Al Son de la Pasión

QUINCE

Cuando, quince minutos más tarde Mel se encontró sentada entre Matt y su madre, su cabeza amenazaba con explotar en cualquier momento. Lo peor era que ni siquiera se trataba de lo que había esperado.

En los últimos días desde que Matthew aceptó ir con ella a la fiesta, Mel había experimentado un pánico terrible de la reacción de su madre, pero ahora, que estaban sentados uno junto al otro comiendo como si nada raro estuviera pasando, la hacía sentir incluso más inquieta.

Una parte de sí misma le decía que no debía exagerar y que tal vez su madre solo estaba siendo cortés, no era tonta para entender que hacer algún escándalo allí no era una buena decisión y muy probablemente la citaría en algún momento de la semana para preguntarle en qué carajos había estado pensando. Eso sería lo normal en Yvonne, lo que Mel no entendía era como lograba fingir tan bien, cómo podía incluso entablar una pequeña conversación con él unos minutos atrás.

No pensaba mentir, la actitud de Matt y su madre la superaba.

Cuando se hubieron servido los postres subió una orquesta a un pequeño escenario situado en un rincón del comedor y empezaron a tocar música suave. Jena se acercó para recordarle que dentro de cinco minutos ella dirigiría unas palabras al público. Mel no lo había olvidado, pero agradeció la distracción y por primera vez en la noche, se sintió agradecida de poder separarse de Matt y su madre, al menos para poder pensar con claridad.

Se excusó con ambos y fue al tocador unos minutos para retocar su maquillaje y de paso tomarse unos minutos; y cuando, un momento después, subió al podio, Mel volvía a estar en su elemento. Entendía que la actitud de las dos personas más importantes para ella en aquel lugar era extraña, pero no pensaba pasarse toda la noche dándole vueltas al asunto.

Recitó el discurso de bienvenida que había ensayado al menos una docena de veces durante esa semana y permitió que el orgullo de sí misma ocupara el lugar de la paranoia mientras la gente le aplaudía y ella le daba paso a su madre.

Yvonne se levantó sonriente y caminó hacia el podio, se acercó hacia Mel, tomándola de las manos por un segundo e inclinándose para darle un beso en la mejilla que fue su idea para dar la impresión de ser una familia unida y, aun con esa sonrisa luminosa en su rostro, una sonrisa que nadie excepto Melinda se atrevería a decir que era falsa, pero lo era, su madre se colocó delante de todos sus invitados y pronunció unas emotivas palabras en las que, entre muchas otras cosas, expresaba lo feliz que se sentía de estar inaugurando un nuevo restaurant de la cadena Dawson.  

Mel regreso a su lugar junto a Matt y respiró aliviada. Prácticamente el trabajo estaba hecho y ahora solo le quedaba ver como todo se desarrollaba a pedir de boca.

Matt la tomó de la mano cuando ella regresó a la mesa y le dio un breve beso en la frente.

—Estuviste genial.

Se dejó envolver con sus brazos y sonrió al darse cuenta de que él no tenía intención de soltarla. Tomaron asiento aun demasiado juntos y por primera vez en su vida a Mel no le importó que un montón de gente pudiera estarla viendo, no le importó encontrarse en un evento de trabajo… En ese momento más que nunca, se sentía tan bien que no quería pensar.

Escuchó el resto del discurso de su madre, aplaudió junto al resto de los invitados y vio con gusto como ella abandonaba los reflectores para otra vez darle paso a la banda que tocaría música en vivo.

Lentamente, las personas comenzaron a levantarse de sus lugares para acercarse a saludar a conocidos, bailar o simplemente recorrer el salón y aunque Melinda no tenía muchas ganas de alejarse de Matt, le tocó dedicarle un poco de su tiempo a uno que otro invitado que se acercó. Cuando se estaba en el negocio de las Relaciones Públicas cualquiera buena relación, por pequeña que pudiera parecer, era un futuro contacto que se podía utilizar más tarde.

Con el rabillo del ojo vio con Matt se deslizaba por el salón, aunque en esta ocasión no hablaba con nadie. Mel le devolvió su atención a la mujer frente a ella que hablaba de su último viaje a Paris y de como había odiado toda la mantequilla en la comida. Asintió por enésima vez y volvió a mirar a Matthew, para su sorpresa, esta vez estaba junto a su madre.

La imagen la sacó de concentración una vez más, ¿ellos desde cuando tenían tanto de qué hablar?

Por desgracia, o tal vez no, su interlocutora pareció notar el desinterés de Mel en su odio por la mantequilla y se despidió amablemente; entonces ella pudo dedicarle unos minutos a observar a su madre y a Matt, la forma en la que estaban parados, sus gestos… Obviamente ninguno de los dos estaba cómodo con lo que fuera que estuvieran conversando. ¿Una discusión, tal vez?

Sintió un vuelco en el estómago y comenzó a caminar hasta ellos. Al parecer se había dejado engañar de su madre, con sus sonrisas y su calma cuando era muy probable que solo estuviera esperando el momento propicio para arrinconar a Matt y hacerlo sentir fuera de lugar.

Sus pasos se hicieron más rápidos al tiempo que llegaba hasta ellos dispuesta a tener una seria conversación con su madre, pero fue Matt quien la vio llegar y de repente la expresión de tensión en su rostro desapareció tan rápido que pareció nunca haber existido. Su madre debió de haberlo notado también, porque se giró hacia ella y sonrió.




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