Me lleve mejor con Clara, aunque ella y Sebastián querian estar solos y yo seguia siendo…,”yo”. Mis compañeros de clases cuando se enteraron no dejaron de molestarlos pero Sebastián me sorprendio”¿es acaso que ustedes no se han enamorado?” Él está en todo su derecho, tiene derecho a defender lo que siente. El miércoles ire a visitarla otra vez, espero con ansias ese día. Estando en la escuela nos comunicaron que saldriamos aún más temprano de lo normal, esperé el toque para la salida y ya no me despedi de los chicos, pase como todas las visitas a la tienda, a la florería, para comprar los lirios purpuras al encontrarme en el elevador pense en muchas cosas y una de ellas era invitarla a salir, que saliera fuera del hospital, (que hasta yo me aburría el verlo, ¿Cuánto no aburrida estará ella?). El elevador se abrío, justamente en el piso correspondiente, caminé por el pasillo, estaba aán más silencioso de lo normal, parado frente a la habitación de Harriet, escuche un pequeño sollozo, creí que había leido un libro con un final dramático, ya que le gusta mucho el romance. Abrí la puerta y deje caer el ramo de lirios purpuras al piso frío del mosaico, frente a la ventana se encontraba ella sentada como de costumbre pero esta vez no en un sillón o en la cama sino en una silla de ruedas. Su cabello lo tenía suelto el cuál le cubría los hombros, ella me mira fijamente, sus ojos decretaban dolor, tristeza y remordimiento, la veía y algo dentro de mí se quebro, ella estaba sin poder moverse.
—Harriet… Estas…
—¡Dílo!—Grito de manera doliente—dí que estoy inválida y que nunca podre caminar…
—Yo no iba decir eso…, solo que…
—Pero lo pensaste—me corta enojada—¿crees qué no me doy cuenta? Siempre tuviste lástima, ¡me has tenido lástima!
—¡Callate!—camine hasta dónde estaba y me arrodille frente a ella, la abrace—no seas tonta, yo nunca te he tenido lástima…, yo…, te…
—Vete y no vuelvas más—me dice al oido—te odio—susurra.
Harriet hizo que me apartara de ella y siguio gritandome lo mismo ¿es acaso que ella no sentía lo mismo que yo? TE ODIO… TE ODIO, resonaba en mi cabeza, no pude aguantar el verla así, sali de la habitación, me sentía culpable pero ¿cómo no me había dado cuenta? Choque con alguien no me detuve a ayudar a esa persona pero si escuche mi nombre.
—¡¿Deívan?!... ¡Deívan!—repitieron pero no me importo y sali del hospital.
Cruce la calle pero solo escuche el clapson y un hombre que apenas y entendí lo que me había gritado, es decir, que casi me atropeyan.