Al terminar el otoño

Capítulo |31|

Ya saben que su opinión me es muy importante c:

Maximiliam Snyder 

Al fin pude darme un descanso después de dos semanas de trabajo ininterrumpido en Zuathella. Veía un día más a Lorens y terminaría preso por ser el principal sospechoso de su desaparición. Y culpable también. 

Le agradezco que haya aceptado tomar mi lugar con los Livingstone atravesando tan mal momento.  Al final de cuentas no son tan malas personas, su hermana incluso me enseñó como no quiero que me quieran.

Para mi desfortuna hoy se publica el cortometraje que escribí y dirigí de mi experiencia en la clínica. No quería verlo, ni siquiera que se publicara, pero todos los amigos que Hannah tiene en la agencia Simmore nos lo han enviado por distintos medios.

Además de que ya estaba la inversión y los contratos de difusión. Creía que lo vería a lado de Miranda. Ahora todo se fue a la mierda y tengo un cortometraje que me lo recordará toda la puta vida.

Cierro los ojos intentando quedarme dormido en el sofá mietras las niñas y mi hermana rien a carcajadas con cada dialogo que interpretan los actores. 

—¿Por qué no nos habias dicho que escribes comedia tan bien? —Me sacude por la cadera Hannah tirada con Sam en la alfombra—. ¿Cómo se te ocurrió la trama? La amo Max. Es el romance más dulce que he leído y mira que no has leído las cursilerías que escribe Louis para relatar en sus partituras. 

—Solo pasó. 

—¿Pero lo del fantasma?

—Tácticas de supervivencia.

—¿Por qué solo escribes suspenso entonces? Lo que él le enseñó y le hizo vivir… Yo quiero un Matthew.

—Hannah ya, solo velo y olvídalo tan pronto como puedas.

Me giro y siento como los bracitos de Carly abrazan mi cabeza, ya que está detrás de la almohada donde me estoy recargando. 

—¿Es Miranda? —susurra besando cerca de mi sien. 

—Puede. 

Abro solo un ojo, quisiera que lo quitaran, pero rien cada vez más fuerte y por alguna razón les parece tierno.

No ven que solo actué como cualquier humano con sentido común. A excepción de haberle querido ver la cara de loca, los efectos especiales y claramente a que el protagonista de mi historia si era un fantasma real capaz de abducir cuerpos humanos.

—¿Te duele el corazoncito tío? —pregunta Grace. 

—Un poco, ¿sabes por qué?

—No soy veterinario, quitate de mi lugar. 

Abro exasperado la boca sentándome bien. Estas niñas son iguales de soberbias que Hannah. 

—Pobre de los desdichados que se fijen en ustedes.

—Al menos se fijarán, no como en otros.

—¡Grace! —le reprende su madre—. Ya basta, deben llevarse bien.

—El empezó, ahí me siento yo. 

Sam ríe estirándose para tomar otro puñado de palomitas acarameladas. 

—Yo si te quiero papi Max. 

—¿Más que a Emil?

—Se esta cortando qujj, no se esuch… qujj… —se gira al frente sin responderme.

Me levanto y para mi sorpresa Carly no me estaba abrazando, sino peinando,  tengo el cabello lleno de lazos rosas y morados. Además de otros broches con piedras brillantes.

Genial, tardaré más de lo que pensé.

—Iré a tomar un baño.

—Milagro.

Aniquilo a Sam.

Creo que debo recordarles más a menudo que soy tu tío, no su hermano. Aunque al final termino pareciendo un hijo más para Hannah. 

En la habitación me desprendo de la ropa hasta quedar en boxers. Antes de entrar al agua selecciono una play list para relajarme. Aunque con mis gustos musicales pasando de pop rock en inglés a regional mariachi no sé si estoy dolido, borracho o a mitad de una sobredosis. 

Concuerdo que las penas en español y con tequila son mejores.

Las notificaciones en mis redes y chats personales bombardean mi bandeja de entrada desde el primer minuto cuando se lanzó el corto.

Extrañamente el chat de Miranda tiene tres mensajes eliminados. ¿Lo habrá visto? ¿Se habrá enojado? Ella escribió una escena. Lo censuré para solo dar indicios de lo que pasaría. Pero fue ella.

—Si pudieras verte como yo te veo, entenderías por qué espero.

Alcanzar a escuchar ese diálogo me estresa. Porque fui un idiota al creer que me pondría primero, que lograría defender lo que sé que siente por mí, pero no, vuelve a seguir lo que quieren los demás.

—Tío. 

Me llaman desde el pasillo.

—¿Sí Carly?

—¿Por qué la dejó ir?

—Por qué ella tenía que vivir su vida, él estaba muerto.

—No la película, ¿por qué dejó ir a Miranda?

—Va de lo mismo.

—¿Y sí ella quería…

—No, no quería.



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En el texto hay: romance, comedia humor, diferenciaedad

Editado: 01.08.2023

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