Maximiliam Snyder
Intento atraparla después del abrazo, pero huye cada vez más rápido apenas me percibe cerca.
Revisando el segundo piso la veo atravesar la planta dejando caer la sudadera que le presté y cubrirse el frente con los brazos. En cualquier otro momento esto me resultaría hasta fantasioso, ahora no.
—¡Hey, estoy acá Max!
Corro para bajar y ella se pierde en las habitaciones laterales.
—¡Miri tus hermanos me van a matar, quieres vestirte y terminar de cenar!
—Quiero jugar un poco más —responde desde alguna.
—Podemos jugar vestidos.
—No a lo que quiero jugar.
—Si me dices armamos un plan juntos.
Tocan el timbre de la puerta en un pésimo momento, maldigo encaminado al pasillo.
—¡Miranda no salgas! —lanzo como advertencia que seguro desobedece.
Claramente escucho cuando la puerta principal se abre seguido de risas, pasos rápidos y algo se adentra rodando. Retrocedo cuando me encuentro cara a cara con Hannah y las niñas. ¿Han regresado tan pronto?
En lugar de saludarnos escapo afligido.
—Miranda, Miranda —doy susurros cuanto más bajo puedo intentando encontrarla antes que mi hermana.
Escucho alerta los movimientos de alguien en la cocina y corro a prisa hacia allá.
Me encuentro a Grace bebiendo agua y justo cuando Miranda pasa con una toalla enroscada en el cuerpo y otra en la cabeza.
—Me encontré un duende —dice con simpleza.
—¡Duende tu abu…—le cubro la boca a Grace.
—Miranda ve arriba, yo distraigo a Hannah.
—¡Mmm!
—Ya estoy mejor Max, tomé otra ducha, solo… dame un segundo….
—Sube, por piedad.
No pasan treinta segundos antes de que mi hermana empiece a gritar al ver a la chica en toalla subir por las escaleras cubriendo los ojos de sus hijas.
—¡A quien has metido en mi casa! —Me reclama Hannah—. Creí que esa etapa de andar detrás de busconas ya había pasado.
—Baja la voz, no ando detrás de nadie.
Bajo a Grace quien me mira con odio
—¡Max me secuestró mamá! ¡Se las verá con el abogado de mi papi!
—Grace.
—¡No, no, con las hijas de Louis Iverson nadie se mete, tío Max! —repite las líneas que mil veces le he escuchado a Iverson.
—Después arreglamos eso —Le dice Hann apartándose de mí—. Ve con tus hermanas a la sala.
Apenas Grace se pierde Hannah me acorrala molesta sosteniendo un sostén azul marino con las puntas de sus dedos.
—¿Qué no? Me he encontrado vasos embarrados de labial barato en la barra —Dudo que sean baratos, pero no reclamaré—, y este sostén que claramente no es mío en el suelo de mi sala y…
—Buenas tardes señores Iverson.
Los dos quedamos boquiabiertos al ver a Miranda completamente repuesta a dos metros de nosotros. Ahora con la formal ropa que llegó, a excepción de la prenda que mi hermana esconde en su espalda.
—Te dije que te callaras —le susurro a Hann.
—Lamento la invasión Hannah, el productor Snyder me dijo que podía quedarme aquí los días de rodaje, pero si hay inconvenientes ahora mismo hago que mi personal me consiga un hotel.
Entonces si conoce el respeto la arrogante.
—Claro que no señorita Livingstone. Bienvenida a su calurosa casa.
—Muchas gracias —Sonríe grácil y delicada—. ¿Y el pianista?
—Ha tomado un destino diferente por contratos, ahora se dirige a Londres..
—Lo siento tanto, ¿cómo sigue su nariz?
—Mejor, solo fue un… —Hannah parpadea ofuscada en nuestro intercambio visual de culpas—. ¿Me estoy perdiendo de algo entre ustedes?
No me deja responder, solo tira inmediatamente de mi brazo llevándome a la cocina contra mi voluntad y dejándola impasible con la palabra en la boca.
—No quería saber más de esos locos y tú vas y te ligas a la hermana —me reclama tan bajo como el coraje le permite.
—No me la estoy ligando, Miranda es la chica de la que te hable, la del internado.
—Ay max, está comprometida el anuncio salió por todos lados.
—Pero no casada.
—Eres mucho para ser un amante, hermanito.
—No lo soy, a quien ama es a mí.
—¿Entonces por qué no lo cancela? ¿Por qué le dio el sí estando tú ahí?
—No me vengas con esto, para mí ya es difícil.
—Max tú no me hubieses dejado estar en esa situación, ya me habrías abierto los ojos obligándome a darme cuenta que hay mejores personas. Nadie vale lo suficiente como para tener a dos personas sentimentalmente. Es que ni siquiera tendría sentimientos encontrados por dos a la vez.