Aládiah

Capítulo 4

  • Básicamente dibujo figuras al azar que se me ocurren o cosas que me recuerden a mi antigua casa – dije admirando la decoración de la casa mientras Dennis observaba los dibujos
  • Veo que te gusta mucho el claro-oscuro, muy pocos son a color a pesar de que dominas el color muy bien – yo asentí - ¿quiénes son? – preguntó mostrándome la última página ocupada, maldije a Astaroth, me tenía distraída con sus comentarios e inconscientemente puse un dibujo del retrato de mis padres que había hecho aun estando en  el cielo, mis ojos se llenaron de lágrimas al recordarlo, Dennis se dio cuenta y bajo el cuaderno diciendo – perdón, no debí preguntar – dijo apenado
  • Descuida, ellos son mis padres – dije limpiándome una lágrima que habían escapado de mis ojos…

La noche transcurría mientras Dennis me enseñaba a usar las pinturas al frío y me mostraba las pinturas que todavía no había publicado y sin darnos cuenta ya estaba amaneciendo, ahora los dos estábamos sentados en el techo viendo como el cielo se llenaba de amarillentos colores y se comenzaban a distinguir las siluetas de los edificios y casas, la verdad es que muy pocas veces me sentaba a observar la belleza de la que pueden gozar los humanos, estaba muy concentrada en no ser encontrada pero en este momento todo parecía distante, incluso como si nunca hubiera pasado nada, como si fuera una simple pesadilla

  • Es hermoso – comentó Dennis sacándome de mis pensamientos
  • Tienes razón – suspiré – muy pocas veces me he detenido a admirar estas cosas, quisiera poder hacerlo todo el tiempo – dije sin pensar
  • ¿y por qué no puedes? – preguntó Dennis a lo que me regañé mentalmente
  • Es que… - comencé buscando alguna razón creíble – no me gusta disfrutar de estas cosas sola – “¿cómo puede ser esa tu salida?” pensé reclamándome
  • Ya veo – dijo Dennis claramente no muy convencido
  • Bueno, creo que ya debo irme – dije tratando de escapar de la situación – mi amiga ya debe estar preocupada – aclaré mientras me levantaba y me colgaba el bolso a la espalda
  • De acuerdo – respondió sonriendo y levantándose al igual que yo, ambos bajamos y salimos por la tienda
  • Gracias por todo – dije amablemente – te despides de tu abuela por mí – él me miro extrañado
  • ¿cuándo te vas? – pregunto, yo lo pensé un momento, con todo lo de la aparición de Astaroth y todo lo que me dijo debía tomar una decisión y quería involucrar a Dennis y a Ema lo menos posible
  • Dentro de unos días – dije tratando de sonar lo más convencida posible
  • Podemos vernos antes de que te vayas, si quieres – dijo regalándome una sonrisa que casi me convence pero mi lado razonable hablo, a pesar de que quería verlo de nuevo no podía relacionarlos conmigo, ya ni siquiera me interesaba saber de dónde sacaba las imágenes para sus pinturas
  • Créeme, si pudiera nos veríamos pero tengo que resolver algunas cosas antes de irme – dije tratando de convencerme más a mí que a él
  • De acuerdo, pero si llegas a tener alguna tarde libre, sabes dónde encontrarme – dijo sonriendo, yo asentí y me despedí agradeciendo nuevamente para después alejarme convenciéndome de que hacía lo correcto
  • Ese chico me enferma – dijo Astaroth apareciendo a mi lado – y no es porque quiera permanecer en contacto contigo, eso puedo resolverlo fácilmente – yo suspiré y dije
  • No tienes que resolver nada, no nos volveremos a ver – baje la mirada
  • Yo no estaría tan seguro – respondió Astaroth para después desaparecer, al instante fijé mi mirada en el lugar en el que estaba hace unos segundos
  • Malditos demonios – susurré para después mirar al frente de nuevo…

 

Han pasado dos semanas después de eso, hace una semana decidí irme de Nápoles ya que la posibilidad de encontrarme con Dennis y Ema era muy grande además de que ahora no solo Astaroth me seguía a todos lados sino también los otros dos demonios que estaban con él cuando lo conocí, ella se llama Samigina, aprendiz de Asmodeo personificación de la lujuria, y él se llama Bael, aprendiz de Leviatán personificación de la envidia; ahora estaba en la isla Mallorca, en España

  • Oye ¿por qué no me prestas atención? Soy como tu hermana menor no deberías ignorarme – dijo Samigina a lo que yo simplemente la ignoré, estábamos sentadas en un mirador, yo observaba el amanecer mientras ella no dejaba de molestar
  • ¿por qué sigues aquí? – dije sin mirarla
  • Astaroth ordeno que no te perdiera de vista y mi maestro me ordenó que lo obedeciera asique aquí estoy – yo suspiré
  • Está bien, puedes seguirme a donde sea si quieres pero por lo menos guarda silencio, no creo que sea tan difícil – respondí a lo que ella rio
  • Es como pedirme que no inspire lujuria en los hombres – yo rodé los ojos
  • Eres un ser despreciable – murmuré con odio, ella simplemente guardó silencio cosa que agradecí
  • Siento una energía extraña – dijo minutos después
  • Deja de inventar, yo no siento nada – me levanté con intención de caminar hacia algún parque o algo así, Samigina se levantó rápidamente y me tomó del brazo
  • No estoy mintiendo, hay una energía acechándote angelita – con un movimiento me zafé de su agarre
  • Puedo cuidarme sola demonio – dicho eso comencé a caminar…




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