Al Ritmo de la Química

CAPÍTULO 43. Día de compras

CAMERON

La llegada de Noviembre iba acercando aquellos últimos días que muchos de nosotros, — por no decir la mayoría — no queríamos que sucedieran, haber convivido la mayor cantidad de años en aquel colegio, con nuestros amigos y compañeros se había convertido en una rutina que año tras año iba formando parte de nuestra vida, encariñándonos y acostumbrándonos a vivirla. 
Pero lamentablemente todo tenía un fin, todo ciclo terminaba y esta vez no era la excepción. Aquella sensación que todos experimentábamos al comenzar el primer año de secundario, donde te planteabas que aún faltaban otros seis años más por vivir en el maldito colegio, finalmente pasaba y más rápido de lo que esperabas, tomándote completamente desprevenido.
Los profesores durante este año nos habían tratado de una manera distinta a todos los años anteriores, esto no significaba que la habíamos pasado mal, sino diferente. Iba a recordar a muchos de ellos que me acompañaron, me guiaron y ayudaron cuando más lo necesité durante todos esos años y de los cuales estuve muy agradecido.
— Buen día alumnos, debo darles algunas noticias. — la directora irrumpió en la clase da matemática. — Como saben ya estamos en su último mes aquí y es algo que nos pone muy felices como tristes, pero todas las promociones lo han pasado por lo que no será problema para ustedes tampoco. — dijo mientras llamaba a Emma para que se parara, quien lo hizo sin dudarlo. — Su compañera y yo les vamos a repartir estas listas que contienen todos los profesores del nivel secundario a los que pueden elegir para que les entregue su diploma. Deben elegir dos titulares y un suplente en caso de que uno de ellos falte. Completan con nombre y apellido, y marcan en estas columnas con una cruz en el casillero que corresponda. — explicó. Todos asintieron y comenzó a repartir los papeles junto a Emma. La directora se acercó hasta nuestro banco y dejó dos fotocopias, una para Lucas y otra para mi. 
— ¿A quien elegirás? — me preguntó Lucas. — Yo no tengo la menor idea.
— La de música y el profe de geografía, aunque nose de suplente. — respondí marcando ambas cruces.
— Tal vez ponga la de matemática. — dijo Lucas pensativo y lo miré.
— ¿Es en serio? Te la llevaste un año y este por ahí andas. 
— Exacto, ese es el plan. — dijo guiñando un ojo. — Verá esto y me lo dejará pasar.
— Como digas... — respondí negando la cabeza, así era mi amigo. Mi celular vibró y lo tomé, era un mensaje de mamá.
Mamá: Hijo necesito que vengas a casa después del cole, tenemos que hablar.
Me pareció bastante extraño el mensaje. Hacía unos días que comenzaron a estar algo raros pero me prometieron que no era nada, por lo que no tenía la más pálida idea de lo que podía llegar a ser. Respondí con un "Esta bien", guardé mi celular y me centré en elegir a mi último profesor.
******
— Me encantaron las invitaciones. — dijo la rubia mientras subía a mi auto.
— Tengo que admitir que son muy lindas. — respondí dejando mi mochila en el asiento trasero. Nos habían entregado las invitaciones para el baile que sería en unas semanas. Era una fiesta que organizaba el colegio para los egresados, las familias también estaban invitadas a participar en aquel evento. El sobre era negro con un listón dorado y adentro tenía la invitación de los mismos colores, donde invitaban a nuestras familias a la fiesta.
Emma y yo estábamos mejor que nunca, oficialmente no habíamos vuelto a ser novios, pero para el resto de la gente daba la impresión de que si lo éramos. Desde el casamiento, — donde ella me había sorprendido notablemente— las cosas comenzaron a mejorar un poco más. Pasábamos mucho tiempo juntos tanto en su casa como en la mía y los viernes por la noche, después de que ambos cenáramos en nuestras casas, la pasaba a buscar y nos íbamos por un par de horas a pasear por algunos barrios o lugares que Emma aún no había tenido la suerte de visitar.  
 Al llegar a casa de Emma me disculpé con ella por no poder quedarme en su casa, le dije que mamá quería hablar conmigo y obviamente lo aceptó, me besó y se marchó hacia la puerta de su casa.
Di vuelta en "U" dirigiéndome hacia la mía, estacioné el auto en la entrada de la cochera y entré. Directamente fui a mi habitación a cambiarme porque ya no soportaba ese uniforme en aquellos días de calor. Cuando bajé encontré a mi padre en el living, acababa de llegar del trabajo, lo que me tomó muy de sorpresa. Él solía volver a eso de las ocho de la noche, no a esta hora.
Su rostro estaba completamente serio y podía notar algunos gestos un poco tristes. Necesitaba saber ya que era lo que pasaba. Como por casualidad mamá salió de la cocina y nos miró, a ambos.
— Cameron, hijo... debemos hablar. — los seguí hacia la cocina, me acomodé en uno de los taburetes, para poder prestarles atención a lo que iba a contarme a continuación.
Lo que no tenía idea era que iba a toparme con esa inesperada e increíble sorpresa.
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EMMA 

