El libro de Harriet era magnífico, contenia mucho sentimiento. Después de que llegue de la casa dE Sebastián lo continue leyendo pero no me percate de que una hoja de papel, que estaba suelta se me había caído, no tenia la costumbre de saltear hojas, así que no me sorprendí de ello, pero la tome entre mis manos y la empece a leer.
“No quiero vivir, sin poder caminar…
No quiero vivir, estando postrada en una silla…
No quiero vivir, sientiendome culpable…
No quiero vivir, cometiendo errores…
No quiero vivir, sin casarme con alguien a quien yo ame…
No quiero vivir, dejando lo que más aprecio, la escritura ha sido uno de mis mayores alivios pero conocí a alguien que me ha dado motivos de vida.
NO QUIERO VIVIR SÍ ESA PERSONA NO ME QUIERE”.
—¿Qué es esto?—pense y me encamine a la cocina—Ha-Hariret—pronuncie tartamudeando.
Estaba sorpendido aún más de lo que estuve la primera vez con aquella primera carta, no lo comprendía del todo, ella estaba enamorada de mi, y yo de ella…, no pude evitar reír y llorar. Mi felicidad habia logrado llegar a ser infinita, ¿Qué más me falta para ser feliz?
Su carta era una completa declaración, un sentimiento que todos tenemos pero pocos somos valientes para declararlo abiertamente, era algo inigualable, ella estaba enamorada de mi y yo mismo tenia que comprobarlo, tenia que preguntarle abierta y directamente. Pero estando allí en casa me surgieron dos preguntas:
¿Tendría el valor para preguntar eso? O más bien ¿Tendría el valor para decirle que la amaba?
Puse el libro sobre la mesa, guarde la nota en mi bolsillo del pantalón, tome las llaves de la casa y salí de allí. Jamás había corrido tanto, me sentía sin aliento, pase junto a la florería, cruce el parque, me sonrío el hombre de los helados, y mis piernas me dolían mucho, todo mi cuerpo parecia de plomo, me sentía pesado, ya no podía seguir corriendo y…, cruce la calle.