Capítulo 2
Abrí los ojos y lo primero que se cruzó en mi vista fue un techo blanco, me senté, estaba en un sofá beige aterciopelado muy cómodo y cuando vi a mi alrededor me di cuenta de que todo era como en mi casa en el cielo, el suelo, las paredes y el techo blancos, los hermosos adornos dorados que le daban un estilo rústico y a la vez delicado al lugar, la puerta marrón que daba al patio delantero de la casa, la mesita frente a mí con varias fotos en las que se veía a mi familia, un sentimiento de tristeza se apoderó de mí y mis ojos se llenaron de lágrimas, volví a recorrer el lugar con la mirada, realmente lo había extrañado, sin pensarlo dos veces me levanté decidida a averiguar lo que ocurría entonces la puerta se abrió y un hombre y una mujer que parecían ser como de diecisiete años cada uno aparecieron, ambos vestidos de negro con ropa ajustada, a cada uno le resaltaba un par enorme de alas negras en la espalda
- ¿quiénes son ustedes? - pregunté con odio
- me insulta que no nos reconozcas – dijo ella
- supongo que el cambiar tanto de apariencia te afecto la memoria – dijo él levantando un poco su camisa dejando a la vista una cicatriz hecha por una espada que recorría gran parte de su abdomen
- oh, los mocosos de Brasilia – dije reconociendo la cicatriz hecha por mi hace muchos años – creí que eran lo suficientemente poderosos como para al menos curarse bien – suspire cruzando los brazos – me decepcionan, parece que solo fue suerte el que me hayan logrado atrapar – ambos me miraron con odio a lo que yo sonreí con suficiencia
- parece que no eres la niña dulce e inocente que presumes con los humanos – dijo una voz que reconocí al instante y unos segundos después apareció aquel al que identifiqué como Astaroth, ahora dos alas negras, un poco más grandes que las de los otros dos, sobresalían de su espalda – déjenme con ella – dijo dirigiéndose a los otros dos quienes obedecieron de inmediato
- ¿dónde estamos y qué quieres? - dije una vez que los dos mocosos salieron
- bueno, estamos en tu antigua casa en el cielo – me reí amargamente
- está claro que eso no es cierto – él simplemente sonrió – responde la otra pregunta – dije seriamente
- bueno, quiero que desarrolles todo tu potencial demoníaco, después de todo eres una de nosotros y deberías actuar como tal – dijo tranquilamente
- yo no soy una de ustedes, yo no soy un demonio – él se rio
- ¿me estás diciendo que eres un ángel? Porque hasta donde sé no te trataron como uno en el cielo – yo baje la mirada, él se acercó y puso una mano en mi hombro invitándome a sentarme junto con él lo cual hice - ¿quieres saber qué eres? - dijo a lo que yo levante la mirada rápidamente
- ¿cómo sé que no te aprovecharas de mi o que no me estás mintiendo? - dije mirándolo seriamente
- ¿por qué te mentiría? - fijó su mirada en mi abdomen unos segundo, a lo que yo me removí incómoda, había detectado el símbolo que bloquea mi esencia, subió la mirada hasta mis ojos y volvió a hablar – si quisiera ya te habría quitado ese símbolo sigilo y te habría manipulado o me habría aprovechado de la debilidad que tienes pot tu pasado y te habría controlado, después de todo tu y yo estamos conectados, soy parte de ti y eso me da ventaja – lo miré confundida
- ¿a qué te refieres con “soy parte de ti”? - él sonrió
- parece que tu querido padre creador ni tu adorado hermano Lelial te dijeron -
- ¿qué cosa no me dijeron? - pronuncié con la mirada fija en una foto mía y de mi hermano que yacía en la mesita frente a mi
- bueno podemos enumerarlas – dijo sonriendo – primero, no eres el primer híbrido entre ángeles y demonios que existe y seguramente no serás el último – volteé a verlo
- ¿a qué te refieres... no soy la única? - el negó
- ¿cómo crees que el famoso Miguel venció a Lucifer y bajo al infierno a encerrarlo? - se rio – orando te aseguro que no fue -
- ¿quieres decir que el Arcángel Miguel... es un híbrido? - el asintió
