Al Ritmo de la Química

CAPÍTULO 46. Espero que no sea un adiós

Las primeras semanas de diciembre habían pasado más rápido de lo esperado y me aterraba, porque significaba una sola cosa, la partida de Cam, para la cual no estaba preparada.
Tal y como lo había prometido Nacho, habíamos pasado aquellas semanas de casa en casa, haciendo pijamadas, viendo películas, disfrutando de las tardes soleadas, saliendo a plazas o a recorrer algunos lugares de la ciudad, principalmente los favoritos del morocho.
Quisimos que esas últimas semanas fuesen lo más especiales para él, para que recordara lo lindo que era aquella ciudad y además de pasar tiempo junto a nosotros.
Hoy era la última juntada en grupo, ya que mañana Cameron debía terminar de organizar todo lo que le faltaba para poder irse al día siguiente.
Después de haber ido por la tarde a la plaza cerca de casa, decidimos darle una sorpresa a Cameron, por lo que los chicos se habían encargado de reservar una mesa en un restaurante, el mismo al que había ido con él y su familia para su cumpleaños, en Puerto Madero. 
Cameron: ¿Qué debo ponerme? 
Emma: Solo vistete algo elegante.
Cameron: Hace falta zapatos?
Emma: No, con tus zapatillas estarás bien.
Cameron: Bueno♥️
Dejé mi celular y comencé a prepararme ya que en media hora pasaría Lucas a buscarnos, le prohibimos a Cameron que manejara para que la sorpresa no se arruinara, por lo que el rubio nos llevaría a ambos.
Luego de terminar de cambiarme y maquillarme, bajé hacia el living y salí de casa. 
Lucas estaba estacionado allí, cerré la puerta con llave y me dirigí hacia su auto.
— Hola de nuevo. — dijo él con su bella sonrisa de siempre.
— Hola.
— ¿Lista para la sorpresa? 
— Un poco nerviosa la verdad. — dije mientras me colocaba el cinturón.
— Saldrá todo bien, quédate tranquila. — dijo. Condujo dos cuadras más y nos detuvimos frente a la casa de Cameron, quien apareció segundos después, se acercó a la puerta del copiloto pero negué con la cabeza y le señalé el asiento de atrás. 
 — ¿Por qué tanto misterio? — dijo Cam entrando al auto.
— Porque tiene que ser así. — acoté, Lucas rio y pude percibir por el espejo retrovisor la mirada del morocho.
******
Al llegar a Puerto Madero llamamos a los chicos, quienes ya estaban allí y nos indicaron donde habían estacionado. 
Antes de bajar le cubrí los ojos a Cameron con un pañuelo, quien se negó al principio pero finalmente terminó aceptando.
Después de cruzar el "Puente de la Mujer" con cuidado nos acercamos hacia el restaurante, nos detuvimos allí mientras Lucas entraba a buscar a nuestros amigos.
— Emma, sacame esto. No puedo ver nada.
— Es la idea genio. — dije poniéndome frente a él, me acerqué cada vez más, me puse de puntillas y lo besé.
Cuando me separé de él noté que se había quedado con ganas de más pero no lo iba a permitir, al menos, no acá, delante de medio mundo.
Lucas se acercó junto a Sara, Nacho, Simón y Agus, dándome el okey para sacarle la venda. Me posicioné detrás de él y eso hice.
— ¡Sorpresa! — gritamos los seis y lo mejor de aquel momento fue ver la reacción de felicidad en su rostro. Era algo que no iba a olvidar.
— No puedo creerlo, gracias. — dijo mientras nos miraba a todos.
— Bueno entremos, así no hacemos esperar. — dijo Sara y eso hicimos.
Después de haber tenido una hermosa cena de despedida como grupo, decidimos ir a pasear por la bella ciudad de Puerto Madero, ya que era una noche increíblemente hermosa.
Tomamos muchísimas fotos para poder recordar aquella hermosa noche de despedida. Luego decidimos ir a un lugar a tomar algo antes de volver.
— Quiero agradecerles a todos de corazón por todo lo que hicieron estas últimas dos semanas por mi. Cada día confirmo aún más que elegí a las mejores personas para que me acompañen a mi lado desde que éramos chiquitos y no me arrepiento de haber conocido a ninguno de ustedes. Valen oro, sépanlo. — dijo el morocho.
— No nos hagas llorar más, por favor. — le suplicó Sara con algunas lágrimas en sus ojos.
— Te vamos a extrañar amigo, demasiado. — admitió Nacho y todos asintieron.
— Y yo a ustedes. — dijo con una sonrisa y nos fundimos en un gran abrazo grupal, uno de los últimos.
