platos, pero no se lo permití. 
Más tarde nos dirigimos a mi habitación y nos pusimos a hacer el trabajo. A eso de las 4 ya habíamos terminado todo lo que la profesora nos había dado para investigar hasta el momento. 
Decidí armar mi valija para así ya tenerla lista. Cam me ayudó a planchar y a doblar la ropa, no podía creerlo. Obviamente tuve que retratar ese momento para poder mostrárselo a Nati más tarde. 
Una vez que la habíamos terminado decimos bajar a merendar.
— ¿Que quieres? — Le pregunté mientras entramos en la cocina.
— Un té. — respondió.
— ¿Sabor?
— Frutilla. — dijo sentándose en uno de los taburetes. 
— Está bien. — puse a calentar el agua en la pava eléctrica y busqué unos paquetes de galletitas del mueble. 
Cuando el agua estuvo lista, tomé dos tazas y la serví ahí. Me senté al lado de Cam, que se encontraba revisando su celular. Le alcancé la azucarera para que se sirviera a gusto, él bloqueó su celular y lo dejó un lado. 
— Mamá me preguntó si seguía con vos, le dije que si y me avisó que las madres ya se fueron y que va a aprovechar a bañar a los peques ahora.
— Ah genial. — dije y le di un sorbo a mi matecocido. — Cuando quieras ve, no hay problema.
— Si, en un rato ya voy, así me baño y te dejo prepararte a vos.
— Está bien. — respondí y volví a beber. — Nunca me habías contado acerca de tus hermanos.
— Tú tampoco habías preguntado. — respondió con una sonrisa. — ¿Qué te gustaría saber? — inquirió y pensé.
Me contó lo principal, él siempre había deseado tener un hermano/a con el quien jugar cuando era chico, además de tener a sus tres mejores amigos, no le alcanzaba, él deseaba tener un compañero de casa. Pero el problema fue que sus papás se acordaron un poco tarde y Emily llegó cuando Cameron tenía alrededor de 13 años. Es una niña muy dulce, un poco payasa y caprichosa, pero que en el fondo es un amor y él la adora.
Y lo mismo pasó con Mateo, hace un año aproximadamente se enteró de la noticia, además de que iba a ser varón lo que provocó que se entusiasmó aún más. Emily estuvo celosa por un tiempo porque decía que ella iba a ser la hija del medio y que había visto en las películas que los hijos del medio eran los olvidados. Si, cuando Cameron me lo contó me quedé sorprendida, no podía creer que una niña de tan solo 5 años podía sacar aquella conclusión de películas o programas de televisión, pero finalmente pudieron convencerla diciéndole que ella era especial porque era la niña de los tres y se tranquilizó.
Además me confesó que fue él quien eligió el nombre de su hermano, siempre había querido llamarse Mateo entonces había decidido ponerle así a su hermano, un poco raro, lo sé. 
******
Eran casi las 9 cuando termine de bañarme, me dirigí a mi habitación y me cambié. Me había puesto un suéter negro, una pollera rayada, blanca y negra y unas zapatillas blancas. Me maquillé sutilmente, tomé mi cartera y me dirigí a la habitación de papá a buscar el regalo.
Comencé a bajar las escaleras cuando mi celular comenzó a sonar, era Cameron, atendí.
— Emma ya estamos en la puerta de tu casa. — pude reconocer la voz de Emily con facilidad.
— Está bien Emily, ahí voy. — corté la llamada y bajé, mi padre se encontraba junto a Romina mirando una película en el living.
— Hola. — dije y mi papá pausó la película.
— Hola Em. — dijo Romi con una sonrisa.
— Hola hija, estás bellísima.
— Gracias pa. — sonreí. — Me voy que me están esperando.
— Está bien, diviértete. — respondió papá.
— Gracias, nos vemos.
— Adiós. — dijo Romina y le sonreí.
— Adiós, pasen una linda noche. — dije y salí de casa.
Una camioneta RAM negra estaba estacionada en la puerta de casa, me dirigí hacía la misma y la puerta de atrás se abrió y la cabecita de Emily apareció junto con una sonrisa. 
— ¡Emma! — gritó.
— Hola Emily. — dije mientras subía.
— Hola. — me dijeron todos y yo los saludé también. Cam estaba del lado de la ventanilla izquierda, estaba más hermoso que nunca, llevaba una remera lisa blanca, un Jean azul y una campera de cuero negra que le quedaba increíblemente bien, y se encontraba teniendo en sus brazos a Mateo medio dormido.
Nos dirigimos hacia Puerto Madryn, aún no había conocido bien ese lugar. Solo había ido esa vez con los chicos al cine, pero no había vuelto a ir.
