Alas de Amor

Capítulo 7 - Susurros de lamento

El tétrico espectro de la silueta humanoide se encuentra frente a la habitación de Sofie, contemplando la extraña luz que impide su entrada. Sin embargo, tras varios intentos fallidos, se rinde al no poder atravesar la protección proporcionada por Richter. No es el único que ha intentado acceder, ya que la energía de Sofie atrae a estas entidades. No estando ni muerta ni viva, su energía resulta intrigante y todos desean obtener un poco de ella. Los rumores se propagan entre las sombras acerca de una mujer de treinta y un años que deambula en su habitación bajo la protección de un ángel. Todos sienten curiosidad por conocerla y ansían obtener algo de su luz.

En raras ocasiones, Sofie logra entablar conversación con una pequeña niña llamada Roos, quien busca a sus padres. Logra salir de la morgue cuando reúne suficiente energía, pero debe regresar rápidamente al perderla. En una noche, Sofie escucha los gritos de Roos, y Richter le permite salir de la habitación bajo su protección. Al encontrarse con ella, Sofie desarrolló rápidamente un afecto hacia la niña, ya que le recuerda a sus propias hijas. Roos no es la única visitante, también hay un hombre mayor llamado Johannes que la visita en raras ocasiones. Pero, como Sofie sospechaba, ninguno de ellos comprende plenamente su triste situación. Terra Gaia es un lugar cruel para las entidades débiles y carentes de conocimientos que habitan en todas sus dimensiones.

Richter llegó a Terra Gaia hace más de trescientos años para convertirse en un Revelert bajo la bendición del espíritu del planeta, con el propósito de ayudar a los 77 Protectores de Gaia en los momentos más críticos que enfrenta la séptima humanidad. Aunque Richter es un formidable guerrero, su ayuda resulta limitada ante la grave situación del planeta. Sin embargo, su presencia ha brindado apoyo a Sofie en sus momentos más difíciles.

Sofie sigue experimentando la increíble sensación que le trajo el reino de Fatal. Aunque ella piensa que fue una recreación de Richter, él sabe que no es así. El reino de Fatal existió y cayó hace más de once mil años en la dimensión madre, pero entre las múltiples dimensiones derivadas de la dimensión madre de Terra Gaia, el reino de Fatal perdura como un recuerdo.

Aunque siente alegría por momentos, Sofie también experimenta una punzada de tristeza. Por más que intenta evitarlo, no puede evitar pensar en ello. La imagen de la muerte de Jozef se repite una y otra vez en su mente. Sofie vive con la esperanza de volver a ver a Jozef, tal como lo hizo con sus hijas. Sin embargo, la verdad es otra. Jozef no siguió el mismo proceso que sus hijas. Él fue arrastrado hacia la dimensión del caos, donde el espíritu del planeta carece de control. Aunque Richter es consciente de esto, decide no revelarle la verdad a Sofie, ya que sería demasiado doloroso para ella descubrirlo.

Hoy en la mañana, su madre llegó como siempre a cuidarla. Aunque Sofie notó algo diferente en ella; su mirada se sentía vacía. Después de varios días encontraron el cuerpo de Jozef y la noticia desgarró a la madre de Sofie. Ella quiere mucho a su yerno y cuando se enteró de su muerte estalló en tristeza. Ha sido muy difícil para ellos también, ese terrible día de mayo sus padres al enterarse dejaron lo que estaban haciendo y corrieron al hospital. Ya sabían que sus nietas habían muerto y que su hija se aferraba con fervor a la vida.

Los días pasan y la esperanza se pierde lentamente. Los doctores solo esperan el último latido de su corazón para desalojar la habitación. A pesar de la adversidad, sus padres no se dan por vencidos. Quizás las amigas se Sofie ya no la visiten tan seguido, sin embargo, sus padres siempre están ahí, observándola con la esperanza de escucharla, llamarlos nuevamente.

—Sofie, tengo que retirarme —le dice Richter parado en la puerta observando su alma sonreír mientras su cuerpo expulsa un poco de sangre por su nariz.

—Aún es muy temprano —comenta observando el reloj —. Sin ti ellos se acercan.

—Tranquila, sabes que ellos no pueden entrar —le reitera Richter.

—Está bien —le dice con la mirada baja.

Él se ha ido, asuntos urgentes requieren su presencia. Y cuando ella voltea a ver su cuerpo, observa la gota de sangre que salió de su nariz.

—Hola, hermosa —le susurra a su cuerpo moribundo.

Intenta limpiar su sangre, sabe que no podrá hacerlo, aunque, aun así, lo intenta y se lamenta cuando su mano lo atraviesa. "Desearía poder abrazarte" piensa mientras una pequeña lágrima sale de sus ojos. El plano astral en donde se encuentra comparte el espacio de la dimensión madre. Ella puede caminar sin dificultades por el edificio a pesar de que no lo puede tocar, puede hacerlo, aunque requiere de energía que no puede permitirse perder, además de que no sabe cómo hacerlo.

Los minutos de la noche transcurren rápidamente mientras él busca desesperadamente una forma de burlar la protección que Richter dejó. Sus sirvientes rodean la habitación, sin que Sofie pueda darse cuenta. Los pacientes se acercan a ellos como polillas volando hacia la luz. Tras descubrir un fallo en la protección de Richter, Sofie se percató de una presencia extraña en la puerta y al acercarse, se dio cuenta de que se trataba de la pequeña Roos.

—¿Roos, eres tú? —le pregunta Sofie parada en la puerta.

—Hola, Sofie —le responde la pequeña niña de seis años al otro lado.

—¿Qué sucede? No es común que vengas a verme a estas horas de la noche.

—Tengo miedo, las sombras malas han aparecido nuevamente.

—No te preocupes, Richter nos protegerá de esas sombras —le asegura, sintiendo un poco de miedo —. Ven, entra y quédate conmigo hasta que amanezca.

—Sí, quiero, pero atraparon a Mirjam y me preocupa mucho.

—Oh, no, Richter nos ayudará, Roos. Ven, entra y quédate conmigo. Es muy peligroso salir a estas horas.

—Ella me necesita, ella me está llamando.




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