************
El martes por la mañana, mientras volvía de inscribirme oficialmente en la universidad, me llegó un mensaje de parte de Cam diciéndome que debía ir a su casa a almorzar con ellos, ya que al parecer su familia quiso hacer un último almuerzo y habían decidido invitarme a que los acompañara.
Me dirigí a casa, dejé todos los papeles y la documentación que había llevado, me cambié y fui caminando hacia la casa de los Thompson por última vez.
Al llegar toqué el timbre y aguardé. Minutos después Cam apareció por la puerta junto a Emily que ni bien me vio se abalanzó hacia mi.
— ¡Emily! — la retó Cam pero ella no le dio ni cinco de bola y yo reí.
— Hola princesa, ¿cómo estás? — dije mientras me ponía de cuclillas para abrazarla.
— Estoy triste. — respondió con aquella vocecita tan hermosa que tenía.
— ¿Por qué Emily? — le pregunté.
— Porque te voy a extrañar. — dijo y me abrazó, mis ojos se llenaron de lágrimas. 
No solo me afectaba el hecho de que Cameron se fuera, sino que al haber conocido a su familia y les haya tomado tanto cariño como si fueran parte de la mía, hacía esto cada vez más complicado.
— Yo también te voy a extrañar muchísimo pequeña, pero te prometo que haremos llamadas cada tanto, me contarás todo lo que te pase y yo te voy a contar lo mío. Así estamos en contacto ¿Te parece? — le planteé y ella asintió. 
— Entremos que la comida está lista. — había olvidado por un momento que Cameron seguía aquí. Emily corrió hacia adentro y yo me levanté con ayuda de Cam. — ¿Estás bien? — me acarició la espalda, asentí con la cabeza y le sonreí. Él se acercó hacia mi y me besó. 
******
El almuerzo había estado exquisito como todos los que había compartido junto a ellos. Ayudé a Nati a levantar los platos de la mesa y la acompañé hasta la cocina. 
— ¿Que harán con esto? — le pregunté con respecto a los muebles, los utensilios de cocina y todo lo que quedaría aquí.
— Por ahora no venderemos la casa, la tendremos hasta que estemos estables allí, porque nada nos asegura nada. Algunas cosas se las llevaran mis hermanas o mis papás y las demás quedarán aquí. Si quieres algo no dudes en pedírmelo. O sino me avisas más adelante y le digo a una de mis hermanas que te venga a abrir y lo vienes a buscar.
— Muchísimas gracias Nati. — dije y la abracé. — Gracias por todo lo que hicieron por mi este año, los voy a extrañar muchísimo. — las lágrimas salieron por si solas, era un día algo difícil, lleno de emociones a flor de piel, no sabía explicar realmente como me sentía en aquel momento.
— Nosotros a vos, hija. Espero que puedas venir alguna vez a visitarnos. — dijo ella abrazándome aún más fuerte.
— Ojalá, trataré de hacerlo. — me separé y le sonreí.
— ¿Haz podido inscribirte en la universidad? — preguntó Nati y asentí con una gran sonrisa.
— Sisi, hoy fui a hacer eso. Ya estoy oficialmente dentro de la carrera. 
— Que alegría mi niña, felicitaciones. — dijo muy contenta y me abrazó de nuevo.
— Gracias Nati. — respondí con una sonrisa y la abracé.
******
Papá: Em, estaré en casa de Romi, nose a que hora vuelvo. Cuídate.
Emma: Esta bien, pa. Cam vendrá a cenar a casa.
Papá: mándale un saludo de mi parte😉
— ¡Emma! Timbre. 
— Puedes abrir vos Santiago, es solo Cameron. Ya bajo. — estaba terminando de arreglarme, había decidido invitar a Cameron a casa, ya que tendríamos la casa para nosotros, quería que compartiéramos la última noche juntos, quería que fuera algo especial, solos él y yo.
Me había puesto un vestido negro al cuerpo que Sara me había prestado, me quedaba bastante bien, me puse unos zapatos no tan altos, me maquillé un poco y decidí bajar ya que estaba lista. 
Pude escuchar a ambos hablar en living mientras iba bajando las escaleras.
— Wow. — dijo Cam ni bien me vio. — Estas bellísima, menos mal que solo nos vamos a quedar acá. — comencé a sentir mis mejillas arder. 
— Emma, ¿puedes con la comida? — preguntó mi hermano y asentí. — Me voy a cambiar. 
— Esta bien. — dije y vi como se dirigió hacia las escaleras para ir a su habitación.
— Te pusiste roja. — dijo mientras me seguí hacia la cocina.
— No me lo digas que sabes que me pongo aún más. — le remarqué, porque siempre me sucedía.