Media hora después nos encontrábamos estacionando cerca del restaurante o eso es lo que me habían dicho. Bajé de la camioneta y ayudé a Emily a hacer lo mismo. 
— Em. — Cam me llamó y me dirigí hacia él. — Puedes tener a Mateo que sacó el carrito.
— Si. — asentí y lo tomé en mis brazos, aún seguía dormido, era muy lindo.
Cam bajó el carro, lo armó y acomodé a Mateo dentro, Emily me alcanzó la frazadita, lo tapé y le puse el nylon transparente, por el frío. 
— ¿Chicos están listos? — preguntó Nati apareciendo por el costado de la camioneta junto a Camilo, todos asentimos y comenzamos a ir hacia el restaurante. 
Tuvimos que atravesar el Puente de La Mujer porque Cam me dijo que se encontraba al otro lado. 
— Wow, es más hermoso que en las fotos. — admití. 
— ¿Nunca estuviste acá? — preguntó sorprendido.
— Este año solo la vez que vinimos al cine, pero no recuerdo si de chica vine con mi familia. — dije.
— Creo que me está gustando esto de que sea yo quien te muestre lugares de Buenos Aires. — dijo con una sonrisa, entrelazó nuestras manos y yo reí.
Llegamos al restaurante, al parecer habían hecho una reservación porque había fila para esperar pero nos hicieron pasar antes que todos los demás. 
Nos ubicaron en una mesa cerca de un gran ventanal donde se podía ver el río e incluso el Puente. 
Era bellísimo el restaurante y se notaba bastante caro.
Otra vez tuve que sentarme en el medio, Cam se sentó a mi izquierda y Emily a mi derecha. 
Nuestro mozo se acercó y nos tomó el pedido, Cameron y yo habíamos decido pedir un plato para compartir, la realidad era que el restaurante era demasiado caro y me sentía incómoda pidiendo un plato para mi sola.
— Em, ¿ya tienes todo preparado? — me preguntó Camilo, mientras el mozo se alejaba con las cartas.
— Si, hoy Cam me ayudó a armarla. — dije.
— ¡¿Es en serio?! — preguntó Nati que hasta recién estaba jugando con Mateo.
— Si, hasta tengo una prueba. — admití con una risa. 
— ¡¿Qué?! — dijo Cameron que no tenía idea de nada. Tomé mi celular, busqué la foto y se las mostré a sus padres, ambos comenzaron a reír. Emily que estaba jugando con su IPad también quiso ver la foto y rio, aunque pobre seguramente no entendía que era lo que estábamos hablando. 
— Lo siento. — admití en voz baja.
— Lo lamentarás. — dijo con una sonrisa de superioridad.
Veinte minutos después nuestro mozo se acercó junto a otro con los platos, los dejó, nos deseó "Buen provecho" y se retiró.
Habíamos decido con Cam pedir algo de mariscos ya que hacía bastante que no comía.
Terminamos de comer y decidieron pedir postres pero yo pasé, ya me había llenado bastante. 
Los papás de Cam compartieron un volcán de chocolate, él había pedido un flan casero y Emily dos bochas de helado.
Cuando Camilo ya había pedido la cuenta, Cam se dirigió al baño, antes de irnos.
— ¿Que hora es? — le preguntó Camilo a Nati.
— Falta media hora. — respondió ella. — Podemos ir a caminar por acá y esperar. — él asintió. En ese preciso momento el mozo se acercó y le dio la cuenta y Camilo le tendió la tarjeta, haciendo que el mozo se retirara de nuevo. — ¿Te parece bien Em? — me preguntó Nati.
— Si, por supuesto. — admití. Cameron volvió a la mesa y todos quedamos en silencio.
El mozo devolvió la tarjeta y todos nos levantamos para irnos. Ayudé a Emily a colocarse su abrigo y luego me puse el mío. 
Salimos del restaurante y caminamos por aquel lugar que se encontraba todo iluminado y lleno de turistas paseando a estas horas de la noche. 
Cameron se adelantó hasta mi y me tomó de la mano, luego se nos sumo Emily, quien se puso del lado izquierdo de Cam, dejándolo en medio de ambas.
— Mis dos chicas, mis favoritas. — dijo mirándonos a ambas y yo sonreí. Apoyé mi cabeza en su hombro y él puso su brazo derecho por mi hombro derecho dejándolo ahí, para atraerme hacía él. 
Mi celular vibró, lo tomé y vi el mensaje sin que Cameron lo leyera ya que era de Nati.
