. La habitación estaba llena de luz, así que decidí seguir por el pasillo, caminé hasta llegar a la habitación número docientos veintiocho, que se encontraba a mano izquierda, la puerta de aquella habitacion estaba entreabierta; apenas y la luz del pasillo se introdujo al abrir la puerta, al instante senti un olor a éter etílico, un olor no muy fuerte, todo lo contrario; la habitación contenía un cuarto extra, el cual se encontrabá con la puerta igual que la habitación principal, esa habitación contenia luz, supuse que era el baño; recuerdo que alguien me dijo que las mujeres pueden tardar sin ir al baño un buen rato, en cambio nosotros, no.
Como hombres no podemos ni siquiera tardar veinte minutos, así que entre en la habitación, estba muy oscuro, pero no tanto para no darme cuenta de que en la cama se encontraba una persona recostada, vi que sostenía un libro; la ventana estaba abierta, se sentía un viento frío, un tanto espeluznante. Escuchaba un silbido que gobernaba aquel lugar y decidi ir al baño, asi lo hice, al entar en el moje mi rotro y vi mi reflejo en el espejo, estaba pálido, cómo si estuviera “enfermo”, mi cabello se encontraba un tanto sin vida, no veía ese brillo en el que cuándo niño, mamá presumía; sentía una senación extraña, de agobio, extrañeza, confución y me sentía muy sentimental. Al salir del baño encontré todo igual como en el principío, dí quizá, cuatro pasos hacia la puerta cuando escuche:
—Se le pide permiso , a la persona de la habitación para usar el baño.
En ese momento senti un dolor que atravezo mi cuerpo, como si algo se clavara en mi corazón, en mi alma y en mi destino. Entonces la habitación se lleno de luz, haciendo que el abismo en el que me econtraba desapareciera.La voz que escuche era cálida, con vida, alegre pero también le note a la vez tímida, no dotaba de enojo pero se sentía que había un cierto dolor; era como si aquella voz me cogiera con sus alas… Sus alas de amor.