Los días van y vienen mientras Sofie observa su habitación por un lado y la ciudad por el otro. Ha pasado los últimos días sentada en la ventana sin que le importe nada. Ni las visitas de sus padres, amigos ni siquiera la de Richter han logrado cambiar la expresión demacrada en su rostro.
Los únicos pensamientos que han rondado su cabeza han sido las dos muertes de Jozef. La primera, por su propia mano, y la segunda, por esa sombra que lo arrastró a la dimensión del caos. Ella pensó que lo conocía, pero su última acción le demostró que en realidad nunca lo llegó a conocer.
Richter, con un plan en mente, se acerca a ella decidido a devolverle su verdadero ser y sacarla de la miseria en la que se encuentra, sumida en un silencio constante día y noche.
—La muerte, tal como ustedes la conocen, es errónea —le confiesa, esperando no ir demasiado lejos.
Sofie lo mira y se queda en silencio. Procesa sus palabras, pero no tiene ganas de hablar con él, ni con nadie. Al ver que ella no responde, Richter piensa en qué más decirle sin ir demasiado lejos.
» No somos solo nuestros cuerpos, y tú pudiste contemplar eso al ver el alma de Jozef liberarse de su envoltura biológica.
Esta vez logra captar su completa atención. Richter nunca le dice algo que ella no sepa, pero esta vez le ha revelado algo que ella nunca había escuchado.
—Recuerdo que mencionaste por error que somos incluso más que eso —murmura Sofie, pensando en la figura traslúcida de energía que observó aquella noche.
—Somos consciencia, y al igual que tu alma necesita de tu cuerpo para experimentar la vida en este mundo, tu consciencia necesita de tu alma para manifestarse.
—He perdido mi alma y mi vida. ¿De qué sirve la vida si no puedo compartirla con mis seres queridos?
—Tus seres queridos nunca te abandonan...
—Mientras los recuerde, vivirán en mí. Sí, lo sé, así que ahórrate esas palabras vacías para aquellos que no conocen el verdadero dolor —le interrumpe, sintiendo coraje por no poder comprender cómo se siente.
—No me estás entendiendo. Las consciencias de tu esposo e hijas siguen existiendo.
—Pero, adelante, dilo. Siempre hay un "pero".
—Pero sus personalidades, que son las de tu esposo e hijas, ahora forman parte de sus conocimientos y recuerdos.
—En pocas palabras, aunque sigan "vivos" como tú dices, no los volveré a ver.
—Eso depende de la decisión que tomen sus consciencias.
—Me hablas de cosas que me resultan difíciles de comprender, pero lo único que quiero es estar con los tres —le confiesa afligida, volviendo su mirada hacia las estrellas—. ¿Cuánto más tengo que esperar?
—El tiempo que sea necesario.
—Desearía poder morir; desearía poner fin a todo esto.
—Por favor, no lo intentes de nuevo —le suplica Richter mientras ella mira hacia la calle.
Al día siguiente de su partida, se lanzó al vacío, pero al atravesar el pavimento solo encontró decepción. "Al menos no estoy encerrada en el hospital", pensó mientras yacía en las alcantarillas. Richter llegó por ella unos minutos después y la llevó de vuelta a donde debe estar.
Al estar separada de su cuerpo, el vínculo que los une agota la energía de su alma. Y si llega a perder toda su energía, ella tendrá que enfrentar el mismo destino que sus hijas.
Sofie no responde y, aunque no lo pueda admitir, se siente mal por lo que hizo. No puede perdonar a Jozef por su decisión y mucho menos a ella misma por intentarlo un día después.
—Hice algo por ti —le confiesa Richter con cierta emoción.
—¿Será algo triste de nuevo? —le cuestiona, pensando que ya no puede caer más en el oscuro agujero en el que se encuentra.
—Eso solo depende de ti, pero en tu caso, no lo es. Será algo que te recordará lo hermosa que puede llegar a ser la vida.
—No estoy segura de lo último, pero prefiero estar en otro lugar que estar aquí escuchando el sonido de ese maldito monitor.
Sofie sujeta su brazo y por un instante se siente reconfortada al sentir su tacto. Luego, ambos desaparecen.
—Creo que tu concepto de algo "no triste" es muy diferente al mío —le reprocha Sofie con tono serio.
Al observar las tumbas a su alrededor, Sofie se llena de furia y tristeza. Los recuerdos que intenta dejar atrás resurgen y el dolor en su pecho crece hasta hacerla llorar desconsoladamente.
Richter se mantiene alerta, ya que un cementerio es uno de los lugares con más entes errantes que deambulan en busca de luz. Desenfunda su espada y sostiene la mano de Sofie mientras caminan entre las tumbas hacia el lugar que ella le indicó.
—Tranquila, esta vez no me separaré de ti —le responde Sofie cuando él le pide que se mantenga con él en todo momento.
Cuando Sofie reconoce el lugar, empieza a gritar de dolor. Sus lágrimas brotan como ríos de sus ojos cuando ve dos pequeñas tumbas frente a ella.
—¿Por qué? —le pregunta, envuelta en dolor.
Richter se queda en silencio al sentir el dolor de Sofie. Incluso él se sorprende al no poder reaccionar y decirle la verdad. Se arrodilla en medio de ambas tumbas y se deja caer al suelo, incapaz de continuar. "Este es mi límite", piensa mientras cierra los ojos sin intención de volver a abrirlos.
—Sofie, ellas vienen —exclama Richter con gran esfuerzo—. Tus hijas vienen.
Ella no reacciona, se había dado por vencida por completo, pero al escuchar la voz de una pequeña niña buscando a su mamá, se llena de esperanza. Voltea y ve a la pequeña Charlotte parada junto a Richter. Su mente apenas puede procesar lo que está sucediendo, pero se levanta y camina hacia ella. Sin embargo, su hija no puede esperar y corre hacia ella.
—¿De verdad eres tú, Charlotte? —le pregunta, abrazándola y llorando de felicidad al liberar todo el sentimiento de tristeza que la tenía aprisionada.
—Por supuesto que soy yo, mamá —responde la niña frunciendo el ceño.
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historia de amor, dimensiones paralelas, ángeles de oscuridad
Editado: 17.10.2023