— Lo siento, eres hermosa de cualquier forma. — dijo y me besó por detrás.
— Bueno, déjame ver las papas y las batatas.
— ¿En serio hiciste mi comida favorita? — preguntó y asentí tímidamente. — Eres la mejor del mundo, ¿te lo dije alguna vez? 
— Si, me lo dijiste. — sonreí y me agaché para agarrar la bandeja con el pollo, que ya estaba lista, al igual que la guarnición.
— ¿Te ayudó en algo? — preguntó.
— Lleva la bebida y los cubiertos.  — respondí mientras servía la comida en el plato. 
Ya nos encontrábamos a punto de comenzar a comer cuando Santi apareció, se despidió de ambos y salió de casa.
— Espera, hay que brindar por algo. 
— ¿Por qué? — pregunté.
— Porque ingresaste a la carrera. — dijo y elevó su vaso, y lo imité. —  Felicitaciones futura Arquitecta. — anunció con esa sonrisa tan bella y característica de él, chocamos nuestros vasos y bebimos. — y te perdono por no habérmelo dicho. 
— Lo siento, se me había pasado. — me disculpé y el realmente aceptó. 
Luego de que la comida estuviera exquisita, gracias a mi hermano que me ayudó un poco, decidimos subir a mi habitación y nos quedamos hablando allí por un par de horas sobre sus planes que tenía por allá, a qué universidad le gustaría asistir y básicamente todo relacionado a ello. 
Decidimos ver una película, que al comienzo había estado bastante atrapante, pero lo último que hacíamos en aquel momento era verla. Los besos de Cam se habían convertido en una adición que cada día aumentaba aún más y no sabía cómo iba a sobrevivir sin ellos.
Dejé que comenzara a dejarse llevar por la pasión y los sentimientos en ese instante, comenzó a besarme el cuello y empezó a descender cada vez un poco más. 
Tomé su camisa y la desabotoné de a poco pero sin quitar sus labios de mi boca, lo obligué a sacársela y lo empujé hacia atrás, haciendo que se acostara en mi cama, me senté arriba de él, con una pierna a cada lado. 
Comencé a sacarme el vestido cuando Cameron me detuvo el brazo y me miró fijamente.
— No tenemos porque hacerlo... — dijo él pero lo interrumpí.
— Pero quiero, quiero hacerlo. — admití mirando a aquellos ojos que me volvían loca.
— ¿Estas segura? — volvió a preguntar y asentí. Estaba lista para aquel momento, confiaba muchísimo en él por lo que no lo dudé ni dos segundos más. Ambos sonreímos y nos dejamos llevar por la química entre nosotros.
************
— ¿Al Aeropuerto de Ezeiza, no? — preguntó el conductor. Simón, Lucas y yo asentimos. 
— Tranquila Emma, todo va a estar bien. — dijo Simón mientras me abrazaba. Desde que Cameron había vuelto a su casa esta mañana no había podido parar de llorar, finalmente había llegado aquel día, ese día en el que me separaría del amor de mi vida y de una de las mejores personas que había conocido en este año. 
La noche de ayer había sido simplemente mágica, no sabía describirla de otra manera, a pesar de habernos quedado en casa sin hacer absolutamente nada, a Cameron le había encantado la idea de hacer algo solo nosotros y decidí finalmente seguir con aquel plan, que había salido de maravilla.
Cuarenta minutos más tarde nos encontrábamos dentro de la parte de Partidas del aeropuerto. Era la primera vez que estaba aquí, ya que la especialización del mismo era mayormente para vuelos internacionales, de los cuales no había hecho ni uno.
Nos dirigimos los tres a la zona de check in, donde Sara y Nacho también estaban allí esperando a los Thompson. Según lo que había hablado con Natalia era que aún seguían en camino, aunque ya estaban por llegar. 
Unos minutos después me confirmó que ya estaban bajando las valijas por lo que decidimos prepararnos, aunque sabíamos que Cameron sospecharía. 
Cuando lo vimos entrar, esperamos a que hicieran esos papeleos para poder dejarlos tranquilos. 
Una vez que terminaron nos acercamos sigilosamente y logramos asustarlos a todos. 
— Que hacen acá? — preguntó el morocho completamente sorprendido.
— Vinimos a despedirte como se debía. — respondió Nacho. 
— Los amo, a todos. — dijo y nos abrazó. Las lágrimas se podían notar a simple vista en cada uno. 
— Hola Chicos. — dijo la mamá de Cam.
— Hola Nati. 
— Vayamos a arriba así no estorbamos tanto. — planteó y todos estuvieron de acuerdo.
— ¡Emma! — gritó Emily quien se despegó de su papá al verme y corrió hacia mi.
