Al Ritmo de la Química

CAPÍTULO 34. Corazón roto

El miércoles me había levantado temprano, me cambié y bajé a desayunar. Era el segundo día que iba al colegio esta semana, había decidido ir lunes, miércoles y viernes. 
Todos los días, aunque fuera por unos minutos, había hablado con Cameron, la estaba pasando increíble, pero siempre repetía que hubiese sido mucho mejor si estaría allí con ellos.
Lucas, Nacho, Simón y Cameron dormían juntos en una habitación y Sara estaba junto Ámbar y sus dos nuevas "amigas" con las que andaba siempre, si mal no recuerdo sus nombres eran Mía y Francesca.
En estos días también había tenido la oportunidad de hablar con Simón, quien no me dejaba de agradecer por haberlo incorporado de nuevo en el grupo con los chicos. Realmente lo quería demasiado, era una hermosa persona y un muy buen amigo. Hasta me contó que coincidieron con varios colegios de la zona, entre ellos el de la chica con la que se estaba conociendo, que tenía nombre y era Agustina, pero ella era un año más chica que nosotros, por lo que no estaba allí.
Saludé a papá, me senté al lado de él y comencé a desayunar. 
— Hija, sabes que puedes quedarte, ¿verdad? No tenés porque ir. — dijo prestándome atención.
— Lo sé, pero quiero hacerlo. — respondí y él sonrío.
— ¿Hablaste con Cameron?
— Anoche, antes de que fuera al boliche con los chicos. Tenían la fiesta del estudiante en ByPass. — le conté y él me hizo seña para que siguiera. — Se lo ve muy feliz, y a los chicos también, aunque ya están cansados, se les notan un poco las ojeras. — dije y ambos reímos.
— Me alegra mucho que lo estén pasando bien y lo de las ojeras es súper normal, raro sería que estén intactos. — confesó papá. Él también había ido a su viaje de egresados en su época. — ¿Vamos? — preguntó poniéndose de pie y dejando las tazas en el lavavajillas. Asentí tomando mi mochila, poniéndome la campera de abrigo y saliendo de casa.
Nos metimos en el auto y papá arrancó hacia el colegio. Mi celular comenzó a sonar, lo agarré, Simón me estaba llamando. Papá me miró como si no entendiera que sucedía, le mostré mi celular y asintió.
— ¿Hola? — hablé.
— Emma. — era la voz de Cameron.
— ¿Y Simón? ¿Está bien? — pregunté preocupada.
— Sí, está acá, al lado mío.
— Hola Em. — escuché su voz y me alegré.
— Hola Simón, te extraño. — le dije y escuché un "yo también" a lo lejos.
— Espera un segundo. — dijo Cameron y cortó la llamada.
— ¿Que acaba de suceder? — preguntó papá confuso.
— No tengo la menor idea. — respondí y ambos reímos. Mi celular volvió a sonar, era una videollamada desde el celular de Simón. Después de dudar por unos segundos terminé aceptando.
— Hola. — escuché el grito de todos detrás de Cam. Sonreí.
— Em, ¿en dónde estás? — preguntó Cameron.
— En el auto, con papá. — dije enfocándolo a él, quien saludo.
— Hola chicos. — dijo. 
— Hola Cris. — dijeron todos. Volví a poner la cámara frente a mí.
— ¿Estás con el uniforme? — preguntó Simón.
— Si, estoy yendo a clases. — dije.
— Estás completamente loca. — dijo Cam. — Deberías quedarte en tu casa durmiendo.
— Le dije exactamente lo mismo pero no me hizo caso. — dijo papá por lo alto para que el morocho escuchara.
— Deberías seguir el consejo de tu papá. — dijo mientras se alejaba del resto.
— ¿Están en el Cerro Catedral? — le pregunté porque había comenzado a reconocer esas vistas.
— Sí, nos están por hacer unas fotos para una supuesta revista. — dijo mientras hacía comillas con la mano que tenía libre. — Y después nos vamos a tirar en culipatin.
