Un mes después de enviar aquella solicitud recibo la noticia de que fui admitida. Ahora debo contarle a mi familia. Mis hermanos han estado presionando para saber a qué universidad decidí inscribirme, pero lo que no saben es que esos no son mis planes.
Mamá preparó una deliciosa cena. Estamos solo mi padre, ella y yo. Mis hermanos están más o menos a una hora de distancia de la ciudad donde vivo. Por suerte.
—Alana ¿está todo bien? Te noto algo distraída.
Pregunta mi padre sacándome de mis cavilaciones.
—Si papá, estoy perfecta. (Me quedo en silencio unos segundos y luego tomo el valor que necesito para soltar la bomba que llevo guardada hace varios días) en realidad tengo algo que contarles.
Mis padres dejan de comer y colocan los cubiertos sobre la mesa para fijar toda su atención en mí.
— ¿Qué sucede ovejita? empiezas asustarme
Dice mi madre con una expresión maternalmente preocupada.
Trago grueso para pasar el nudo de nervios que se ha formado en mi garganta y respiro profundo. Papá me observa con el ceño fruncido y de repente las palabras salen de mi boca como disparadas.
—Fui aceptada en el ejército y en tres días debo presentarme.
Mis padres se quedan congelados observándome, es como si el tiempo se hubiera detenido. Luego mi padre observa a mamá y ella a él.
— ¿Escuché bien?
Le pregunta papá a mamá, ella asiente y creo ver un atisbo de sonrisa en su rostro, en cambio la expresión de mi padre es de espanto total.
—Alana hija ¿estas segura de que eso es lo que quieres?
—Si mamá completamente segura. Quiero seguir los pasos de papá. Hacer algo importante por mi vida. Y no encerrarme en una oficina con un bonito traje, desayunando un café de Starbucks y un pan de dieta todos los días.
Papá guarda silencio y me observa detenidamente. Luego de unos minutos de silencio por fin habla.
—Tengo algunos contactos que…
—No papá, quiero hacer esto por mi cuenta, no quiero que se sepa que soy hija del gran coronel Sebastián Stone. Seré una recluta más.
—Te advierto que no será nada fácil, el ejército es rudo. Hija debes estar completamente segura del paso que vas a dar. Es peligroso y …
—Sí, lo sé papá, sé que no es fácil, pero quiero hacerlo. Además, la decisión ya está tomada.
Esa noche mis hermanos me enviaron cientos de mensajes incluso le dijeron a papá que si de verdad me iba permitir hacer algo como eso. A lo que papá les contesto
—Alana es una chica valiente, es momento de darle alas a nuestra pajarita
A mis hermanos no les quedó más remedio que aceptar mi decisión y por primera vez en muchos años me sentí libre de tomar las riendas de mi vida. Y en el fondo me sentí feliz de lo que había dicho papá.
…………………….
Tres días después
Septiembre 26 2040
—Por favor cuídate mucho. Llámanos todas las veces que puedas y sobre todo avísale a papá si algo va mal.
Asiento y envuelvo a mi madre en un cálido abrazo. Luego hago lo mismo con papá y mis dos hermanos.
—No creas que porque estés en ese lugar no voy a vigilarte.
Dice Dalton en mi oído, pero con tono de burla.
—Los extrañaré par de psicópatas.
Finalmente nos damos un abrazo grupal y por último tomo mi mochila con las pocas pertenencias que me dejaron traer, me adentro en el batallón en el que alguna vez mi padre fue coronel y antes de perderlos de vista me giro en dirección a mi familia y les lanzo un beso.
Una mujer me guía hasta una especie de auditorio donde hay cientos de hombres y mujeres. Al final de este hay una mesa donde están sentadas 6 personas con uniformes militares. Me siento en la tercera fila y minutos más tarde la puerta del auditorio es cerrada.
Luego una voz femenina inunda los altavoces del lugar.
—Buenos días y bienvenidos sean todos.
Queremos darle la bienvenida y de antemano agradecerles por tomar esta importante decisión de servir a su país. Este no será un camino nada fácil, pero que, con esfuerzo, amor, dedicación y entrega, muchos de ustedes lograran culminar.
De hoy en adelante su vida será aquí o en el lugar de destino que les corresponda. Olvídense de las navidades en familia o fechas especiales con sus parejas, esta es la vida militar. Si alguno de ustedes no está dispuesto a ser parte de nosotros, puede retirarse en este momento.
La mujer hace una señal con su mano en dirección a la puerta por donde entré hace algunos minutos, pero nadie se mueve de su lugar. Bueno supongo que después de aquél discurso tan motivador imagino que quería asustar a más de uno.
Muy Bien, siendo así vamos a llamar a cada uno por sus nombres. Les presento a los mayores Joseph Scott Mayor del batallón de Sto. Jones Oklahoma. (El hombre se pone de pie y hace el usual saludo militar) Mayor Carlos Brown de batallón de ingenieros Nevada (hace lo mismo que el anterior) Mayor Louis Rodríguez de batallón de héroes de Nueva York (Hace un saludo igual a sus dos compañeros) y por último el mayor Adam Warlock mayor de batallón de infantería Audie León Murphy n°2 Nuevo México. (De inmediato se escuchan cientos de murmullos en toda la sala y ahora entiendo por qué, el último mencionado es un… papucho. ¡Oh por Dios!)