¡Capítulo dos! 😏
Su opinión me es muy importante.
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Suelta un quejido que borra toda la emoción con la que relataba tan solo asintiendo.
—Si yo... solo era un pasatiempo que se me daba bien.
—Perdón, estaría feliz de escucharte hablar de efectos especiales y ediciones digitales si no fuese porque mi familia siempre intenta estar al frente de otras agencias sobre eso y es un tema que detesto.
—O podríamos pasar el tiempo sin hablar —acaricia mi hombro con travesura.
—Max —lo reprendo solo consiguiendo que se acerque más.
—Nada, mejor no hablemos, me gustan los sonidos de tu boca, no necesariamente tienen que ser palabras...
—Eres imposible —cruzo los brazos evitando el contacto visual.
—Estoy jugando —formula travieso—. Aunque si quieres no es broma.
—Alguien pasa demasiaso tiempo en redes.
—¿Cuales redes? —vacila perdiendo el poco espacio que nos separa.
Estando tan cerca Max se roba mis labios, los besa y muerde cuando su beso se torna caliente. Manda atrás mi cabello para abrirse paso en mi cuello. Levanto los brazos para que saque la bata y me recorra con su boca. Sus certeras caricias y mordiscos me hacen jadear sin parar por más que intento no ser ruidosa.
Su penetrante mirada me hace sentir deseada. Es que sí me dijera que soy la mujer más sexy en este instante se lo creo.
Me lleva sobre él a la orilla de la cama, siento el fervor con el que acaricia mi espalda hasta aferrarse en mis muslos obligándome a apretar las piernas por nuestra cercanía.
—Miranda, intentemoslo así. Abre las piernas para mí —exige en un tono grave cerca de mí oído, lo que mi cuerpo recibe como un alto estímulo debido a nuestros roces. Lo sigue como una orden quedando a su merced.
Con total perversión veo como desliza mis bragas rosas por mis piernas de frente a él dejando mis pies sobre sus hombros un momento. Acaricia sutilmente mi entrada con las yemas de sus dedos convirtiendo en tortura sus movimientos en mi zona más sensible.
Sin perder el contacto visual lo siento acomodarse dejando mis piernas a sus costados con firmeza, sus roces provocan fuertes palpitaciones antes de recibir su invasión por completo en una tortuosa mezcla de dolor y placer al no tener la costumbre de ser invadida.
Emito un jadeo fuerte sin lograr acomodarme, no recordaba todo el espacio que ocupa Max y él se queja de lo estrecha que le resulto. Evoca a que sus primeros movimientos sean suaves. Su boca me distrae con placenteras caricias desde las clavículas hasta la cuenca entre mis senos. Mi excitación comienza a abrirse paso apenas siento el calor de su lengua sobre ellos, no puedo creer que mis labios logran pedir más siendo atendidos por la sonrisa más siniestra de Maxim.
—Me encanta tu inocencia, pero también cuando te entregas sin mesura —comenta moviéndose más a prisa debajo, adueñándose de mis muslos, mordiendo mi hombro. Apropiándose de cada espacio de mí sin piedad creando el sonido más excitante entre nuestros cuerpos.
No puedo responder, mi garganta solo emite sonidos guturales cada vez más altos, más extensos y sin noción hasta mi liberación y la suya minutos después.
—Eres una caótica ternura —aprisiona mi cuerpo al ras del suyo—. Quiero follarte de tantas maneras que dudo que me alcance la vida —susurra errático contra mi pecho.
—Siento ser pesimista Max, pero la vida ya se te fue.
—A veces te odio.
Me carcajeo y se va contra mí, me besa sin dejar de acariciarme sonriente con sus ojos caramelo brillantes. Son los minutos más hermosos, los que quizá no pude disfrutar hace un par de días la primera vez que estuvimos juntos. Nos abrazamos aún sudados y con la respiración anormal.
—Demuestramelo —le insisto acomodándome en su pecho.
—No sabes lo que pides.
Se jacta siniestro antes de irse sobre mí tomando mi cabello con fuerza obligándome a besarlo. Aún sin soltarlo quedo derribada sobre la cama. Su mano se escabulle a empalmar mi pierna a su lateral izquierda, del otro lado su mano roza mi intimidad humedecida creando movimientos nada sutiles al cada vez hundirlos más.
—No entiendo como tu piel me puede prender tanto.
—No te creo —Jadeo a falta de aire.
Gimo sin voluntad contra su boca anhelando que apague lo que está encendiendo en mi interior y descontrolando su ser al ras del mío en estrepitosas palpitaciones.
Lo siento crecer, endurecer e inclinarse contra mi vientre.
Pronto es él quien me invade con duros, profundos y rápidos movimientos, siento desfallecer en el mejor de los orgasmos que he experimentado hasta cerrar los párpados aferrada a su espalda suplicando que no se detenga. Y gracias al cielo no lo hace...
Cuando abro los ojos Max está asustado casi encima de mí. No deja de acariciar mi cabello hasta que vuelvo a él sonriendo agotada.
—¿Todo bien? —pregunta deshaciéndose del preservativo.
—Me duelen cosas que no sabía que podían doler —Me quejo al sentarme con una sensación bastante desconocida en el cuerpo.
—Lo siento —ameniza relajado levantándose para vestirse tomando su camisa del suelo y los bóxers antes del pantalón—. ¿Segura que estás bien? No luces buen.
—Pudrete Max.
Se ríe acercándome la ropa para que también me vista.
—¿Y si mejor me quedo esta prenda? —pregunta enseñando mi brasier beige.
—No pienso salir sin sosten.
—No quiero que se noten mis nenas —zanja serio.
Ladeo arrebatandole la ropa porque sé que es tarde y no demorará en recordarme que debemos andar por ahí a la vista.
Una vez listos nos encaminamos a la puerta donde me detiene para besar mi cara.
—Piensa lo que te dije sobre tu familia, he escuchado rumores entre las paredes y te han traído para recuperarte.
—No me salgas con eso Hoffman.
—Al menos inténtalo.
—Lo pensaré después. Ahora no, solo quiero disfrutar esto y tener un recuerdo dulce contigo.