— Que genial. — dije. 
— Lo sé, ¿quieres que te muestre un poco las vistas?
— Está bien. — respondí y cambió la cámara. Estaba todo nevado pero aún así se distinguía algo de verde en los árboles, más que nada. Era bellísimo, además se veían a lo lejos los chicos jugando con la nieve y revolcándose. — Es hermoso. — admití.
— La verdad que sí. — dijo volviendo a poner la cámara frontal.
— ¿Y tu celular? — le pregunté.
— Lo dejé en la mochila, en la base.
— Ah. — respondí. Habíamos llegado al colegio. — Adiós pa. — lo saludé y bajé del auto.
— ¿Ya estás en el colegio? — preguntó Cameron y asentí. — Está bien, entonces te dejo, más tarde hablamos. Te amo.
— Yo más, mándale un saludo a los chicos de mi parte. — él asintió, le sonreí y corté la videollamada.
Me adentré al colegio y me dirigí al aula, como era de esperarse, estaba completamente vacía, por segunda vez.
Aproveché la mañana para que me explicaran algunos temas de ciertas asignaturas que no había entendido, entre ellas química, ya que en unas semanas debíamos entregar el trabajo integrador del segundo trimestre.
Al volver a casa almorcé en el sillón viendo una película y me puse a adelantar algunos trabajos que debíamos entregar próximamente. Además esta semana había comenzado a averiguar sobre la universidad, a fin de año debía anotarme por lo que tenía que ponerme en campaña con eso. La carrera ya estaba decidida, iba estudiar Arquitectura, lo que me faltaba decidir era donde la haría.
******
Después de haber terminado de cenar, me dirigí a mi habitación, tomé un libro — el que estaba leyendo en estos días — y me acosté a leer, quedándome completamente dormida.
A eso de las tres de la mañana mi celular vibró contra la mesa de luz y se encendió la pantalla, causando que se iluminara toda mi habitación y despabilándome.
Agarré mi celular y vi que tenía dos notificaciones de WhatsApp de alguien a quien no había agendado. Lo desbloqueé, entré en el chat y abrí el video que me habían mandado. Automáticamente el celular se escapó de mis manos, revotó en la cama y cayó al suelo.
No podía reaccionar, estaba en estado de shock, completamente paralizada, hasta que las primeras lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas.
Miles de sentimientos se cruzaron en mi cabeza, la ira, la tristeza, la confusión, la decepción, la inseguridad, todos particularmente negativos.
Recordé, como arte de magia, que mi celular estaba tirado en el suelo y me agaché a buscarlo. El vidrio templado estaba completamente roto, por lo que se lo quité y lo dejé apoyado en la mesa para tirarlo mañana.
Como típica adolescente masoquista que era, volví a ver ese video una y otra vez, sin poder dejar de llorar.
En ese video se veía a Cameron y a Ámbar en la fiesta de blanco besándose ferozmente, él la tomaba de la cintura como jamás me había tomado a mi, provocando que se me revolviera completamente el estómago. Terminé yendo al baño y devolví lo poco que había cenado. 
El video, por supuesto que no venía solo, sino que tenía una descripción que decía "¿Asi que este es tu famoso novio? El que te dice que te extraña para que duermas tranquila, mientras él aprovecha esa distancia para terminar besándose con otras y haciendo quien sabe que".
Sentía como si me faltara el aire, como si me estuviese ahogándome en un profundo mar y no podía salir de el porque estaba enganchada a un ancla que me hundía cada vez más. Parecía que todos estos meses hubiesen sido una mentira, como si verdaderamente no valiera absolutamente nada para nadie. Todo el mundo terminaba alejándose de mi, tarde o temprano. Había comenzado a los tres años, con mi mamá, luego mis amigos, hace unos meses y ahora, la persona que más había amado en mi vida y de la cual estaba perdidamente enamorada.
