Parece que las cosas vuelven a ser como hacia muchos años no lo fue.
Al día siguiente fui a ver a Harriet, claro que después de clases, sentí de nuevo aquella nostalgia al subir por el elevador, al salir de él caminé nuevamente por el pasillo; parado frente aquella puerta dónde se encontraba al otro lado de está Harriet, pense:
¿Cuál era mi porvenir?
Tocaque la puerta pero apenas y escuche una voz inaudible, sensible pero tierna “pasa… DeIvan”. Entre a la habitación, Harriet estaba sentada en la silla de ruedas, me miro apenada pero con una ternura que ya extrañaba.
—Hola.
—Hola, Harriet—respondí el saludo—me alegra verte…, otra vez.—le entregue el ramo de lirios—espero y te gusten.
—Claro que sí—miro el florero—pedi que no las quitaran…, aunque ya estan marchitas.
—Aún así estan lindas…—le dije sin dejar de verla—recibí tus cartas.
Cambié los lirios marchitos por los frescos, ella me pidio disculpas por lo sucedido, me explico porque me las había enviado, las cartas tenían un gran significado para ella pero no hablo acerca de la última carta y preferí no comentar nada, al parecer las cosas volvian a ser como antes y eso me gustaba.
Como cuando ella y yo nos conocimos la primera vez, el sentimiento que encontré en mi, hizo que despertase un deseo, el deseo de estar junto a ella todo el tiempo; la veía sonreír, leer incansablemente un libro, emocionarse con las palabras con sentimientos, pero como ella lo llamaba: las emocionos que sentía al concluirlo y sobre todo sonrojarse con mi presencia. Creó que me he enamorado profundamente y por primera vez, pero aún no es tiempo de decirlo.
Las cosas han mejorado, mamá y Alberto estan siendo felices, igual que Sebastián y Clara, Karen a encontrado a un viejo amor, Margot a aceptado a ese chico de su grupo, quién se le declaro.
Harriet ha mejorado con las terapias. Está muy contenta al igual que yo. El tiempo se torno lento y frío, casi no veias los rayos del sol y eso te hacia creer que era temprano y no tarde.
—¿Han mejorado las cosas entre Harriet y tú?
—Sí…, han mejorado—respondí mientras apartaba mi vista del teclado de la computadora—me sorprende que preguntes, mamá.
—¿Ah?—Dejo de beber el té—pues que no te sorprenda, porque solo he querido informarme—revoloteo mi cabello y me dijo al oido—creó que alguien se ha enamorado.
Me sonroje porque ella sonrío, me abrazo y beso como a un niño consentido. Mamá me ha dicho que tengo que abrigarme bien, casi termina el mes y bueno ya se comienza a sentir el frío, frío que se siente hasta los huesos.
Sebastián me ha invitado a ir con él, al cine, creó que es una buena invitación, aceptaré.