Alas de Amor "La memoria de un sueño"

XXXVIII

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Recargo mi cabeza en el respaldo del sofá y lloro, por que no pude hacer nada, nada. Me enjuago el rostro con las lagrimas y me percato de la fotografía que está en la sala, una fotgrafía la cual no habia estado allí y si la estuvo no me di cuenta.

Éramos los tres quienes estabamos en la foto, Deívan del lado derecho, Margot en el centro y yo del lado izquierdo; atrás de nosotros en la foto, estaba aquel faro que siempre habia estado descompuesto, parecia que nunca lo repararían.

—¿Hace cuánto estas despierto?

—Desde hace un par de horas, no te preocupes, estoy bien—le sonrío.

—De acuerdo—me dice y se va a la cocina. Aunque ella no lo diga, se que también le duele esta situación.

Después de esperar un poco más y del desayuno me voy a la escuela. En la entrada del salón de clases me encuentro con Clara, ella me sonríe y yo hago lo mismo, ambos entramos y cada uno toma su lugar que le corresponde, veo a tráves de la ventana, un día muy nublado, hace frío y es algo que no se puede remediar. La clase empieza como todos los días, de lunes a viernes.

Curso el tercer año de preparatoria, tengo un grupo que es encandaloso y a veces son muy quejitas, es sinceridad, creó que Deívan simpre tuvo razón y es que hasta que no sufres algo que realmente te haga pisar fondo  no logras ver la realidad, la realidad de tu existencia.

Este año, el grupo se lleva un poco mejor que los dos años anteriores en un par de meses más y nos graduaremos.

               En un parpadeo las clases terminan y agradezco de que así sea, no espero mucho y el profesor se despide de nosotros, guardo mis cosas en la mochila y estoy con toda la disponibilidad de irme pero el murmullo afuera del salón, que es algo inusual me hace acercarme, así que pongo mi mochila al hombro y salgo.

—Ah, él esta aquí preguntenle—se vuelven a verme.

—¿Qué me van a preguntar?

—Queremos hacer un viaje antes de la gruaduación y, ¿queriamos saber sí tú vendrías...?

—No—.le interrumpo dejandole con su pregunta a medias, y no estoy dispuesto a quedarme, así que abro camino en medio de la multitud de mi grupo.

—Ves, te dije que no iba a querer…

—Sino esta Deívan, él no ira a ningun lado.

Escucho que dicen pero ya no me detengo, que tengo que ir como todos los días a un lugar. Pero Clara esta afuera de la escuela ya con su mochila, me mira y me sonríe, la imito, nos tomamos de las manos y caminamos rumbo a visitar a un amigo.




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