Los chicos en la escuela han estado muy contentos pero el profesor de matemáticas los regaño por no ser discretos, sSebastián ha hecho algo tonto pues grito durante la clase, la frase “TE AMO”, Clara por su parte le ha correspondido de igual manera, auque se ha sonrojado. Días después actúe como si nada hubiera pasado, hicimos deporte y estaba en el baño cuando recibi un menaje de mamá. Me comunicó que llegaría tarde y que no la eperará para cenar, había posibilidades de que llegará muy de madrugada. Llegue a casa y preparé mi comida y empece a hacer los trabajos de la escuela, Clara y Sebastián me invitaron a salir, ir al cine, pero no quise ir pues pense que sería un mal tercio para ellos.
Tan concentrado me encontraba “como siempre”, que no escuchaba el ruido que hacía el teléfono celular con la llamada de alguien.
—¿Bueno?
—Hola, Deívan—me saluda con voz tímida.
—Hola…¿Margoth?
—Eh, sí. Yo quería saber sí…
—¿Sí?—Insistí
—¿Puedo verte hoy a las cuatro en el parque?—pregunto nerviosa.
—¿Ah?—me quede en silencio por un momento—esta bien pero que sea a las cuatro y media, cerca del faro descompuesto ¿de acuerdo?
—Sí, perfecto.
—Bien.
—Gracias.
Escucho que dice y me cuelga pero ¿cómo había obtenido mi número? Pense, bueno tal vez Sebastián se lo había dado. Pero hoy será un largo día y suspiré de manera anhelante.
Faltaban dos horas, así que terminé con los trabajos y me bañe. Sali de casa de lo más tranquilo pero sentía frío. Tal vez porque se acercaba el fin de año (bueno faltan algunos meses aún pero hace frío), sin embargo no era el momento de regresar a casa por un simple suéter, llegue al parque y fui directamente al lugar citado, allí estaba Margoth, aún traía puesto su uniforme de la escuela, estaba de espaldas, creó que aún no me había visto; me acerque a ella.
—Hola.
—¿Eh?—se vuelve—Hola, Deívan.
—¿Nos sentamos?—le pregunto de manera tranquila.
—No…, es rápido lo que tengo…, que decir…, hacer—respondio con voz trémula—sólo es cuestión de minutos—suspiro.