Al terminar el otoño

Capítulo |40|

 

Miranda Livingstone 
 


—Así que tuve que irme unos días para pensar, Maes me ha dicho que ha sido mi error e Isabella que en qué pensaba al fijarme en ti.

Mis ojos se blanquean por sí solos al escucharlo. Por primera vez agradezco mi déficit de atención.  Me hace mirar a cada persona que llega al estacionamiento y no escuchar al cien por ciento a Daen.

—Vale, está bien. Cada quien por su lado y puedes pasar mañana mismo a recoger las cosas que tengas en mi departamento.

—Así que te vas.

—Sí, y no le veo la razón de conservarlas.

—Entendido —abuchea entre dientes.

—En medio de nuestros errores hubo cosas buenas, te deseo lo mejor Weller, lo veo difícil después de haberme tenido, pero sabes a que me refiero.

Curva su sonrisa, esa que me volvía y sigue volviendo loca, es uno de sus mejores atributos.

—Lo intentaré, aunque no creo poder desearte lo mismo —inspira hondo y se yergue—. Y lo otro que quería comentar es que mi madre quiere su vestido de vuelta.

Formas de iniciar la guerra en una conciliación activada.

—Mejor dime cuanto les debo.

—La madre que me pa… —forma un mohín abatido—. Yo me encargo.

—Sí es todo, debo entrar a la premiación.

Se acerca y nos damos el abrazo más incómodo del mundo. Nos miramos a los ojos un segundo compartiendo el impulso de besarnos. Lo cual es una total locura y así que me aparto cerrando los ojos.

—Adiós.

—Adiós.


 


Me despido a prisa en dirección del elevador. Compongo mi postura cuando el encargado abre la puerta para mí. Pronto los reporteros vienen a mi encuentro en estampida.

—¿Es verdad tu ruptura con Daen?

—¿Es verdad que estás embarazada?

—¡Miranda es verdad que todo se debió a una tercera!
 


Cojo aire para sonreír y responder con la amabilidad que no me caracteriza.

—Solo puedo decir que estoy soltera y feliz… Y que pensaba que en el desfile preguntaban por el diseñador de la vestimenta —bromeo para despegarme de ahí posando para las fotos.

Al parecer los Snyder acababan de desfilar ya que ahora posan para las cámaras a unos metros de mí. Y que muy probablemente Max me vio con Daen.

Pronto siento un brazo en la cintura y me encuentro a Maximiliam. Sus labios buscan los míos acaparando la atención de todo ser vivo con cámara.

—¿Muy soltera?

—Quizá no tanto, ¿eres visible?

Reímos avanzando de la mano, claramente noto como él bloquea a los reporteros para que no me ataquen con preguntas incómodas con la presencia de Weller tan cerca.

Entonces en una mesa encontramos a Hannah e Iverson y en otra Alessandro sólito. Mi vergüenza me lanzó a la mesa de mi hermano y me llevé al menor de los Snyder claramente.

—¿Y dónde está Isaí? —indago al saludarlo con un beso.

—Con Jolie en casa, no quiso conducir esta segunda entrega.

Me aparto a prestar atención al desfile de estrellas y las entrevistas exprés que les hacen. A nadie le han lanzado preguntas sin sentido como a mí.

—Ahora sí puedes darte gusto viendo a esas lindas chicas en vestidos exóticos, Max —zanjo pendiente de sus movimientos.

—Llevo más de media hora intentando adivinar si debajo de tu vestido llevas sujetador. Es que creo que no lo amerita, pero a la vez se ven tan firmes tus nenas que… —Alessandro lo aniquila visualmente y por poco creo que puede llegar a lo físico.

—Deja de mentir —advierto riendo.

—Sí no fuera porque nuestras familias se odian y Cris está trabajando, me iría a otra mesa cochinos.

Aqueja cruzando los brazos.

—¿Y por qué no vas a recogerla al trabajo? —cuestiono.

—Iré a buscarla, pero dudo que quiera venir aquí o ir a cenar después de estar laborando comida todo el día.

—En fin tu problema —zanja Max levantándose y dándome la mano.

—¿A dónde vamos?

—Por ahí.

Le doy la mano antes de encoger los hombros en dirección de Alessandro.

Subimos largas escaleras con su mano cubriendo mis ojos.

—Pobre de ti si arruinas mi maquillaje.

—El que tenga miedo a morir que no nazca.

—Max.

Poco a poco la música y la voz del conductor deja de escucharse.

Cierra una puerta y retira su mano permitiéndome ver una panorámica vista de la ciudad, más los miles de tulipanes amarillos en las jardineras del balcón acompañados de luces doradas entre ellos.

—¡Ay Max!

—Quiero una oportunidad.

Giro asombrada.

—Ya te había dicho que si en nuestra horrible cita.

—¿Horrible?

—Sabes que no fue precisam…—sus labios atrapan los míos silenciando hasta mis pensamientos. 

—Espero este a la altura de lo que imaginabas. No puedo regresar el tiempo para darle citas a esa Miranda lastimada, pero quiero que la del presente siempre sea feliz.

—Me encanta tanto —doy saltitos analizando cada detalle. Sin acreditar que alguien haya hecho tanto pensando en mí.

Debe haber más de dos mil tulipanes en las jardineras. Miles de diminutas luces rodeando la naturaleza. Además de una elegante barra con una botella de champagne.

<<¿Una vida juntos o qué?>>

Me divierto ante su raro romanticismo. Lo jalo contra mí para besar su boca bajando su cabeza a mi altura.

Su mano recorre mi espalda descubriendo debajo de los listones de seda dorados.

—No quiero romperlo. Aún bajaremos.

Yo misma desato las finas hebras de seda de mi espalda y eso hace que toda la parte delantera caiga dejando expuesto hasta mi cintura. La boca de Max sigue lo que sus dedos acarician con el mismo deseo y complacencia que pinta en sus ojos.

Vuelve su rostro para besarme y subirme a la barra donde lo freno.

—¿Y si alguien nos ve?

—He dejado claro el cuidado de este balcón.

—Pero y si por fuera alg…—deposita un beso más.

—A menos que venga un helicóptero es imposible.



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En el texto hay: romance, comedia humor, diferenciaedad

Editado: 01.08.2023

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