Natalia: Em vamos para el Puente de la Mujer.
Aún faltaban minutos para que fuera el cumpleaños de Cam, por lo que al parecer querían que cuando fuesen las doce estuviéramos parados ahí en medio.
Subimos por el puente y cuando llegamos a la mitad Camilo dijo que nos frenáramos allí, que quería tomarnos algunas fotos. Nos pusimos los tres allí y Camilo tomo un par. Cuando bajó su celular Natalia comenzó a acercarse hacia su hijo cantando el feliz cumpleaños, yo me corrí para darles espacio.
Que los cumplas feliz, que los cumplas feliz, que los cumplas querido Cameron, que los cumplas feliz... — dijo abrazando a su hijo.
— Mamá no.. — comenzó a decir él y yo reí.
— Feliz cumple hijo. — se acercó Camilo y lo abrazó. 
— ¡Feliz Cumpleaños! — dijo Emily corriendo hacia él y Cam la alzó. 
— Gracias pequeña. — dijo él dándole muchos besitos en sus mejillas y provocando que ella se riera.
— Quédense ahí. — dije antes de que se movieran, saqué mi celular y les saque una foto a los cuatro. 
— Espera... — Nati se acercó y tomó a Mateo en brazos, quien se acababa de despabilar por el bullicio. Volvieron a posicionarse y les tomé un par de fotos más. 
Justo una pareja estaba pasando por atrás mío cuando Camilo los detuvo.
— Hola, podrían sacarnos una foto. — dijo él y ellos asintieron. Camilo me quitó el celular de mis manos y se lo tendió a la joven. — Tu vienes con nosotros. — dijo Camilo tomándome del brazo y llevándome para que saliera en la foto con ellos. 
Aunque quise ponerme en la punta porque uno nunca sabe, ellos no me lo permitieron y decidieron ponerme al lado de Cameron. Él me sonrió, pasó su mano por mi cintura, depositó un beso en mi mejilla y posó para la foto. El flash me dejó un poco ciega, pero solía pasarme seguido por mis ojos claros, no aguantaba tanta luz.
Luego de la foto todos se acercaron hacia allí para buscar el celu, ver las fotos y yo me quedé junto a Cameron. 
— Feliz Cumpleaños. — dije y él me sonrió, con esa sonrisa que tanto me volvía loca. — Esto es para ti. — dije recordando que aún tenía su regalo en mis manos. 
— No tenias porque... — comenzó a decir pero lo interrumpí.
— Solo ábrelo. — dije. Sacó el regalo que estaba envuelto por mi, le quitó el papel y se quedó completamente helado.
— No quería regalarte algo que cualquiera podía darte, preferí darte algo que había hecho yo, pero si no te gusta... — dijo pero me interrumpió besándome en los labios y dejándome con el resto de la frase en la boca. Fue un beso tierno y cariñoso que hacía que me derritiese por dentro, cada vez que se profundizaba aún más. 
Con respecto al regalo era un cuadro de fotos pero en vez de tener alguna foto de nosotros, tenía enmarcado dos momentos importantes que habíamos vivido, pero en forma de ubicación. El primer día que nos conocimos, que había sido en la casa de Lucas y nuestro primer beso, que había sido en su casa.
Cuando nuestros labios se separaron no podía parar de sonreír, al igual que él. 
— Me encanta. — dijo con la respiración entrecortada. — Es lo segundo mejor que me han regalado. — no voy a negar que me entristeció un poco escuchar eso, pero lo traté de disimular lo mejor posible.
— ¿Y qué fue lo primero mejor que te regalaron? — pregunté curiosa, no lo podía evitar.
— No fue nadie físico, se que tu cabecita está imaginando todo tipo de cosas que no tienen nada que ver con lo que es en realidad. — dijo mientras tocaba mi cabeza y yo reí, porque era 100% real. — Lo mejor que me regalaron fue conocerte. — pronunció la última palabra y casi sentí que me desmayaba. Estaba segurísima de que mis mejillas estaban a otro nivel de rojas y eso me daba un poco de miedo, la verdad.
En el viaje de vuelta volví recostada en el hombre de Cameron pensando en lo que me había dicho hacía un rato, aún estaba anonadada, no podía creer que de verdad era importante para él, aunque a veces me costaba creerlo, cada día él me demostraba que le importaba muchísimo y estaba muy agradecida con eso. 
Aunque los cambios no me habían gustado para nada, porque había producido muchos problemas en mi vida, como el distanciamiento con mis mejores amigos, de la cosa que nunca me arrepentiría era de haber conocido a Cameron Thompson, por sobre todas las cosas.




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