Al Ritmo de la Química

CAPÍTULO 32. De vuelta a casa

Esa había sido definitivamente la mejor semana de mi vida. Haber convivido con Cameron durante siete días había sido la mejor experiencia que había vivido. Nos encontramos en la terminal esperando la hora de salida, eran las dos de la mañana del martes, estamos completamente exhaustos y lo que más necesitábamos en esos momentos era dormir las siete horas de viaje que teníamos por delante.
Ya había hablado con papá y le dije que ni bien el micro salía le avisaría para que se quedara tranquilo. Media hora después estábamos arriba del micro apunto de salir, le mandé un mensaje a papá, bloqueé el celular, me apoyé en el pecho de Cam y me quedé dormida.
Recuerdo la voz de Cameron despabilándome cuando llegamos a las dos paradas y luego a la terminal.
Bajamos, recogimos las valijas y salimos de ahí. Camilo fue quien nos vino a buscar, solo, ya que Nati se había quedado en casa con los niños. Cuando llegué a casa toqué el timbre, rápidamente papá apareció por la puerta de entrada y me abrazó con todas sus fuerzas.
Camilo y Cameron se despidieron tocando bocina, saludamos y entramos a casa.
En la mesa había un desayuno preparado, mi hermano estaba allí sosteniendo un cartel que decía "Bienvenida a casa, te extrañamos" y Gaby estaba a su lado.
— Sorpresa. — dijeron los tres al unísono. No pude ocultar la felicidad en mi rostro, corrí hacia mi hermano y lo abracé, lo había extrañado bastante, lo hice también con Gabriela y con papá de nuevo.
Desayunamos juntos, les conté todo lo que habíamos hecho, exceptuando los momentos con Cameron más íntimos en especial el día en el que corrimos debajo de la lluvia, y cuando nos metimos en el mar.
— Estás un poco resfriada hija. — dijo papá.
— Sí, había mucho más viento allí, así que supuse que fue por eso. — respondió y papá asintió no tan convencido, pero lo dejó.
******
El miércoles, Cameron y los chicos tendrían la reunión pre-viaje a Bariloche donde les avisarían las cosas importantes, entre ellas la fecha en la que se irían y regresarían.
Ésa mañana les había dicho por el grupo que después de allí vinieran a casa, así comeríamos pizza y obviamente todos terminaron aceptando.
Me encontraba en el sillón acostada, leyendo, tenía que ponerme al día con un libro que había dejado antes de irme. El timbre sonó, me dirigí a la puerta, estaba en pijama y con el pelo mojado porque hacía rato me había bañado y odiaba secarme el pelo con el secador. Abrí la puerta de entrada y una Romina muy bien arreglada se encontraba delante de mí con una bella sonrisa.
— Hola Em, ya estás aquí. — dijo acercándose a mí y abrazándome.
— Hola Romi, sí, ayer llegamos. — la miré de arriba a abajo. — Estás bellísima, ven pasa. — dije invitándola a pasar y cerrando la puerta detrás de ella.
— Gracias ¿Tu padre? — preguntó.
— Creo que está arriba terminando de cambiarse. —dije y me acerqué a la escalera. — ¡Papá! — grité.
— Voy. — respondió él. Volví al sillón y Romi se quedó parada allí.
— ¿A dónde irán? — le pregunté.
— Lo único que me dijo fue que era una sorpresa. — dijo y papá apareció con traje y camisa, estaba muy elegante, al igual que ella. Amaba la pareja que ambos hacían.
— Em, nos vamos. — dijo papá acercándose a darme un beso.
— Está bien, diviértanse. — respondí con una sonrisa.
— Gracias, adiós. — dijo Romi.
— Adiós. — ambos salieron dejando la casa completamente sola para mí. Volví a mi posición inicial y me quedé así leyendo.
A eso de las diez el timbre volvió a sonar, aún seguía vestida con el pijama y la realidad era que estaba bastante calientita como para cambiarme de nuevo.
Volví a abrir la puerta, Sara, Lucas, Nacho, Simón y Cameron aparecieron con una sonrisa y un par de cajas de pizza.
— Hola. — dijeron todos y sonrieron al verme con mi pijama.
— Era hoy ¿no? — preguntó Nacho y todos rieron. — Porque tu vestimenta dicen todo lo contrario.
— ¿Qué tiene mi ropa? — objeté, mientras todos entraban.
— Sólo que parece más que estás a punto de dormir en vez de esperar visitas. — dijo Cam con una sonrisa y besó mis labios. Cerré la puerta detrás de él, me dirigí al sillón, agarré mi libro y lo dejé en el mueble. Todos se ubicaron en la mesa y yo fui a la cocina buscar vasos.
— ¿Alguno quiere platos y cubiertos? — pregunté y todos negaron. Llevé un par de vasos y Sara acercó a ayudarme, agarré dos cuchillos para cortar la pizza, también.
— ¿Falta algo más? — preguntó Sara.