Los días de noviembre iban pasando cada vez más rápido, el baile se iba acercando y como siempre, no tenía absolutamente nada. En cierto punto, además de haber sido mi culpa por dejar todo a último momento, los profesores no habían dejado de mandarnos trabajos y pruebas para estas últimas semanas de clases. 
Había querido proponerle a Cameron que me acompañara a comprar el vestido pero últimamente lo había notado tan raro y distante, — sin querer decirme lo que sucedía — por lo que preferí no meterle un problema más a su vida.
Romina y Gabriela se habían ofrecido con mucho gusto a acompañarme en forma de agradecimiento por haberlas invitado a la fiesta, por lo que finalmente decidí ir con ellas, ambas tenían un muy buen gusto por lo que aquello me ayudaría bastante. Además de que había hablado con Pili, quien también se había sumado a ayudarme a elegir el mejor vestido para mi.
Romi nos llevó hacia un shopping que la mayoría de sus tiendas se dedicaban exclusivamente a la venta de vestidos de fiesta. Entramos a varios locales, y sin ningún éxito salimos de todos ellos, la mayoría de los vestidos eran de colores bastante llamativos y aquella noche prefería usar algo más discreto pero elegante. 
Antes de salir Gaby recordó una última tienda que había del otro lado, fuimos hasta allí y entramos. 
— Buenas tardes, ¿en que las puedo ayudar? — preguntó la vendedora de aquella tienda.
— Necesitamos vestidos de fiesta para ella, es para su fiesta de graduación. — respondió Romina por mi. La señora asintió y nos condujo por un largo pasillo lleno de vestidos de fiesta de todo tipo y de todos los colores.
— ¿Buscabas algún color en particular? — me preguntó deteniéndose en un sector.
— Algo más discreto, no tan llamativo. — respondí y ella asintió. Siguió unos metros más hasta que finalmente se detuvo. 
— Acá tienes una variedad bastante grande, tomen los que quieras y cuando estén listas vengan a buscarme así las acompaño al probador. — las tres asentimos y nos pusimos en marcha en busca del vestido perfecto. Después de agarrar cinco opciones que me habían gustado, las incentivé a las dos a que buscarán vestidos, ya que ellas también irían a la fiesta y debían estar arregladas. 
Nos dirigimos hacia el probador y la primera en entrar a probarse fue Gaby que tenía tan solo dos opciones. La segunda fue la que más nos justo a las tres, era un vestido plateado corto, al cuerpo con corte en V y la parte de la espalda solo tenía un par de tiras de manera horizontal que dejaban parte de la misma al descubierto.
La segunda en entrar fue Romi quien su primera opción fue la ganadora, el vestido era blanco hasta un poco más arriba de la rodilla. Era ajustado al cuerpo y tenía una sobretela que también cubría sus hombros, caía recta por delante y se alargaba hacia atrás en forma de punta. Era sencillo pero perfecto para aquel evento. 
Antes de entrar llamé a Pilar, quien se quedó hablando junto a Romina y Gabriela, mientras le mostraban los vestidos que habían elegido. El primero que me probé fue el que había elegido yo, era rosa bebé, estaba lindo y muy delicado pero me quedaba un tanto suelto a los costados formando unas pequeñas bolsas que se distinguían a simple vista. Al salir del probador las tres negaron con la cabeza y volví a entrar.
Tomé uno de los que había elegido Gaby y me lo puse, era blanco y muy bonito, pero me apretaba bastante y se sentía algo incómodo, además de que no era mi estilo de vestidos. Ni bien me asomé las tres pusieron cara de desaprobación y entré rápidamente.
El tercero había sido elegido por Romina, era negro, pero lo que destacaba era su tela que brillaba, estaba agarrado de un solo lado, dejándome el hombro al descubierto. Tenía un tajo bastante importante en la pierna derecha que me permitía caminar con una mayor facilidad debido a que no estaba acostumbrada a usar vestidos largos. Salí del probador esperando aquella devolución, Romi y Gaby, hasta incluso la vendedora quedaron con las bocas abiertas. 