— Hola princesa. — me agaché para tomarla en brazos y alzarla. Ella no emitió ni una palabra más, solamente enredó sus bracitos alrededor de mi cuello, apoyó su cabeza en mi hombro y allí quedó, hasta que logramos subir al segundo piso.
— ¿No quieres venir con nosotros? — preguntó con algunas lágrimas en sus ojitos.
— Me encantaría, pero lamentablemente no puedo, tengo que quedarme acá, con mi familia.
— Mamá, Emma quiere ir con nosotros pero dice que no puede. — dijo Emily llamando a su mamá.
— Emily ella tiene que hacer muchas cosas acá, como vos las vas a hacer allá. — le explicó su madre mientras se iba acercando a donde nosotras estábamos. — Y ahora déjala que tiene que hablar con Cam, vamos a darle espacio. — dijo y la tomó en brazos, aunque la pequeña se resistió un poco, finalmente aceptó.
Me acerqué hasta el morocho, que estaba hablando con los chicos y me puse a su lado. Rápidamente sintió mi presencia y me atrajo hacia él, abrazándome.
— ¿Cómo estás? — me preguntó en voz baja, sabía a lo que se refería.
— Muy bien, la verdad. Gracias.
— No, gracias a vos rubia. Por todo lo que me enseñaste en este año, me enseñaste a amar, a valor muchísimo más las cosas, a que con un solo error puedes arruinar todo. — dijo poniéndose frente a mi y mirándome a los ojos.
— Vos me enseñaste a demostrar los sentimientos, a arriesgarlo todo por amor, a volver a confiar en alguien después de tanto tiempo y principalmente a enfrentar mis miedos. — al escuchar aquello último negó con su cabeza.
— Eso no te lo enseñé yo, eso lo aprendimos juntos. — dijo. — Papá me la pasas. — se dio vuelta y su papá le alcanzó la funda con su guitarra. — Emma esto es para ti, quiero que te quedes con ella.
— Pero Cameron... no puedo... — comencé un trance de shock, no me la podía dar, era su guitarra.
— Solo quédatela y cuídamela con tu vida, ¿me lo prometes? — me interrumpió y finalmente la acepté, asintiendo con mi cabeza.
— Te lo prometo. — respondí y tomé la funda, la apoyé en mi hombro y la dejé ahí.
— Bueno, lamento ser tan malo en este momento pero es hora de irnos. — dijo Camilo y todos asintieron. Los chicos se acercaron a saludar a Cam mientras yo me dirigí a saludar a su familia. — Fue un hermoso placer conocerte este año Emma. Espero que pronto tengas la oportunidad de ir a visitarnos, nos encantaría. 
— Trataré de hacerlo.— admití. — Gracias por todo. — dije y lo abracé. Luego le di un beso al pequeño Mateo, que como siempre estaba dormido en brazos de su padre. Era simplemente hermoso. Me dirigí hacia Nati, a quien la abracé antes de poder hablar.
— Cuídate mi niña, cualquier cosa que necesites me llamas, aunque confía mucho en Romina que es una excelente persona. Pero si no tienes la confianza suficiente háblame, no hay problema. — dijo después de separarnos. 
— Gracias Nati, te voy a extrañar un montón. — dije y la volví a abrazar. Mis lágrimas no paraban de salir, nunca creí que esto iba a ser tan difícil, pero al parecer lo estaba siendo.
— Emily hermosa, te voy a extrañar mucho princesa. Y recuerda que si quieres hablar conmigo no dudes en decirle a tus papás o a Cam y me llamas. — dije después de ponerme de cuclillas para abrazarla.
— Esta bien y un día tenemos que cocinar desde la compu, cada una en su casa. Como la vez que viniste a hacer galletas de chocolate.
— Es verdad, lo vamos a hacer. — le aseguré y me puse de pie para poder saludar al último integrante de aquella familia.
— Bueno, llegó el momento. — admití, estaba demasiado nerviosa y las lágrimas no dejaban de caer.
— Así es. — dijo él con una sonrisa triste y me abrazó. — Gracias Emma, por todo lo que hiciste por mi y mi familia. Nunca voy a saber como recompensártelo.
— Ya lo hiciste, quédate tranquilo. — le dije con una sonrisa y lo abracé. 
— Espero que no sea un adiós. — dije con una sonrisa triste. Se separó de aquel abrazo, puso su mano en mi barbilla y levantó mi cabeza para que lo mirara fijamente a los ojos.
— No lo será, simplemente es un hasta luego. — dijo, algunas lágrimas volvieron a salir y me las secó con ambas manos. — Te amo, Emma Martínez. 
— Y yo a vos, Cameron Thompson. — me tomó por mi rostro y me besó, por última vez.
 




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