Alas de Amor "La memoria de un sueño"

V

Creó que tendré que invitarlo, mamá me ha puesto entre la espada y la pared. Tome el teléfono y marque su número de casa, me contesto su madre; la cual al escuchar mi voz rápidamente le pasó la bocina a él.

—¡Hola!

—Hola Sebastián, quiero preguntarte algo—respondí.

—Tú dirás. —Murmuro.

—¿Puedes venir conmigo a un festival de lucha contra las adicciones en el hospital, mañana a las cuatro?—le pregunté de manera rápida y un tanto inquieto.

Se escucho un silencio que reino en ese instante entre él y yo, pero con voz baja y alegre me respondío.

—Claro que sí… Deívan, tenia ganas de ir dede un principio, te veo en el parque, frente al faro descompuesto—concluyo.

Sentí un alivio cuando me dijo que sí, solo me faltaba esperar hasta que llegará ese día, el cual sería mañana, mamá estaría esperandonos en la entrada, porque aunque ella trabaja allí, muy pocas veces la iba a visitar, e inclusive dejarle la merienda se me complicaba, porque no me dejaban fácilmente pasar y más subir a los demás pisos; ya que es privado pero bueno ahora más que nunca tenía que hacerlo.

En eso, estando en la escuela, Sebastián y yo estabamos pensando en que no iríamos formalmente porque era un festival en el hospital, pero Sebastián insinúo que tal vez encontraríamos chicas, chicas lindas, pero con cierta dificultad para enamorarlas; lo cuál a mí, me parecio algo completamente fuera de lugar y le dije que estaba loco, enfermo ¿Y cómo no ha de estarlo? Sí en cierta modo él es mujeriego. No puedo creerlo, acababa de romper su relación con Amanda, una chica de segundo año de la escuela; que sí admito que es linda pero como él dice “la hermosura no se compara”, pero yo digo que la belleza nunca dura, es como decir ¿Qué es mejor una chica con belleza artificial? Pero bueno yo no lo comprendo del todo porque hasta ahora no me he enamorado de ninguna chica, y no me importaría su belleza, pues es amor y el amor que yo sepa no es por lo físico. En fin cada quien con su pensar.

—¿Hola, hola?—Mencionaba Sebastián—no te quedes atónito otra vez… Deívan.

—Hola, no te preocupes, esta vez, pensaba en algo bueno.




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