— Ay, quiero ver! — dijo Pilar y Gabriela cambió la cámara para que ella me viera. — Amo, es perfecto. — gritó Pilar desde el celular.
— Emma, estas increíble. — dijo Romina y me ruboricé.
— Me encanta. — asintió Gaby y le sonreí.
— Entonces este. — respondí finalmente.
— Aún te quedan dos más, ¿quieres probártelos? — dijo la vendedora pero negué con la cabeza. Entré de nuevo al probador y me cambié.
Al salir de pagar, llamé de nuevo a Pilar, que esta vez ya no se encontraba sola, sino que Nick también estaba allí. 
— ¿Cómo está mi rubia favorita? — preguntó Nick y reí.
— Nicolas soy tu única amiga rubia. 
— Eso no lo sabes. — dijo guiñándome un ojo.
— Acaso tienes algo para decirme. — dije interrogándolo.
— No, era joda. No hablo con nadie más. 
— Esta bien. — respondí riendo. — Oigan, ¿alguno sabe algo sobre Cameron?
— Sos su novia, deberías saber más que nosotros.
— Primero que todo no somos novios, no volvió a pedírmelo. — admití.
— ¡¿Qué?! ¿Es en serio? — preguntó Pili y asentí.
— Bueno, pero eso es lo de menos, lo más importante es que estén bien juntos. — dijo Nick y asentí.
— Lo se, el problema es que está un tanto distante conmigo, viene por mi para ir al colegio y me lleva a casa, pero las veces que lo invite a entrar dice que no puede, que tiene cosas que hacer.  Hace unas semanas que supuestamente habló con sus papás sobre algo de lo cual no me quiso contar y desde ese instante no volvió a ser el mismo. Además de que hace dos viernes que no salimos más, el primer viernes después de aquello dijo que no podía y ayer ni siquiera se lo pregunté. Temo que haya hecho algo que le haya molestado y por esa razón esté actuando así. 
— ¿Pero con los chicos también está igual? — preguntó Nick y asentí. — Entonces no tiene nada que ver con vos Em, tranquila.
— Intentaste hablar con él. — dijo Pili.
— Si, pero dijo que no sucedía nada, pero todos sabemos que no es cierto. 
— ¿Y los chicos, saben algo? — preguntó Pili y negué con la cabeza. — Entonces tranquila Em, debe ser algo de su familia.
— Pero porque no confía en mí para contármelo. 
— Es normal que las personas necesiten su tiempo para procesarlo antes de andar divulgándolo, dale tiempo. — respondió Pili y algunas lágrimas rondaron por mis mejillas.
— Emma no llores, por favor. — dijo Nick.
— No quiero perderlo, chicos. — dije, aquel era uno de los miedos más grandes que tenía y convivía conmigo día a día. Había podido experimentar lo que era vivir sin Cameron y no estaba preparada para que sucediera una vez más. 
— Lo sabemos y no lo vas a perder, todo va a estar bien. — me aseguró Pili y asentí. 
— Gracias, hablamos más tarde que tengo que ir a comprar unas cosas. Los quiero. — dije mientras me levantaba de mi cama. 
— Nosotros a vos pequeña y no estes mal, por favor. — me pidió Nick y asentí. Corté la videollamada, me puse mis lentes para poder descansar un poco mi vista y me dirigí hacia el shopping. Tenía muchas ganas de comprar un nuevo libro. 
******
Después de haber estado por algunas horas en aquel shopping había podido conseguir un par de zapatos que combinarían con el vestido de la graduación y me había decidido por comprar una trilogía nueva de libros, obviamente de romance. 
Al salir de aquel negocio mi celular vibró, metí mi mano dentro de mi cartera y lo agarré, era un mensaje de Cameron.
Cameron: Rubia vas a ir a lo de Sara? Así te paso a buscar, si quieres.
En ese preciso instante en el que estaba por responderle, una persona chocó contra mi y me hizo perder el equilibrio. Agarré la bolsa que se había escapado de mis manos y me levanté.
— Disculpa estaba centrada mirando al celular y... — cuando levanté mi vista para disculparme con aquella persona me quedé de piedra en aquel momento al ver a la última persona que creí que volvería a ver alguna vez en mi vida. Tenía a mi madre delante de mi.
 




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