Alas de Amor "La memoria de un sueño"

XIX

Al siguiente día en la escuela, Clara me saludo dandome un beso en la mejilla mientras decia:

—Gracias—bajo la mirada—creí que tú eras un chico de lo más arrogante, ya que nunca tuve trato contigo en secundaria—sonrío—gracias, de verdad—me abrazó.

—No es necesario—fije mi mirada a la ventana del salón—de verdad que no es para tanto— vi que alguien se escondía.

Entre al salón pero me percate de que alguien que conozco se escondío detrás de la puerta y sentado pense:

<<"POR FAVOR NO PIENSES ESO">>

La clase inicio como siempre, un poco aburrida en algunas cosas.

>>¿Cómo no poder expresar aquello que hace daño?<<

—Sebastián, espera—lo detuve del antebrazo.

—¿Qué es lo que quieres?

—¿Por qué me ignoras? ¿Qué te he hecho?

—¿A mí? Nada, ¿Por qué crees eso… Deívan?—pregunto en tono sarcástico y se sento al pie de la escalera.

—No lo creó, lo sé, ¿Acaso estás celoso de mí?—me paré frente a él—¡responde!—grite.

—¡No!..., no lo estoy—.Se paró y se fue sin voltear hacia atrás.

Transcurrieron tres días y sin poder decir lo que es realidad. Las ventanas pueden estar cerradas para no mostrar lo que hay detrás de ellas, pero cuándo estan abiertas puedes encontrarte con un mundo lleno de sorpresas…, más cuando ves el cielo azul.

—Clara, espera, ¿puedo hablar contigo?

—Esta bien.

—No se cómo…, pero no puedo, no quiero que sea demaciado tarde…

—¿De qué hablas?—retrocedío—no te comprendo…

—Yo…,Yo…—se acerco a ella y la abrazó, le beso el rostro—me gustas y mucho pero hace tres días, cuando te vi con Deívan he pensado que tú y él…

—¿Pensaste?—lloró—Deívan es un amigo pero no me gusta.

—Me senti celoso cuando te vi con él en el parque y…

—No seas tonto—le corta y sonríe—a quien yo quiero es a ti—bajo la mirada—tenía vergüenza y  todo eso…, por ello no me atrevi a decirtelo pero Deívan a sido un buen amigo y yo que creí todo lo contrario de él, ya veo porque le tienes tanta confianza, pero a mi también…, me gustas…

Sebastián no le permitio que siguiera hablando y la beso con pasión reprimida, una pasión que se encontraba oculta entre ellos dos, ignorando que el otro sentía lo mismo pero era un amor que había estado escondido por vergüenza, tímidez, miedo, pena o dios sabe qué.  Ambos tenian los ojos vendados que al ser correspondidos calló sobre ellos el deseo de ser uno por siempre.

Creó que el visitarla frecuentemente se creo o nacio el deseo de visitarla aun más,  deseando que las horas y los días pasaran más rápido para poder verla. Harriet desde hacía días se comenzó a comporta de una manera extraña, casi ya no quería conversar, decía que todo se estaba volviendo monótono, pero no dejaba de sonreír, su alegría instantánea y su feminidad estaba haciendo que la quisiera y mucho.

—Harriet, quiero preguntarte algo.

—Dime, soy toda oidos—sonrío sublimemente.

—¿Por qué estas aquí…, en el hospital?—le pase un libro—¿acaso es algo demaciado grave?—me acerque al sillón, el cual estaba cerca de la ventana—o es que…

—No quiero que me preguntes—me interrumpio con un sollozo como una niña pequeña—no quiero recordarlo—lloró amargamente como si le hubieran quitado algo preciado o más que eso.

—Esta bien—pronuncíe sin más,  aunque tuve el deseo de abrazarla pero no lo hice.

 




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