Al Ritmo de la Química

CAPÍTULO 28. Promesas

Terminé de almorzar y me dirigí a mi habitación para cambiarme. Hacía un rato Nati me había preguntado si podía ir a ayudarla a terminar con la decoración, se encontraba un poco atrasada y Cameron y Camilo habían desaparecido hacía unas horas, por lo que se encontraba completamente sola.
Me puse ropa cómoda y me dirigí hacia su casa, cuando llegué toqué el timbre y unos minutos después Nati apareció por la puerta. 
Fuimos hasta el patio, dos gazebos de jardín color piel ya estaban armados, una mesa larga con bastantes sillas también ya estaba lista y otra más atrás que supuse que sería para colocar la mesa dulce. 
Comenzamos a poner los manteles negros en ambas mesas y luego un camino marrón claro en la principal.
Ayudé a Nati a colocar unos pedazos de tul para decorar en algunas partes, colgados desde las varas de los gazebos, puse el cartel de "Happy Birthday" que había hecho el otro día y comenzamos a colocar los platos, cubiertos, copas y servilletas para cada invitado.
Conectamos algunas luces en las varas para poder iluminar a la noche, sino los invitados no verían lo que iban a estar cenando.
Por último armamos unas mesas ratonas con puff, esas eran para nosotros, ya que eran bastantes familiares y todos no entraríamos en la misma mesa.
Una vez que dejamos el parque en condiciones entramos y nos dirigimos a la cocina, Nati me ofreció algo para beber y acepté.
— ¿Ya tienen todo listo? — pregunté.
— Si, esta mañana me trajeron lo último del catering.
— Genial. — admití. — ¿A qué hora venimos?
— Tipo nueve. ¿Tu hermano viene al final? — preguntó.
— Si, ayer terminó de cursar, tiene vacaciones hasta los primeros días de agosto, si no me equivoco.
— Ah, que bueno. — El sonido de la puerta de entrada nos interrumpió y dos voces de hombres se escucharon provenientes desde el living, Cameron y Camilo habían llegado. Se dirigieron a la cocina y Cam se sorprendió al verme. 
— Em, ¿Qué haces acá? — preguntó acercándose a mi y dándome un beso en los labios. 
— Tu mamá necesitaba ayuda y como ustedes se fueron me preguntó si podía venir y darle una mano.
— Hola Em. — dijo Camilo.
— Hola. — respondí.
— Terminaron con todo? — preguntó Camilo, dirigiéndose a su esposa.
— Si, ya esta todo listo. — dijo con una sonrisa y me guiño un ojo, yo le sonreí.
— Bueno, es hora de retirarme. — dije.
— Te acompaño. — dijo Cam y me siguió, me despedí de sus padres y salimos de su casa, camino a la mía.
—¿Qué vas hacer ahora? — preguntó tomando mi mano y entrelazándola con la suya.
— Supongo que leeré algún libro, por cierto, creo que tengo que terminar uno.
— El mejor plan. — dijo y escuché un poco de risa en su voz. 
— Ey, no te rías. — dije seria.
— Perdona, no fue mi intención. — dijo dándome un beso fugaz.
— Esta bien. — admití.
— ¿Y de que trata? — preguntó.
— Es sobre un grupo de cuatro amigos, uno de ellos es una chica, se conocen de toda la vida, pero un día la familia de uno de los chicos se muda a vivir a otro país y pierde un poco de relación con ellos, en especial con la chica, y después de varios años el chico vuelve pero esta un poco cambiado y la chica también y como que hay una atracción entre ellos, pero tratan de ocultarlo por el miedo a lo que digan sus otros dos amigos.
— Wow, suena interesante. Algún día la voy a leer. — dijo y reí. — ¡¿Qué?! 
— Es que no te creo. — respondí simplemente con una sonrisa.
— Mmm, no me creas, pero lo haré. Aunque no ahora. — dijo con una sonrisa y yo volví a reír.