Necesitaba desahogarme, necesitaba que alguien en quien confiara me dijera que todo iba a estar bien, que todo iba a mejorar, pero las personas en las que más confiaba actualmente se encontraban a miles de kilómetros de mi e incluso una de ellas me había engañado y había roto mi corazón en mil pedazos. 
Pasé un rato sin saber que hacer, revisé mis redes sociales y como gracia del destino no dejaba de ver fotos e historias en las que aparecía Cameron, hasta que vi que Pilar se encontraba conectada a esta hora, lo cual me pareció extraño, ya que ella tendría colegio mañana. Finalmente me decidí por mandarle un mensaje, a pesar de todo lo que había sucedido entre nosotras sabía que podía contar con ella en este momento, aunque estuviera a muchísimos kilómetros lejos de mi que los chicos.
Emma: Hola Pili, necesito hablar con vos ¿Podemos hacer videollamada?
Pilar: Em, me alegra poder hablar con vos. Si, no hay problema, espérame que prendo la compu y te llamo.
Emma: Esta bien, gracias.
Apagué mi celular, busqué mi computadora en el escritorio y lo dejé ahí, sabía que después de todo iban a llegar mensajes y la realidad era que no quería saber nada con ellos.
Me volví a acostar, tapándome hasta el cuello, ya que me sentía bastante débil y tenía mucho frío a pesar de haber puesto la calefacción. Abrí la computadora, la encendí y esperé a que cargara.
Unos minutos después llegó la notificación de Pilar para unirme a la videollamada y acepté.
— Hola Em... — dijo Pilar con una sonrisa y al verme su rostro se le transformó. — ¿Qué sucedió? — preguntó y pude percibir un movimiento al lado de ella, Nicolas apareció en la videollamada, también.
— Em, ¿Qué pasó? — preguntó preocupado, lo que provocó que me largara a llorar. Mis viejos amigos no tenían la menor idea de que hacer. Los necesitaba tanto en ese momento, aquí, conmigo, abrazándome y conteniéndome. Ambos esperaron a que pudiera calmarme para así poder explicarles que era lo que sucedía. Cuando logré hacerlo hablé.
— Cameron me engañó. — dije y en ese momento, al pronunciar aquellas palabras fue cuando me di cuenta de que era real, nada era producto de mi cabeza y mi imaginación. Cameron me había engañado. Nicolas se tensó y Pilar lo calmó.
— Pero... ¿Cómo te enteraste? — preguntó ella, con esa calma que manejaba siempre ante cualquier situación, lo cual hacía relajarme. Si algo había envidiado toda mi vida de mi vieja mejor amiga era que teniendo la misma edad que yo y que muchas otras chicas, podía con sus pensamientos hacerte razonar y darte otra perspectiva de la situación, que jamás hubieses imaginado.
— Mi celular sonó... — comencé a decir entre sollozos. — Cuando miré que había recibido un mensaje de una persona que no tengo registrada, decidí abrirlo y me di cuenta que era un video, me quedé paralizada después de verlo y... y... no sabía que hacer... — ambos asintieron, dándome ánimos para que continuara, mientras las lágrimas no dejaban de rodar por mis mejillas, de nuevo. — Cameron y Ámbar, su "ex" — dije entre comillas porque según él nunca lo fueron, aunque ya tenía mis serias dudas. — Estaban besándose en un costado de Genux, muy descaradamente, él la agarraba con cierta firmeza, que nunca había usado conmigo. Además, el video venía con unas palabras que la chica que me lo mandó escribió. — dije y se las cité.
— Yo no puedo creerlo, es un imbécil. — dijo Nicolas levantándose de la cama, mientras apretaba sus puños a los costados de su cuerpo. 
Pilar lo calmó nuevamente y le pidió que fuera a buscar algo para tomar para ella, él se enojó pero finalmente terminó aceptando.
