Capítulo 2 - Arrullos de amor

El sonido de las olas no perturba la concentración de la pequeña niña mientras corre por la playa en busca de conchas. Su padre la persigue mientras, en la distancia, observa el gran tesoro que ha descubierto. "Sofie, no vayas tan rápido", le pide el hombre con una alegría inmensa al ver lo más valioso que la vida le ha regalado.

La niña de cuatro años grita de felicidad al encontrar tres conchas pequeñas juntas. Algo tan sencillo como eso la llena de alegría, y cuando ve a su padre acercarse exhausto, se ríe y corre esperando que él la siga. Mientras mira hacia atrás, su risa contagiosa llena el aire al ver a su padre seguirle el paso con dificultad.

Al recoger la última concha, la pequeña niña se acerca a una mujer que ha estado observándola con lágrimas en los ojos desde hace un rato. Con una sonrisa, la niña coloca las conchas en sus pies y sin apartar la mirada de la mujer, la niña se desvanece en polvo. El padre observa a la mujer llorar inconsolable mientras recoge las conchas que fueron testigos de un pequeño ángel. "Adiós, hija", le dice el padre y desaparece de la misma manera que la niña, con una sonrisa en su rostro.

Sofie se sienta en la arena, abraza sus rodillas y entierra sus pies en la arena mientras intenta contener su tristeza. "Este recuerdo no debe ser triste", piensa Sofie. Es uno de los más hermosos que conserva de su infancia: el mar, su padre corriendo tras ella y recolectando conchas para su madre. Es uno de los pocos recuerdos que logra mantener en su vida adulta.

Richter posee la habilidad de recrear recuerdos, pero solo cuando hay Luna nueva y Luna llena. Utiliza la energía que emana la Luna en su beneficio. Sin embargo, el costo energético es demasiado alto para él y cualquier descuido puede poner en peligro el alma de Sofie, ya que no puede protegerla de aquellos que la persiguen, no obstante, aquí están seguros.

Al haberse calmado lo suficiente, Sofie se levanta con el tesoro de la pequeña niña en su mano. Richter, sentado en la arena, le pregunta a dónde quiere ir.

—Solo quiero caminar —responde Sofie, comenzando su pequeña travesía por la solitaria playa.

—Espero que no hayas olvidado que se acerca el día de tu cumpleaños —le recuerda Richter, pensando que eso podría hacerla sentir mejor.

—Me da igual, Richter. No es algo que quiera celebrar —aclara Sofie, recordando que sus hijas le habían prometido decorar la casa y hacer un pastel con la ayuda de su abuela paterna en su cumpleaños.

—Puedo traerte flores —añade Richter, buscando la manera de arrancarle una sonrisa.

—Aprecio mucho el gesto, pero sabes lo que realmente deseo —le dice, pensando en lo único que la haría verdaderamente feliz.

—No tengo el poder suficiente ni la capacidad para traerlas de vuelta.

—Es una lástima, porque eso me haría muy feliz.

Richter se queda sin palabras y baja la mirada. Sofie camina hacia la playa y permite que el agua fría moje sus pies descalzos. Reflexiona sobre la nueva realidad que ha estado viviendo durante los últimos meses, intentando comprender el destino que le ha sido impuesto, pero es una tarea complicada para alguien como ella.

—Vivo en una constante frustración sin lograr comprender mi nueva realidad —exclama Sofie cuando Richter se acerca a ella.

—La vida es simple, ustedes la hacen compleja —enfatiza Richter, observando el mar.

—¿Algún día me dirás de dónde vienes? —pregunta Sofie.

—No, sabes que no puedo hacerlo.

—Lo sé, pero eso no me impedirá seguir insistiendo hasta que me reveles los misterios que me aprisionan.

—Puedes intentarlo tantas veces como quieras, pero mi respuesta seguirá siendo la misma.

—Eres frío, Richter. Si pudieras ayudarme a entender de alguna otra manera, tal vez podría sobrellevar todo esto mejor.

Sofie es consciente de que Richter le oculta muchas cosas, después de todo, él es un ángel. Desde que lo conoció, ha estado preguntándose por qué un ángel la cuida durante las noches. Sin embargo, la verdad no es tan simple como Sofie podría pensar. El origen de Richter se remonta a mucho antes de la existencia del planeta.

—Concéntrate en lo que tienes ahora —le recalca Richter, señalando el hermoso panorama que tienen frente a ellos.

—Recuerdos tristes de un pasado que debe permanecer sepultado —susurra Sofie mirando al cielo.

—Este recuerdo no es triste —le reprocha Richter.

—Lo será cuando volvamos al mundo real —responde Sofie con melancolía.

Sofie comienza a caminar por el agua con una idea en mente. Está siendo tentada por la idea de poner fin a todo el sufrimiento con un poco de esfuerzo de su parte, pero no está segura de si eso es posible. Sabe que el lugar en el que se encuentra es una ilusión creada por Richter para hacerla sentir mejor.

Voltea hacia él y lo observa con sus alas negras extendidas, en una postura firme mirando en su dirección. Él siempre está en guardia, protegiéndola de aquellos que buscan hacerle daño. Con una determinación inmensa, Sofie empieza a caminar hacia el mar. Las olas chocan contra su pecho, pero ella continúa decidida a terminar lo que ha empezado.

—¿Qué estás haciendo? —le cuestiona Richter, caminando sobre el agua con sus alas extendidas.

—¡Hacer lo que tú no pudiste hacer! —le grita Sofie entre lágrimas mientras nada mar adentro.

—Sé lo que estás intentando, Sofie, y no lograrás lo que deseas. Así que, dame tu mano y volvamos.

Sofie escucha las palabras de Richter, pero su determinación por poner fin a todo es más fuerte. "Esta puede ser mi oportunidad", piensa mientras se desplaza por el agua fría hasta estar sobre un abismo. Con cada movimiento de su brazo, su determinación crece. Esta es su oportunidad.

Hasta ahora, había jugado con la idea de buscar una manera de acabar con su nueva vida, pero al estar en presencia de su cuerpo moribundo, no lograba encontrar la fuerza para hacerlo. Ahora, estando sobre el abismo de agua, lejos de todo lo que le devuelve sus recuerdos y su vida, encuentra esa fuerza.