Llegamos a casa, me despedí de él y entré. Le había ofrecido entrar pero había dicho que me iba a dejar tranquila para que pudiera terminar mi libro, así que subí a mi habitación, cerré mi puerta, me recosté en la cama y tomé mi libro, que estaba apoyado en la mesa de luz, lo abrí e instantáneamente me perdí en la lectura.
******
— Hija, despierta. — mi papá comenzó a sacudirme, me despabilé, abrí mis ojos y la luz encendida de mi habitación me cegó la vista. 
— ¿Qué hora es? — pregunté volviendo a cerrar mis ojos, tenía demasiado sueño, siempre era mala idea dormir una siesta, porque me daba aún más sueño del que tenía al principio. 
— Van a ser las ocho y media. — respondió y me sobresalté.
— ¡¿LAS OCHO Y MEDIA?! Ay dios tengo que bañarme. — me levanté a las apuradas haciendo caer mi libro y logrando que se cerrara, no tenía ni la menor idea en donde me había quedado. — Mierda. — maldecí, lo tomé y lo dejé apoyado en la cama. Papá rio y me percaté de que aún seguía en mi habitación. 
— Bueno, te dejo prepararte, avisa cuando estes lista. Nosotros ya estamos, Romi y Gabriela ya vinieron. Solo faltas tú. — dijo papá saliendo de la habitación y cerrando la puerta detrás de él. Maldecí de nuevo, agarré mi ropa interior y me dirigí corriendo al baño. 
Tomé la ducha más rápida de mi vida, siempre solía tomarme mi tiempo bañándome, pero esta vez no sería el caso. 
Salí del baño y fui hasta mi habitación, por suerte ya había decido que iba a ponerme por lo que me ahorré el gran paso de revisar todo mi placard de arriba a abajo. 
Me había decido por un body negro con encaje, muy delicado y en medio tenía algo de transparencia de color negro también, un pantalón negro y unos zapatos altos negros, la realidad era que no solía vestirme todo de negro, pero este outfit me había encantado.
Por último me maquillé muy poco, solo lo básico y recogí mi cabello en una colita alta. Antes de salir de la habitación tomé mi saco blanco y mi cartera del mismo color para hacer un poco de contraste. Casi olvido mi celular, pero justo lo vi antes de salir. 
Bajé las escaleras, saludé a Romi y a Gabriela. La primera llevaba puesto un mono blanco muy elegante y unos zapatos del mismo color y Gaby se había puesto un pantalón cuadrille blanco y negro, un suéter blanco y unas zapatillas blancas, estaba sencilla, pero muy hermosa. Mi padre se había puesto una camisa y un pantalón de vestir, de los que solía usar para ir a trabajar y mi hermano un jean azul con una chomba blanca. 
Los cinco salimos de casa y nos dirigimos hacia la casa de los Thompson, lo que más agradecía era que las veredas de esta zona no estaban para nada rotas, sino era capaz de quitarme mis zapatos e ir caminando descalza. 
Unos minutos después nos encontrábamos en la puerta de entrada, la cuadra estaba llena de autos y justo había un par de familiares entrando, apuré el paso antes de que cerraran la puerta y Camilo fue quien nos recibió. 
— Hola tanto tiempo. — dijo y sonreí. 
— Hola Camilo. — lo saludé y entré. — Bueno, te presento a Romina y a Gabriela.
— Un placer conocerlas. — dijo él con su sonrisa tan encantadora, al igual que la de su hijo, que tanto me cautivaba. 
— Y él es mi hermano, Santiago.
— Por fin puedo conocerte. — dijo con alegría.
— El gusto es mío. — respondió mi hermano y se lo agradecí.
Los conducí hacia el patio trasero y divisé a Cameron hablando con los chicos, pero aún no me había visto, así que me dirigí a la cocina y todos me siguieron. 
Nati se encontraba allí junto a dos personas más que aún no conocía.
— Em, ven, pasa. — dijo y eso hice.