— Las servilletas, agarra el rollo. — Le indiqué. Volví a la cocina y busqué una coca, una botella de agua y la llevé al comedor. — ¿Alguno quiere cerveza? — pregunté. Cam, Lucas y Nacho levantaron su mano y fui a buscar tres latas de cerveza. Regresé a la mesa y me senté junto a Cameron.
— Hola rubia. — dijo con una voz y su sonrisa sexy, que me derretía por dentro cuando las hacía. Pasó un brazo por mis hombros y me atrajo hacia él.
— Hola morocho. — le sonreí tímidamente.
— A ver si los tortolitos tienen un poco más de respeto con los que estamos solos. — dijo Lucas y todos rieron.
Cada uno tomó una porción de pizza y Sara abrió su pizza vegetariana que había pedido sólo para ella.
— ¿Qué tal la reunión?, ¿cuando se van? — pregunté.
— Genial. El 8 de agosto nos vamos y volvemos el 16. La hora nos la dicen 48 horas antes de viajar. — habló Sara.
— Ah, no falta nada. — dije mordiendo un trozo de pizza.
— Sí, igual, no va a ser lo mismo sin vos. — dijo Nacho y todos asintieron.
— Lo sé, pero ya es tarde. Además está carísimo, mi papá me mataría. — respondí y nadie más habló del tema.
Nos pusimos un poco más al día, Sara, Simón y Lucas también se habían ido de vacaciones por una semana, a distintos lugares. El único que no se había ido fue Nacho debido a que hacía poco que él y su familia habían estado en Europa.
Luego de comer, me ayudaron a juntar todo y a llevarlo a la cocina. Mientras estaba lavando los vasos Lucas se me acercó y se quedó ayudándome a secarlos.
— ¿Hablaste con Cameron? — preguntó.
— ¿Sobre? — lo miré confusa.
— Lo que pasó el otro día en su fiesta. — dijo y automáticamente se me vino aquel recuerdo a la mente. Lo había olvidado completamente, pase una increíble semana junto a él y había decidido borrar aquel recuerdo para que no interviniera entre nosotros. Lucas se percató de mi silencio y obtuvo una respuesta por mi parte. — Sabes que tienes que hacerlo Em...
— Lo se, lo sé... pero es que lo olvidé por completo. Te prometo que lo haré
— Ok... — dijo Lucas y no terminó porque fue interrumpido por alguien.
— ¿Que harás? — preguntó el morocho entrando por la cocina.
— Cosas de nosotros, no te metas. — dije cortando el tema en ese lugar.
— Está bien. — dijo levantado sus manos en señal de paz y sonreí.
— Bueno, vayamos al living a ver qué están haciendo. — dije y ambos asintieron.
Finalmente habían decidido ver una película en el living. Después de haber discutido por 10 minutos qué película veríamos decidimos hacer pochoclos. Simón vino conmigo ya que sabía hacerlos muy bien. Después de haber hecho tres bowls llenos volvimos, apagué las luces y me acomodé en el piso al lado de Cameron.
Habían elegido ver "San Andreas", la película protagonizada por Dwayne Johnson o mejor conocido como La Roca. 
Ésa película ya la había visto varias veces y me gustaba mucho, pero preferí no decirlo para que no estuvieran como 10 minutos más pensando otra película para ver. 
******
Dos horas después habíamos terminado de verla, a todos les había gustado, salvo a Cam que no sabía realmente si le había prestado demasiada atención porque se dormitó varias veces en mi hombro.
Los chicos decidieron irse porque algunos ya se habían comenzado a dormir. Los despedí a todos y cerré la puerta. Cuando volteé hacia el sillón vi a Cam durmiendo, sonreí y me acerqué.
— Ey, despierta. — dije sacudiéndolo despacio.
— ¿Puedo quedarme a dormir? — preguntó medio dormido y haciendo puchero. 
— Está bien, pero antes de que papá se despierte te vas, ya veo que después no te deja venir más porque malinterpreta las cosas.
— Si, te prometo que a las siete me voy.
— Entra a las 9:30, porque estamos de vacaciones.
— Bueno, me quedo hasta 8:30. — asentí, lo tomé de la mano y subimos hasta mi habitación. Él se quitó su jogging y su remera, quedando solamente en bóxer.
— ¿No tenés frío.? — pregunté entrando a la cama.
— No, porque duermo tapado y abrazado a vos. — dijo besándome la frente. Sonreí, me acosté y me pegué a él.
— Sabes... — comenzó a decir. — Anoche no pude dormir porque me acostumbré a dormir con vos.
— Yo dormía y me despertaba. — admití. Era la primera vez que me había pasado esto, siempre me dormía muy fácilmente y por muchas horas, pero anoche me había costado horrores.
— Me alegra escuchar eso. — dijo con una sonrisa arrogante y se durmió a los segundos, abrazado a mi. 
 




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