— Em, se que esto no va a ser fácil, porque básicamente lo ves todos los días, pero te aconsejo que en cuanto estes lista vayas y hables con él, se que alguna razón debe de haber...
— ¡¿Cual Pili? ¿Qué no le importo?! — grité y las lágrimas cayeron con más fuerza.
— Emma, tranquila, no digas eso. — dijo calmándome. — He visto todas y cada una de las fotos e historias juntos y te aseguro que a él le importas y que te ama con locura.
— No lo parece. — contesté seca.
— Se que no lo parece por lo que acaba de suceder, pero dale un tiempo y verás con tus propios ojos lo que te digo, te lo aseguro. Como amiga sabes...— comenzó a decir y la frené.
— Pero nosotras ya no somos más amigas. — dije en un susurro. Noté como sus ojos se cristalizaron pero aún así siguió.
— Emma eso no es cierto y lo sabes. El hecho de que nos hayas alejado a ambos no quiere decir que no lo sigamos siendo. Por mi parte nunca te dejé de querer, ni de dejar de considerarte mi mejor amiga, tu lo sigues siendo, más que nadie en el mundo. Y creo que para vos también, porque sino explícame porque me llamaste a mi para contarme esto y pedirme ayuda.
— No tenía a nadie más a quien hablarle, mis nuevos amigos están en Bariloche con él y necesitaba desahogarme. 
— Ambas sabemos que eso no es cierto y aún tanto Nick como yo te seguimos importando y esta bien... — escuchar aquel apodo que ambas habíamos elegido para él hizo que se me estrujara el corazón. — No te culpo por haber reaccionado así cuando te enteraste de lo mío con Nicolas, pero debiste habérnoslo dicho, te lo hubiéramos explicado bien y sin ningún tipo de malentendido. — solo asentí. — Por eso como tu amiga te voy a decir la verdad, aunque se que va a doler, pero quiero lo mejor para vos y no verte mal. Como también voy a dejar que aprendas de tus propios errores y estaré a tu lado para ayudarte a levantarte cada vez que eso suceda, sea estando juntas o a miles de kilómetros de distancia. — dijo y ambas comenzamos a llorar. En ese preciso instante me di cuenta de lo que la había extrañado, de la falta que me había hecho todo este tiempo. — Prométeme que cuando estés lista le hablarás, no esperarás a que él lo haga, le pedirás explicaciones y no te quedarás con tu versión o mejor dicho suposición. Sea que pasen días, semanas o meses, hazlo.
— Te lo prometo. — dije.
— Ahora es mejor que vayas a dormir y cualquier cosa que necesites nos llamas ¿si? — dijo y asentí. — Nick deja de escuchar atrás de la puerta y ven. — Un Nicolas avergonzado apareció junto a un vaso de agua y ambas reímos. — Esa es la sonrisa que quiero ver en vos. Se que estos días serán duros para vos, pero no dejes que ese estúpido te los amargue, ve, sal a leer al aire libre, anda de compras con alguien o júntate con alguno de tus nuevos amigos cuando vuelvan. Nosotros estaremos aquí disponibles cuando necesites. — dijo y les sonreí.
— Gracias chicos.
— Y recuerda, nadie te puede juzgar por las decisiones que hagas, lo quieres perdonar, hazlo, prefieres tomarte un tiempo y decidir, lo puedes hacer, o si lo quieres ignorar para siempre, también esta permitido. Mientras escuches su versión de la historia haz lo que a vos te parezca o lo que tu corazón te diga que hagas. — dijo Pili y asentí. — Y perdónanos por lo que sucedió, no queríamos dejarte afuera de esto. 
— No pasa nada, ustedes ya están perdonados.
— Te queremos Em. — gritó Nick y reí.
— Yo también los quiero. — respondí y finalicé la llamada.
Me dirigí al baño, lavé mi cara y me miré al espejo, estaba increíblemente pálida, no me sentía muy bien. Volví a mi habitación y me acosté.
 




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