Al terminar el otoño

Capítulo |27|

Ya saben que su opinión me es muy importante c:

Miranda Livingstone 

—Ahora está haciendo que Philar le arreglé el equipaje. Yo no puedo quedarme aquí, ver sus cajones vacíos, acostarme sin verlo a mi lado, sin observarlo dormir a nuestros niños, jugar con ellos, sus detalles, su voz al cantar al vestirse, sin escuchar el piano mientras instruye a Leo en las mañanas o revisa la tarea de Abi. Mi vida no es vida sin Isaí. 

—Nunca lo supiste.

Pego más mi cabeza a la pared cuando detecto que es la voz de Daen contra la que debate Jolie al teléfono en la cocina. Sus labios tiemblan y mira para todos lados evitando que alguien escuche su conversación.

—¿De qué hablas? —susurra cabizbaja.

—Que solo estuviste con Isaí, nunca te diste la oportunidad de alguien más. Eras joven y te aprendiste de él, te embarazaste sin saber si era amor. Si podías sentir más cosas por otro hombre.

—Nunca tuve dudas, ni curiosidad por nadie más, lo sabes.

—Eso te hizo pensar. Estás a tiempo de descubrirte, yo puedo ayudarte.

Casi estallo de enojo, pero lo evito ya que Jolie gira al pasillo por el sonido que emití. Busco donde esconderme por lo que termino pegándome como bicho al parabrisas a contra pared. Gracias al cielo solo se asomó y continúo.

—Es claro que él no te quiere ahí, no es la primera vez que lo hace.

—Al igual que ahora está confundido. Me ha demostrado miles de veces que me ama, con una sola acción mal actuada no me hará creer lo contrario, aunque es natural que me duela.

—Te pidió el divorcio y prácticamente te está corriendo de la casa, no le están importando tus hijos o tú. No dudes que apenas salgas meterá a otra.

—Está enfermo, Daen. Necesita más que nunca a nuestra, lo vivimos con su madre…

Escucho la exaltación de mi prometido al responder.

—¡Su madre tenía cáncer, él actúa como un idiota porque lo es!

Me contengo a responder. Una parte de mí lo quiere callar y defender a mi hermano, la otra quiere saber hasta dónde quiere llegar con esas insinuaciones hacia Jolie. Parece que se está ofreciendo a…

—Recuerda que siempre hay más opciones, que Isaí no es el último hombre del planeta.

Doy el último sorbo al vaso con agua al terminar de almorzar con mis sobrinos y hermano mayor..

—Apenas comiste —señala Aless.

—No tengo hambre.

—Nunca tienes.

Parece reclamar cuando me ve levantarme.

—Imagina cómo estaría sí si tuviera —susurro escuchando los sonidos internos de mi estómago—. Debo mantener mi peso o bajar, vienen las pruebas del vestido. La madre de Daen viaja la siguiente semana para ir conmigo en el lugar de nuestra madre.

 

Él blanquea los ojos.

—Así estás bien, así le agradaste a Weller. Y no es necesario que ella venga, yo iré contigo a esas pruebas.

—¿Tú?

—Tengo mejor gusto que esa señora cadavérica.

—¿Qué te he dicho de señalar el cuerpo de los demás? 

—A ella no le incomoda hablar del tuyo en tu cara. 

—Entiende que quería a alguien… más… —Muerdo mi labio tensando la quijada—. Nadie nunca es suficiente para una madre, ¿no?

—Aún así iré. Nadie nunca es suficiente para un hermano. 

—Viene a tomar mis medidas, ella lo hará.

—Oh no, no, no, no, me niego. Tú y yo iremos a Alemania, ahí tengo a mis mejores diseñadores, son expertos en alta costura, no en vegetales como ella.

—Es una petición especial que le hizo a Daen.

—Que vista a Daen, a ti no.

—No hagamos un lío de esto, por favor.

—Ella lo está haciendo, es claro que no ocupará el lugar de nuestra madre contigo. Yo puedo hacerlo, lo diseñamos juntos, pedimos la opinión de expertos y enviamos el diseño a Alemania. 

—Eres imposible Aless —lo abrazo fuerte y él lo hace al doble oprimiendo mis órganos hasta que duele. Es un tipo de dolor curativo, un abrazo compresor de miedos—. Aless necesito aire.

Me suelta entre las risas de los niños.

—Ahora come.

—De verdad no tengo apetito. 

—Mamá tampoco quiere comer, le duele su pancita —Se mete a la conversación Abi—. ¿Es verdad que nos iremos a otra casa?

Los dos nos acercamos a ella que apenas juega con el tenedor picoteando la comida. Ahora que lo noto ellos ni siquiera tocaron la pasta. 

—No van a ir a ningún lado mi amor, esta es su casa, si alguien se irá es el ridículo de su padre —le devuelve Aless. 

—Pero estaban discutiendo al despertar, él no nos quiere aquí —los ojos de Leo se vuelven rojos y no dudo en ir a su lado.

—Son cosas de ellos, pero los aman mucho.

—¿Por qué ya no nos quiere? —chilla con los ojitos cristalinos—. No hicimos nada, me porté bien.

—Porque es torpe para demostrar su amor, ustedes son su vida mi niño. Ahora por su cabeza pasan muchas cosas en las que no quiere meterlos a ustedes.

Aless toma a Abi y la arroja suavemente a su hombro. 

—Nos hace falta tener un día libre. ¿Vamos a hacer las compras y luego al parque?



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En el texto hay: romance, comedia humor, diferenciaedad

Editado: 01.08.2023

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