Alas de Amor "La memoria de un sueño"

XLI

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Tres meses y medio después.

 

—Anda, quedate quieto…

—Estoy quieto...—miro por encima de su hombro y veo a Margot, revisando la cámara—… mamá dile que sí toma las fotos que lo haga bien…

—Se tomar fotos, mejor que tú—me saca la lengua.

—Margot puedo verte por el espejo—dice mamá y la pobre se da media vuelta—.Sebastián, no molestes a tu hermana—le miro indigando y ella me sonríe—listo, la corbata ya quedo.

—Gracias mamá—.Le beso la frente y me voy rumbo a dónde esta Margot—tomas fotos pero solo de mi y de Clara, no quiero a los demás en mis fotos.

—Hay hermanito, ya se te subio a la cebeza lo presumido.

—No estoy siendo presumido, solo que es…

—Ya se, tú graduación.

—¿Y ya estan todos listos?—pregunta papá, con llaves en la mano—ya tenemos que irnos o pasaremos muy tarde por Clara.

Nos dirigimos a la acera y soy el primero en subir al auto de papá, Margot va a mi lado, papá conduce y mamá va de copiloto, charlan entre ellos. Clara no vive muy lejos de mi casa pero en estos casos no da ganas de ir caminando.  Cuando estamos frente a su casa, me bajo y toco a la puerta, ella me abre y se abalanza sobre mí, dandome un tierno beso. Mi hermana nos silba y eso me hace ponerme todo rojo y por supuesto que Clara también. Pero ha sido su culpa, no la mía. Bueno también la mía pues le correspondo. 

Una vez dentro del auto y antes de que papá se ponga en marcha mi teléfono celular vibra y me produce un cosquilleo en la pierna, no dudando lo saco del bolsillo, es una llamada.

—Hola, señora Mabel.

—Hola, Sebastián—un silencio momentáneo—necesito que vengas al hospital, es urgente.

—¿Por qué? ¿Qué pasa?—pregunto pero ella ya me ha colgado, me deja inquieto—papá tenemos que ir al hopital— Todos me miran y saben que me es más importante ir allí que a mi graduación.

—Como tu digas, hijo—pisa el acelerador.

En pocos minutos estamos en el hospital y todos subimos al elevador, estoy tan nervioso por saber qué pasa, que no dejo de dar de golpes con el zapato al piso del levador mientras sube, Clara se adhiere con más fuerza a mi brazo, la miro y ella me mira. Luego veo a Margot, morderce las uñas, y se que también esta nerviosa, le toco el hombro y ella se vuelve ha verme, pero no puedo hacer más que sonreírle. Todos bajamos en el piso cuatro y Karen está saliendo de una de las habitaciones y se dirige a la habitación de Deívan, junto a nosotros.

Me estoy preparando mentalmente para lo peor y soy yo quién abre la puerta.

Me quedo boquiaberto, perplejo, y estoy incrédulo. Pero mis nervios se convierten en risa para luego volverce en llanto, me adentro a la habitación y me siguen Clara y Margot. Me abalanzo sobre Deívan quien nos sonríe de manera tranquila.

Ya es de noche y a través de la ventana puedo ver que al fin el faro ya no continua descompuesto.




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