Ya saben que su opinión me es muy importante c:
Maximiliam Snyder
—Me han recomendado mucho este restaurante, ¿No te importa que es de comida rápida verdad? —pregunta Elly.
—Descuida, las hamburguesas están dentro de mi top de comidas favoritas —Corro una silla para ella vislumbrando los carteles del menú bastante alejados de la mesa—. ¿Te pido un especial o prefieres una sencilla?
Ofrezco evitándole la caminata.
—Una especial, el ejercicio lo compensa.
Me dirijo al frente después de tomar dos charolas del contenedor, pasando a formarme en la corta fila desde donde imprevistamente veo ingresar a Alessandro Livingstone con una atractiva mujer de gafas oscuras casi tan camuflada como él.
Menos mal estar detrás de cámaras siempre me ha hecho pasar más desapercibido entre las personas.
Ambos se dirigen a una de las primeras mesas de la entrada. Ahí los recibe otra mujer con un par de meses de embarazo y de espesos rizos oscuros que pareciera ya esperarlos o por lo menos a la mujer con la que ingresó él, pues ambas se demuestran aprecio entre escandalosos abrazos.
Al recibir mi pedido me dirijo de vuelta con Elly sin perderlos de vista. Aunque no están precisamente cerca de nosotros.
Lo veo atender una llamada que le hace dar indicaciones de como llegar al restaurante, tan mal lo hizo que al final termina por tener que salir a buscarlos él mismo.
La desconocida de gafas comienza a escanear el menú del servilletero y la embarazada se dirige al pasillo de afuera muy decidida, en su actuar noto su cambio de semblante. Con la vista sigo su caminar presenciando el momento exacto en el que Miranda se adentra en una especie de charla ejecutiva interna, no deja de hacer muecas aunque entró sola.
Y eso que no me ha notado, soy el complemento para terminar de arruinar su día.
¿Por ella es que iba Aless?
—Max —Elly truena sus dedos casi sobre mí cara—. Te pierdo.
Intento retomar la conversación lo mejor que puedo.
—¿En que estábamos?
—Te contaba sobre mis clases de baile, ¿te gusta bailar?
—Sí —agito mi jugo con la pajilla—. Solo he bailado una vez, pero sí.
—¿De verdad?
—Sí, en Arias la música tropical es de todos los días, pero yo tengo dos pies izquierdos —Ironizo apenado—. No tan literalmente, o sea mis pies son normales.
Elly ríe bastante fuerte palmeando mi hombro.
—A mí me fascina, podría bailar toda la noche.
—Yo podría comer toda la noche. Cada quien sus talentos, ¿no?
—Muy de acuerdo —brinda con mi bebida inmóvil en mi mano.
—¿Y eres de aquí?
—Sí, ahora mismo estoy en un descanso, acabo de renunciar a mi odioso empleo y espero retomar esa parte pronto, pero con algo menos estresante.
—Disfruta ese tiempo.
—Ya en serio, ¿cuál es tu pasatiempo?
Lo pienso, es como mi secreto personal aunque miles de personas lo conozcan. Es fácil escuchar la opinión de desconocidos, pero cuando alguien cercano lo hace siento que hago algo malo o insuficiente.
—Escribir, diseñar, dirigir, me gusta imaginar, va de la mano.
—¿Algún libro en especial?
—No, no, escribo guiones, hago un extracto de lo que sería la trama de principio a fin, lo platico con los directores, si creen que vale la pena comienzo el desarrollo y pactamos presupuestos. Al final si es muy parecido a escribir un libro. Debo describir a los personajes, el ambiente, sus emociones…
—Que dicha, imagina ser la inspiración de un escritor.
—No es tan bueno como crees, es decir; si habláramos de mí, terminar leyendo a alguien tan imperfecto como yo desde los adentros de otra persona haría que se perdiera la magia del libro. Pocas veces he escrito inspirado en alguien, o sea sí de las primeras impresiones o las esencias que me marcan, pero tendría que conocer a un ovni para querer relatarlo tal como es en letras y que siga siendo interesante.
—¿Entonces cuesta más conquistar a alguien creativo?
—De hecho somos muy fáciles de impresionar, el reto es seguir entusiasmados porque siempre queremos más, sobre analizamos mucho a las personas esperando encontrar un ser místico en ellos. Es un lío.
—¿De verdad?
—Creo a los personajes que otros idealizan como perfectos, imagina cómo es que los idealizo yo mismo.
—A alguien fuera de la realidad.
—La realidad no es mala, pero prefiero los toques de locura.
—¿Y qué hay en esa cabeza ahora mismo? ¿Alguna idea relevante?
Indaga con un ápice de aburrimiento notorio. Debo haberme mostrado demasiado.
Creo que no hay nada peor que ver a alguien que no encaja contigo intentando hacerlo. Esa auto-lastima que me hace sentir poco interesante.