Unas horas más tarde, el automóvil se detuvo en un campamento en medio del desierto, podría considerarse que sería su residencia a partir de ahora. El hombre le abrió la puerta y se volvió hacia Carey, quien lo miró con ira.
— ¿A dónde me han atraído?
— ¿Por qué no baja y lo comprueba, su alteza? —sin esperar a que le respondiera, la agarró de la muñeca.
Ella reprimió un grito mientras la sacaba del automóvil. Al tropezar con una roca, él la agarró. Otro de los hombres salió de otro automóvil y le dijo.
— Su Alteza por favor… —indicándole que caminara hacia una de las tiendas.
Carey se giró automáticamente y Hamed sonrió complacido, ella era consciente de que no podía hacer nada. Ni siquiera escapar ya, se encontraba en medio del desierto en ese instante Hamed le dijo.
— Permanezca aquí en la tienda, iré a buscar a Kaj para que la vea Alteza.
— Por favor, le ruego que no me abandone aquí, quiero regresar a mi hogar.
— Vamos Alteza, está en su hogar.
— Cómo le explico que no soy Akina, que se confundieron de mujer.
— Deje de hacer esos juegos Alteza. —y Hamed se retiró de allí para buscar a Kaj.
La gravilla crujía bajo las botas de Kaj mientras atravesaba el campamento hasta la carpa que le habían preparado para Akina. Su camino solitario en ese momento se veían las estrellas. Ya había oscurecido y finalmente estaba libre para encontrarse con Akina y conversar con ella sobre por qué la había llevado contra su voluntad. Kaj había estado conversando con la tribu durante todo el día, hasta que Hamed le informó que la princesa Akina se encontraba en el campamento.
— Jeque Kaj. —lo llamó Hamed mientras se acercaba rápidamente. — La princesa Akina ya está en la tienda esperando por usted.
— ¿Cómo lo recibió? —preguntó Kaj. — Está bien, ve a descansar. Mañana será un día muy agotador, gracias por tu ayuda.
— No hay de qué, Jeque, siempre soy fiel a usted.
— Bueno, Hamed, ve a descansar.
Su asistente se había criado junto a él en medio del desierto y siempre le solicitaba ayuda cuando se trataba de desplazarse a otros países. Y él se dirigió a la tienda, pero Kaj no sabía la sorpresa que él iba a recibir al ingresar en ella. En el instante en que él habría la lona de la entrada, y entrar al recinto y decir.
— Princesa Akina…
Cuando Carey volteó Kaj, no podía creer lo que veían sus ojos, era su pariente en persona era Leila. El no podía suponer aquello, era en verdad su pariente era la viva imagen de ella. Carey al verlo como se puso lo miro y le dice.
— ¿Qué le sucede? Está pálido.
— Por los dioses, Leila, estás viva.
— Ahora me confunde con alguien más, mi nombre es Carey, no soy Akina y mucho menos esa Leila de la que usted habla. Por favor, ¿qué les pasa a todos ustedes?
— No puedo creer esto…
Y Kaj salió de la tienda rápidamente a buscar a Hamed que estaba en la tienda de él descansando, y Kaj lo obliga a levantarse.
— Esa no es Akina, e… es… Por las barbas de Ala.
— ¿Qué le pasa Kaj? Parece pálido y como si hubiera visto un espectro.
— Hamed, esa mujer no es Akina, esa mujer se parece mucho a Leila, mi prima.
— ¿Qué estás diciendo? Leila está fallecida, murió en un accidente Kaj.
— Maldición Hamed, ¿no se dieron cuenta de que no era Akina?
— No conozco a Akina, nunca la he visto y pensaba que ella era la princesa.
— Tenemos un gran problema con Hakim.
— ¿Por qué dices eso, Jeque Kaj?
— Esa mujer se parece mucho a Leila, su cabello tiene tonos rojos como el atardecer, su cara se parece a la de Leila, es mi prima.
— Vamos, Kaj…
En eso Kaj salió de la tienda de Hamed, y junto a él fueron a la tienda donde estaba Carey. Cuando entraron, ella se asustó mucho porque había entrado el hombre que la raptó y el otro que la confundía con otra persona llamada Leila. Ahora sí que ella no entendía nada allí. Cuando los miró a los dos a los ojos, Hamed quedó sorprendido. Sus brillantes ojos de color violeta lo habían mirado con valentía, sosteniendo sus miradas. Los dos hombres quedaron impactados por su belleza y la clara imagen de Leila, ambos se quedaron mirándose y Hamed le dice.
— Señorita…