Ala Kachuu El raptó de la Novia

Capítulo 9

Kaj estaba pensando después de haber observado a la muchacha en la tienda. Aquella gran semejanza a su prima era algo que no lo dejaba en paz, necesitaba conversar con su tía Mayala y rápidamente. Por lo tanto, para lograrlo no deseaba abandonar a la chica en el campamento, no quería que la gente la percibiera como un espectro porque algunos conocieron a Leila. Entonces le comenta a su compañero Hamed.


 

— Mañana partimos hacia Kamtansin a visitar a mi tía Mayala.

— Pero jeque Kaj, ¿qué va a hacer con la joven allí? —le dice con el ceño fruncido.

— No voy a dejar a la chica aquí en el campamento, es mejor llevarla a donde mi tía quiero que la vea.

— Pero ¿por qué, Kaj? ¿Por qué vas a hacer eso?

— Tengo una duda en mi cabeza, Hamed.

— Pero ¿qué será, jeque Kaj, lo que lo tiene tan pensativo?

— No sé, no estoy seguro, pero recuerdo que mi tía había mencionado que Leila tuvo una hermana, era su gemela, pero que murió en un ataque que le hicieron a mi tío, donde fallecieron todos y solo Leila sobrevivió.

— Vamos, jeque Kaj, ¿cómo va a ser eso cierto? Eso ocurrió hace muchos años.

— No lo sé, Hamed, pero el hecho de que haya dos personas idénticas en el mundo es algo que me ha dejado pensativo.

— Seguramente no es nada, hay muchas personas que se parecen.

— Maldita sea, Hamed, la única forma de saberlo es ir a ver a mi tía, así que saldremos al amanecer mañana. Prepara a la chica para nuestra partida.


 

Kaj no dejaba de reflexionar en su mente sobre aquella muchacha y su prima. Si él estaba en lo correcto de que aquella muchacha era la melliza de Leila, era necesario indagar cómo la muchacha llegó a Estados Unidos y quién era la familia que la había cuidado durante muchos años. Y el detalle era qué haría con Hakim cuando lo encontrara. Por lo tanto, eso sería lo que esperaría, debía averiguar quién era la chica llamada Carey y si tenía algún parentesco con él y su familia. Kaj no podía quitarse eso de la cabeza.

Mientras en la tienda donde se encontraba la joven, esta era atendida por unas muchachas que el propio Kaj había enviado allí, pero muchachas en las que confiaba. Carey simplemente estaba recorriendo todo el lugar, no podía dejar de pensar en sus abuelos y en todo lo que había sucedido con ella. Cuando dos damas ingresaron a la tienda.


 

— Buenas noches, señorita.

— Quiénes son ustedes.

— No se preocupe, el jeque Kaj nos envió para atenderla.

— No quiero nada, solo quiero salir de aquí y volver a casa.

Carey no se daba cuenta de que las mujeres susurraban entre ellas y decían cosas frente a ella.

— ¿Qué están susurrando frente a mí? No entiendo su idioma.

— Nada señorita, ahora necesitamos que se cambie de ropa.

— Maldito vestido, este vestido ha causado todos estos problemas.

— Disculpe señorita, pero es un vestido hermoso.

— Hermoso, y por eso estoy aquí, en medio de la nada con dos mujeres que quieren ayudarme a quitármelo.

— Vamos señorita, no se ponga así. —le dice la otra chica mientras le coloca una prenda similar a la suya en la cama.

— Ya les dije que no necesito nada, solo quiero irme a casa.

— Vamos señorita, tiene que quitarse ese vestido y ponerse ese otro. Mañana será otro día.

— Otro día más encerrada aquí, solo se confundieron conmigo y mi amiga.


 

En ese instante, Kaj ingresó a la tienda y las mujeres inclinaron la cabeza y se alejaron de allí. Carey simplemente observó cómo el individuo la intimidaba nuevamente. Y en ese preciso momento, el hombre se acerca a ella y le expresa.


 

— Sería conveniente que preste atención a las mujeres, señorita.

— Mi nombre es Carey y ustedes me han privado de mi libertad. —lo dijo con expresión molesta y lo señaló con el dedo índice. — Usted y esos hombres me han atraído aquí sin mi consentimiento, me han secuestrado y no entiendo por qué desde el principio les dije que no era Akina, pero no me hicieron caso.

— Está bien señorita, bueno Carey.

— ¿Por qué querían secuestrar a Akina.? —le preguntó Carey por curiosidad.

— Eso se lo explicaré más adelante, ahora necesito decirle algo.

— Vaya, quiere decirme algo, ¿qué será para mantenerme prisionera aquí en esta tienda? Devuélvame a mi país.

— Cuando me cuente algunas cosas.

— Está bien que quiera saber, si eso me va a llegar a mi país sí.

— Dígame de su familia.

— Quiere saber de mi familia, ¿por qué quiere saber de ella?

— Ya le dije si me habla de su familia la llevaré a su casa.




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