- todos los Arcángeles de hecho, claro que ninguno de ellos fue atacado por su madre – dijo a tono de burla a lo que yo lo fulminé con la mirada – y bueno, no solo los Arcángeles son híbrido, los humanos también -
- ¿en serio? - el asintió – pero si yo he vivido entre ellos por siglos y no he detectado nada raro en ellos -
- bueno eso es porque naturalmente son híbridos – se calló por unos segundos – te explico, estamos los demonios, representantes de la oscuridad, la maldad y todo eso, están los ángeles que son todo lo contrario, ellos representan la luz, el amor y todas esas cosas empalagosas, ambos bandos tienen un líder, el de los ángeles que es Dios y el de los demonios que los humanos normalmente le dicen El Diablo ¿me sigues? - yo asentí – bueno, antes de que la tierra fuera poblada, solo había oscuridad y bueno conoces la historia de los siete días y todo eso ¿cierto? - asentí – ok, en ese preciso momento que el primer humano pisó la tierra inició la batalla entre ángeles y demonios, los demonios por dominarlos y los ángeles por protegerlos y a partir de ahí es que comienzan las guerras, las diferentes religiones, las divisiones y todas esas cosas que han ocurrido a lo largo de la historia humana, dando como resultado que el humano tenga en su alma tanto bien como mal, influencia tanto de ángeles como de demonios – hice una seña para que se detuviera
- muy buena la historia, pero todavía no me dices que tiene que ver todo esto con los híbridos, los humanos poseen el libre albedrío, eso los hace elegir, no necesariamente los hace híbridos – él se rio y dijo
- mi querida Aládiah eso es precisamente lo que los hace híbridos – hizo una pausa y continuo - ¿por qué crees que no te querían en el cielo? -
- porque soy peligrosa, porque no controlo mis dones – dije con cierto tono de tristeza
- porque te tienen miedo, tu eres un humano con los dones de un ángel y los de un demonio, tu puedes hacer y pensar lo que quieras, tú no tienes una naturaleza buena o mala que te lo impida, por eso te temen tanto – dicho eso se levantó se paró frente a mí y extendiendo su mano dijo – pero yo no te temo, puedo enseñarte a usar tus dones y llevarlos al máximo, no tendrías miedo de ti misma nunca más y solo debes tomar mi mano – lo pensé por unos segundos, no temería a hacerle daño a mi hermano si acepto, sin embargo es un demonio lo que tengo frente a mi
- de... debo pensarlo – dije nerviosa, el alejó su mano
- de acuerdo, cuando tengas una respuesta solo tienes que llamar – dicho eso chasqueo los dedos y en un abrir y cerrar de ojos estaba sentada en la parte trasera de una cafetería, mire a mi alrededor y reconocí el lugar, estaba en Nápoles otra vez, sus palabras seguían frescas en mi cabeza “no tendrías miedo de ti misma” ¿y si tal vez dice la verdad? Sería capaz de estar con Lelial sin hacerle daño, incluso podría protegerlo, sería yo misma sin temer a dañar a alguien
- señorita, esto es para usted – dijo una camarera sacándome de mis pensamientos, la mire extrañada
- disculpe, yo no pedí nada – ella sonrió y dijo
- un muchacho llamado Naden me pidió que se lo trajera, el ya pagó – se calló por un momento – me dijo que eran cercanos, ¿usted lo conoce? - recorrí el lugar con la vista tratando de localizarlo, sin embargo no estaba
- si... si lo conozco – dije pensativa
- de acuerdo, aquí tiene – dijo amablemente mientras colocaba frente a mí una copa con helado de vainilla y chocolate con una cereza arriba
- gracias -
- a la orden – y con una sonrisa se alejó, cuidadosamente agarre la cereza y justo antes de meterla en mi boca tuve la sensación de que me observaban, coloque la cereza en su lugar, con la vista busque a la camarera y una vez que la localice le hice un seña para que se acercara, segundos después ya estaba junto a mi
- ¿puedes ponérmelo para llevar? Olvide que tengo algo de prisa – dije fingiendo estar apurada
- claro, en un momento – dicho eso agarro la copa y se alejó, rápidamente volví a recorrer el lugar con la mirada, ninguna de las personas ahí parecían estar observándome, ni siquiera parecían percatarse de mi presencia...