— Hola. — dije con una sonrisa. — Traje visitas. — Nati volteó a ver quienes se encontraban al lado mío. — Romi, ella es Natalia la mamá de Cameron y Nati ella es Romina la novia de papá. — dije y ambas se saludaron. — y después tenemos a Santiago mi hermano y Gaby su novia. 
— Escuché hablar bastante de ti. — le dijo Nati y yo me ruboricé.
— Espero que haya dicho cosas buenas. — rio él.
— Si, por supuesto. — dijo Nati pasando su brazo por mi hombro, atrayéndome hacia ella en forma de abrazo. 
— Nati, perdona, ¿dónde te dejo esto? — dijo una de las señoras que estaba en la cocina junto a ella antes de que llegáramos. 
— Déjalas por ahi. — señaló hacia un rincón de la mesada. 
— Bueno Em, nosotros nos iremos para afuera. — habló Romi.
— Está bien, nos vemos luego. — respondí. Romi, Gaby y Santi se alejaron por la puerta de la cocina y yo me quedé junto a Nati.
— Estelle, Paola... — Nati llamó la atención de ambas señoras y las dos se dieron vuelta para mirarla. — Ella es Emma, la novia de Cam. — dijo y me ruboricé, nunca había escuchado decirlo desde otra persona que no fuese ninguno de nosotros dos. 
— Así que esta bella chica es la que le robó el corazón a mi ahijado. — declaró una de ellas y reí.
— Así es. — dijo Nati con una sonrisa. — Emma ellas son mis hermanas, Estelle la más grande y Pao la más chica, yo soy la del medio. — me contó. 
— Natalia, calla, no quiero que empiece a sacar cuentas. — dijo la más grande y todas reímos. Paola tenía un parecido bastante similar a Nati, pero a diferencia de que era rubia y Nati morocha, y Estelle era completamente diferente a ellas, pero tenía el mismo color de pelo que su hermana del medio. 
— Hola. — respondí. — Un placer conocerlas. — ambas respondieron que "también era un placer para ellas conocerme", Nati me preguntó si ya había visto a Cameron, le dije que si, pero como vi que estaba hablando con los chicos preferí no molestarlo. Me alentó a que fuera a saludarlo y eso hice.
Me dirigí hacia el living, donde vi pasar a Camilo para dirigirse de nuevo a abrirle la puerta a los invitados que faltaban, cuando mi delgado cuerpo chocó con uno más morrudo. 
— Disculpa no estaba mirando hacia el frente. — dije y levanté la vista para mirarlo, era un joven, se notaba más grande que yo, pero no lo conocía, para nada. El fijó su vista en mi y su rostro cambió completamente.
— No.. está bien, la culpa fue mía, venía mirando el celular. — dijo señalándolo, era mucho más alto que yo, hasta podría decir que pasaba a Cameron. Era rubio de ojos verdes, nunca me habían llamado la atención los chicos rubios, pero no podía negar que este estaba bastante bueno. 
— No pasa nada... — sonreí, no tenía ni la menor idea de como se llamaba. 
— Valentin. — dijo terminando por mi. — ¿y tú eres...?
— Emma. — respondí. 
— Eres muy linda Emma, al igual que tu nombre. — dijo y me quedé helada. Acaso estaba tratando de coquetear conmigo, pensé. Cuando estaba a punto de contestar una figura más alta que yo apareció a mi lado y me pasó su brazo por mi cintura.
— Hola rubia, me estaba preguntando dónde estabas, había visto a toda tu familia menos a ti. — dijo plantándome un beso en los labios.
— Estaba yendo a buscarte pero me topé con Valentin. — dije señalándolo. Cameron se percató de él como si fuera la primera vez que lo vió.
— Ah, veo que ya conociste a mi primo. — dijo de mala gana. ¡¿Su primo?! Eran completamente el agua y el aceite, salvo por el color de sus ojos.
— Cameron. — dijo con la misma mala gana que su primo. 
