Silk se acercó a una de las clientas que andaba por el local, era una señora de cerca de cincuenta años, no había nada demasiado destacable en ella, era una mujer de esas que uno puede encontrar en la calle cualquier día.
Deslizaba sus dedos por una de las prendas, con una mirada extraña en los ojos. La joven se puso a su lado y le habló muy suavemente para no alarmarla.
-Creo que es perfecto para usted…-le dijo sonriendo y la mujer se volvió a mirarla.
-Oh, no…yo no usaría algo así.
-Créame , le va a quedar muy bien. La textura es muy agradable y el color va con su tono de piel.
-Algo así no ha sido diseñado para alguien como yo –dijo la mujer con un deje de tristeza.
-En eso está equivocada, porque yo lo diseñé y fue exactamente pensado para mujeres como usted. Mujeres reales que disfrutan de algo bello y que se saben el valor de una verdadera mujer.
-No tengo para quien lucirlo…
-¡Claro que sí! Para usted…- dijo la joven y la sinceridad en sus ojos convenció a la clienta.
-Lo llevo – dijo la mujer alcanzándole las prendas de ropa interior a Silk . La joven envolvió primorosamente el conjunto de seda y encaje en suaves tonos dorados y le dio el paquete. Luego la observó irse contenta consigo misma y se sintió satisfecha.
Hacía casi un año había abierto aquella tienda de ropa interior. Había estudiado diseño en Paris, cuando era poco más que una adolescente, pero luego había estudiado administración y se había dedicado a eso. En los últimos años, se había dado cuenta que extrañaba su faceta creativa y entonces alentada por sus mejores amigas, había retomado sus sueños.
Ahora aún tenía deudas por el dinero invertido , pero la tienda estaba empezando a ganar reputación y poco a poco estaba logrando ganancias. Había sido una buena decisión.
Siempre le había gustado diseñar ropa interior, delicadas prendas en encaje, seda, satén y telas de delicadas texturas. Sus prendas casi artesanales y de una altísima calidad habían atraído a una clientela muy selecta que pagaba bien por sus creaciones, aún así Silk había diseñado otra línea más accesible para que todas las mujeres pudieran disfrutar de lo que hacía.
En general , la gente pensaba que las mujeres usaban ropa interior para atraer a los hombres, sin embargo la joven sabía que tenía mucho más que ver con algo personal. Las mujeres se sentían bien usando aquellas prendas delicadamente femeninas, aún cuando nadie supiera que las llevaban.
Era casi como un secreto que reservaban para ellas mismas, como si quisieran recordarse que debajo de las pesadas ropas cotidianas, que más allá del duro trabajo que enfrentaran y los contratiempos, aún eran mujeres valiosas y sensuales, aunque nadie más en el mundo lo supiera.
Y ella disfrutaba ser parte de aquello.
Por eso amaba su tienda “Al Rojo Vivo. Creaciones apasionadas de ropa interior” era su sueño hecho realidad.
Claro que también veía desfilar todo tipo de gente por allí, por supuesto que había mujeres que compraban ropa para seducir hombres, incluso jovencitas que iban a comprar algo especial para su primera noche de amor, o mujeres como la que acababa de irse que querían hacer algo para levantar su autoestima. Cada persona tenía una historia y ella quería que sus creaciones lograran reflejar eso.
También iban hombres a su tienda, aquellos que querían hacer un regalo y se ponían incómodos al tratar de encontrar la medida adecuada, y también los mujeriegos descarados que querían elegir lo que vestiría su amante. Esos siempre le molestaban y trataba de despacharlos tan rápido como fuera posible, sin embargo no podía olvidar que su negocio estaba empezando a crecer y necesitaba el dinero. Sus amigas se lo recordaban, no podía tener tantos escrúpulos, sin embargo se sentía mal cuando sus prendas eran compradas por esa clase de hombre.
Una clienta la llamó y la chica dejó sus reflexiones de lado, luego de atender a la última, cerró las puertas , tenía unas horas libres hasta abrir de nuevo , así que tomó el paquete que había envuelto previamente y se escapó al negocio vecino.
La Pastelería Creaciones Apasionadas, era su segunda casa, allí estaba una de sus mejores amigas , Candy.
Cuando llegó, había bastante gente haciendo pedidos, así que se acercó a su amiga, la saludó y le ofreció su ayuda. Un rato después cuando se hubo despejado un poco se sentaron un rato a charlar.
-Comida, Chocolate…-dijo Silk y Candy se largó a reír.
-Tu vocabulario se reduce notablemente cuando entras aquí.
-Es tu culpa y también será tu culpa que yo empiece a rodar.
-¡Oye! Yo no te obligo a que vengas a comer cosas dulces cada vez que se te ocurre.
-Lo hago como favor, ¿cómo sabrías la calidad de éstas cosas si no te diera mi sincera opinión?
-¡Sí claro! – se burló su amiga y le sirvió un par de porciones de postres de chocolate.
-Poca crema – señaló Silk a uno de los pasteles e inmediatamente Candy le agregó una dosis extra de crema.
-¿Suficiente?