Septiembre de 2015 - 9:16 PM - Ámsterdam, Federación de Eurasia
La cortina danza al compás del viento mientras el monitor de sus signos vitales resuena en toda la habitación, anunciando la frágil presencia de vida. La luz de la Luna se cuela y acaricia los rasgos desgastados del rostro de una mujer que ha sido despojada de todo. Sus sollozos apenas audibles aún reverberan a través de múltiples realidades, atrayendo las miradas de aquellos que yacen en la penumbra.
Por fin, su luz y esperanza emergen para iluminar ese funesto momento. Como todas las noches, ella aguarda su llegada. Él despliega con gracia sus alas negras, y ella lo observa con atención, logrando que sus pensamientos sombríos se retiren, brindándole la oportunidad de vivir un día más.
—Richter —exclama la mujer, acostada junto al cuerpo al que se aferra con vehemencia, aferrándose a la vida que aún queda en ella.
Durante el día, ella se mantiene distante de quienes la visitan, contemplándolos como si fueran sueños lejanos que ocurrieron hace años. Pero cuando él llega, esos sueños se disipan para darle la bienvenida a la escasa felicidad que aún puede percibir.
—He vuelto, mi querida Sofie —dice con júbilo al ver los ojos de la mujer, quien lo es todo para él, y por quien ha dado tanto para estar a su lado—. ¿Recuerdas el poema que te prometí mejorar?
—No hay manera de que pueda olvidarlo, lo he estado esperando durante días —le responde Sofie con una inmensa dicha al saber que él pensó en ella y trabajó en algo que aprecia con todo su corazón.
Hace nueve días, Richter le prometió que escribiría un poema para ella, pero carecía de los conocimientos necesarios para lograr tal hazaña. Por ello, se acercó al espíritu del planeta en busca de ayuda y conocimiento. Con un gran esfuerzo, logró plasmar en palabras lo único que sabía con certeza.
—Presta atención, Sofie, porque solo lo voy a repetir una vez —le aclara Richter mientras camina hacia ella y se arrodilla, mientras Sofie está sentada en la cama, sosteniendo la mano de su moribundo cuerpo.
En la penumbra de la noche, al compás de la Luna danzante,
nuestras almas, entrelazadas, se entregan en un amor vibrante.
Bajo la envidia de las estrellas fulgurantes y celosas,
iluminamos un mundo dolorido, sumido en su tristeza despiadada.
Nuestro amor, manifiesto en cada latido, enmudece nuestros sentidos,
deteniendo el tiempo en un eterno abrazo compartido.
Ángeles derraman lágrimas, descendiendo del firmamento,
anhelando el amor que se desvaneció, junto a tus caricias, en el viento.
—¿Qué te parece? —pregunta Richter con nerviosismo, inseguro de si lo ha escrito siguiendo las reglas.
Al cerrar sus ojos, un mar de lágrimas recorre su pálido rostro y su sonrisa se dibuja de extremo a extremo. No hay palabras que Sofie pueda pronunciar para expresar su gratitud hacia el gesto de Richter, su ángel guardián que la acompaña en esta nueva y difícil etapa de su vida.
—Oscuro, así como eres tú, Richter —le responde Sofie después de dominar la emoción que la embarga al escuchar las hermosas palabras de él.
—No podría hacerlo de otra manera, aunque así lo deseara.
—No quiero que sea diferente, lo quiero tal como lo escribiste pensando en mí.
—Seguiré trabajando en ello, aún debe haber formas de mejorarlo —le dice Richter, reflexionando sobre el momento en que inevitablemente tendrá que llegar, aunque no lo desee—. Me intriga que aún no la hayas visto.
Al llegar, no solo trajo su luz al alma de Sofie, sino que también trajo algo que ella ama con todo su corazón. Sofie mira a su alrededor buscándolo y, cuando finalmente lo ve, salta de la cama y corre hacia la mesa junto a la ventana.
—Un tulipán amarillo —exclama con alegría en su rostro mientras lo levanta.
Lo observa y la oscuridad que antes se reflejaba en su rostro desaparece, dejando una expresión agradecida y llena de esperanza para seguir luchando. Para Sofie, un tulipán amarillo representa la vida. Cuando era niña, su abuela materna le regalaba un tulipán amarillo cada vez que la visitaba. En una tarde de invierno, su abuela le entregó el que sería el último tulipán para Sofie. Sin saberlo, tenía en sus manos el último recuerdo de su querida abuela. Y cuando ella falleció dos días después debido a una enfermedad cardiovascular, Sofie guardó la flor hasta que se marchitó.
Un tulipán le recuerda a Sofie que aún no se rinde, a pesar de que han pasado tres meses desde el terrible accidente que la dejó en coma y le arrebató la luz de sus dos preciosas hijas. Aún hay seres queridos que esperan su regreso; sus padres no se rinden, a pesar de que su cuerpo se debilita con cada día que pasa.
Sofie siempre fue una guerrera en vida, y cerca de la muerte no es diferente. No se rindió cuando presenció los cuerpos sin vida de sus hijas mientras su sangre se derramaba al estar atrapadas en los restos de su camioneta. Ella sigue luchando porque desea regresar junto a su familia, su esposo y sus amigos. No importa cuán cruel pueda ser su nueva realidad, nada la detendrá.
Como todas las noches, él se para en la puerta y guarda silencio mientras ella lo observa e imagina quién es el misterioso ángel que apareció tres días después de caer en coma. Richter busca la manera de revelarle la verdad sobre su identidad, pero sabe que no debe hacerlo bajo ninguna circunstancia. Ella no está lista y tal vez nunca lo estará. Ese fue el acuerdo que él obtuvo para poder estar a su lado y evitar que la mirada de aquellos entes oscuros que buscan su energía se acerquen.
—Debo irme, mi querida Sofie —expresa Richter con pesar, pero su deber lo llama en otro lugar.
—No te vayas —implora Sofie con el tulipán amarillo en la mano.
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historia de amor, dimensiones paralelas, ángeles de oscuridad
Editado: 17.10.2023