— ¿Martin vendrá? — le pregunto Cameron de una manera bastante cortante, aún teniéndome agarrada de la cintura aunque un poco más fuerte, lo notaba bastante tenso. Alguien estaba tratando de marcar territorio y yo me había dado cuenta.
— Supongo que si. — dijo bastante seco, ambos quedaron en un silencio bastante intenso y decidí sacarlo a Cameron de ese lugar.
— Amor... — dije y Cameron apartó su mirada de su primo y la dirigió hacia a mi. — ¿Me acompañas a saludar a los chicos?
— Por supuesto. — dijo con una sonrisa y besó mi frente. — Nos vemos luego. — le dijo y Valentin asintió con su cabeza sin decir nada más. Tomé a Cameron de la mano y lo llevé hasta el parque. — Prométeme que por sobre todas las cosas nunca te acercarás a Valentin y menos estando sola. — dijo con cierto tono de autoridad que nunca había notado en él. Lo miré sorprendida. Desde cuando me decía lo que debía de hacer.
— ¿Eh? ¿Por qué? — pregunté sin poder creer la actitud que había tomado.
— Solo no lo hagas, prométeme que no te acercarás. — dijo un poco más preocupado.
— Está bien, pero ¿por qué? — volví a preguntar. Me tomó del brazo y me llevó a un lugar un poco más alejado que donde se encontraban el resto de los invitados.
— Valentin no es la clase de chico al que presentaría a mis amigas o conocidas. — lo miré sin entender y él continuó. — Básicamente trata de seducirte hasta poder llevarte a su cama y luego te desecha como una bolsa de basura, así de simple. — formulé una gran "O" con mi boca. — No quiero que te pase eso a ti ni a nadie que conozca, Ámbar y Sara por supuesto que ya lo saben, porque ya intento hacerlo una vez, por eso no quiero que te suceda a ti también.
— Está bien. — declaré. — No me acercaré más a él.
— Gracias. — dijo con un suspiro, como si estuviese más tranquilo. 
— ¿Que edad tiene? — pregunté.
— 20, cumplirá 21 en unos meses. — respondió y asentí. De pronto sentí la presencia de un par de personas, los chicos se habían acercado hacia nosotros.
— Hola Em. — dijo Sara abrazándome. — Estas bellísima. — me miró de arriba a abajo y sonrió. 
— Gracias, vos también. — respondí.
— Hola desaparecida. — dijo Simón acercándose. Estos últimos días no habíamos hablado demasiado, solo en el colegio, pero nosotros hablábamos todo el tiempo por mensaje, llamada o hasta a veces solíamos salir a tomar algo.
— Perdona. —dije abrazándolo y disculpándome. — Te prometo que mañana hacemos algo antes de que me vaya. 
— Te tomo la palabra. — respondió con una sonrisa.
Nacho y Lucas también me saludaron y todos nos quedamos hablando de cosas no tan interesantes.
La mamá de Cameron comenzó a pedir que fuésemos a sentarnos a las mesas y nosotros nos dirigimos a los puff. Cameron se alejó porque tuvo que ir a recibir a un par de invitados más que acababan de llegar. Me senté al lado de Simón y de Sara. Valentin se sentó en la misma mesa que nosotros, al igual que mi hermano y Gaby. 
Unos minutos después Cameron apareció junto a un chico y una chica que parecían que tenían nuestra misma edad. El primero se llamaba Martin, era el hermano de Valentin y la chica se llamaba Clara, era su novia. 
Sara me confirmó que ambos tenían la misma edad que nosotros, pero que iban a otro colegio. Durante toda la tarde sentí la mirada de Valentin encima de mi, se encontraba en diagonal a mi, por lo que me podía ver a simple vista. Traté de ignorarlo lo más que pude, aunque en ciertos momentos me incomodaba un poco. 
