Campamento nómada de Rana Di en el Desierto de Qubbah.
— ¿Qué planea hacer el próximo Sultán del Qubbah en medio del desierto? — preguntó Kaj al Bim Russard.
— Vengo a que me ayudes compañero. —le dice Hakim serio.
— Para que el señor de las arenas esté solicitando mi ayuda debe ser algo serio.
— Vamos Kaj sabes que eres el más indicado para esto.
— Dime qué favor deseas.
— necesito que captures a una princesa. —le respondió con voz profunda.
— Hakim, ¿de quién estamos hablando? No me dirás que deseas secuestrar a tu prometida.
— ¿Cómo lo sabes? —le preguntó frunciendo el ceño.
— Porque todo el mundo sabe que te casarás con la princesa Akina de Qu’Arim, y sabes que es por el beneficio de ambos países.
— Sabes que me casé una única vez y sabes perfectamente con quién.
— Sé que te casaste con mi prima, pero ya está fallecida Hakim y necesitamos una nueva reina.
— Pero yo no necesito una chica desenfrenada que tenga que poner en riel, Kaj.
— Pero Hakim, ¿cómo vas a raptar a tu prometida?
— Para eso estoy aquí, sé que tienes buenos hombres para eso, solo quiero que la raptéis y la traigáis al campamento.
— Por las barbas de Alá estás mal. —dijo su amigo con seriedad.
— ¿Me vas a ayudar Kaj o mejor se lo pido a otro?
— Nada de eso Hakim.
— Entonces, ¿cuándo me harás el favor?
— Déjame hablar con los hombres para esta ocasión y te respondo.
— Quiero eso para hoy Kaj, nada de para luego.
— Está bien amigo.
Mientras en el desierto de Qu’Arim, uno de los adversarios de esa nación tenía distintos planes para la princesa. Y ese individuo era el líder de una pandilla de insurgentes que buscaba adquirir a Akina, ya que cuando ella estaba en su territorio había tenido una relación amorosa con Faruq y él deseaba evitar ese matrimonio a toda costa. Además, había conversado con Akina sobre huir juntos.
— Sabes que eres mía Akina.
— Lo sé Faruq, sabes que al que deseo es a ti… Pero esos vínculos de compromisos con la familia no se pueden romper.
— Si te hago un Ala Kachuu serás mía así esté comprometida te puedo raptar.
— Lo sé Faruq sé que tú puedes con eso y más, pero tenemos que acordar qué día. —le decía ella por el celular.
— Déjame todo eso a mí Akina, ya verás que pronto estaremos juntos.
Los dos mantenían contacto desde que Akina había abandonado su nación para y que educarse. Pero era una forma de distanciarse de todos esos compromisos y asumirlos más tarde. Tras finalizar la llamada, uno de sus amigos le comenta.
— Vamos Faruq, ¿realmente planeas llevar esto tan lejos como para contraer matrimonio con ella? No puedes estar hablando en serio, amigo.
— Sí, lo haré Mustafá, y necesito que me ayudes. Vamos a secuestrarla con la ayuda de otros hombres, vamos a hacer un secuestro de novias.
El jeque Faruq levantó una de sus cejas oscuras con expresión interrogante.
— ¿Y por qué no?
— Bien, ya sabes… — comenzó a decir el siempre diplomático Mustafá, aclarando la garganta antes de continuar. — Estoy seguro de que eres consciente de que la princesa Akina tiene cierta… fama. Y el testamento del jeque Tarik es muy explícito.
— Debo raptarla sin importar ningún testamento, entre dos naciones. — contestó Faruq con una expresión de desdén. — No me importa lo que tenga que hacer para que ella esté a mi lado.
— Supongo que tienes razón, pero… Entonces, Faruq.
Los ojos plomizos de Faruq evocaron nuevamente la cabellera parda y la delicadeza de los hombros de la mujer con la que alguna vez compartió su lecho, esa melena desordenada en la cama, en medio del desierto.
— Si eso te calma, Faruq te diré que he realizado algunas investigaciones. Y el jeque Hakim realmente no desea contraer matrimonio con Akina. Pero las responsabilidades de un jeque hacia su país lo obligan a hacerlo.
— Ya te dije ella es de mi propiedad, así que vamos a planificar el día del rapto.
Dos líderes que desean lo mismo raptar a la misma mujer, pero qué ocurre cuando uno de ellos rapta a la mujer errónea. Akina tenía un secreto y la desafortunada e inocente Carey sufrirá las repercusiones de la vida oculta de Akina. Todo esto debido a un acuerdo pactado entre dos naciones. Mientras en el majestuoso palacio Imperial de Qubbah, el consejero personal se dirige al despacho para hablar con Hakim, cuando llama a la puerta, él le hace pasar de inmediato.