Decidí ir al baño, por lo que le pedí permiso a Simón para que me dejara salir. Me dirigí al que estaba en el piso de abajo, golpeé por si había alguien, pero no recibí respuesta del otro lado y entré. Unos después salí y me topé de nuevo con Valentin, traté de esquivarlo pero no me lo permitió.
— ¿A dónde vas hermosa? — preguntó y me estremecí. 
— De nuevo a la mesa. — dije simplemente y sin más explicación.
— ¿Por qué no te quedas un rato conmigo y nos conocemos un poco más? — preguntó con una sonrisa acercándose un poco más hacia mi y acorralándome contra la pared. Me tensé.
— Valentin... necesito volver. — dije y comenzó a notarse que mi voz sonaba bastante nerviosa.
— ¿Pasa algo? — dijo tratando de acariciar mi mejilla, corrí mi cara lo más que pude, pero no lo logré. — ¿Me tienes miedo? — inquirió. — No debes creer en las estupideces que dice Cameron, ¿sabes? — dijo y me asusté, realmente. Quería salir de ahí, necesitaba salir de ahí. Una lágrima corrió por mi mejilla y Valentin me la secó. 
— Emma... — Valentin y yo dirigimos nuestra mirada hacia la persona que había hablado y agradecí muchísimo que estuviera aquí en este momento. — Necesito que me ayudes con algo. — declaró finalmente Lucas, no sabía si era real o que, pero iba a irme con él, de inmediato. 
Antes de dejarme ir, Valentin se acercó hacia mi y me susurró al odio. 
— No hemos terminado todavía. — mi cuerpo volvió a tensarse, se quitó del camino dejándome salir y no lo pensé ni dos veces. 
Lucas me llevó hasta el piso de arriba y nos dirigimos a la habitación de Cameron. Cerró la puerta y me senté en su cama.
— ¿Estas bien Em? — preguntó Lucas acercándose lentamente hacia mi. Cuando estuvo a centímetros se sentó al lado mío, lo abracé, comencé a llorar y a temblar. Lucas me abrazó y comenzó a acariciarme la espalda. — Está bien, tranquila. Llamaré a Cameron, tu quédate...
— No por favor. No quiero arruinarle su cumpleaños. Te lo pido. — dije suplicándole.
— Está bien, no le dire. Pero... prométeme que se lo dirás luego.
— Te lo prometo. — respondí. Nos quedamos por unos minutos en silencio, yo pensando en lo que había sucedido recién y él, la realidad era que ni idea en que pensaba.
— Perdón por todo. — declaró después de esos minutos en absoluto silencio, yo lo miré sin entender. 
— Perdón por haber mezclado las cosas, solo me había dejado llevar y creí que tú también gustabas de mi. — rio y me quedé quieta escuchándolo. — Había pensado eso, desde ese primer encuentro en el aeropuerto, después la fiesta y por último el colegio. Creí que era algo del destino, pero me había equivocado completamente. Lamento no haber hablado contigo antes, me sentía un poco avergonzado, pero algún día lo tenía que enfrentar, aunque no quisiera. Tuve que tener la ayuda de Nacho para que me diera cuenta de que en realidad tu no gustabas de mi, sino que todo había sido idea mía. — dijo y se me cayó el alma en pedazos. Recordaba aquel día en casa de mi tía, en donde había hablado con Nacho y le había pedido que le aclarara a Lucas que yo no estaba enamorada de él, que para mi solo era un amigo, pero nunca había creído verdaderamente que él si gustaba de mi. 
Al parecer era cierto y no quise verlo.
— Está bien. A veces pasa. — respondí. — Creo que en parte también fue culpa mía porque te hice creer lo mismo con ciertas acciones mías. Pero... la realidad es que si, solo te considero un amigo.
— Y estoy muy feliz con ello. Sos una persona increíble Emma y no quiero perderte por esta estupidez mía. — admitió. 
— Es que nunca me perdiste idiota. — le dije con una sonrisa. — Te quiero. 
— Yo también. — dijo él y nos fundimos en un abrazo.
 




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