Despúes de que mi madre me contará todo lo que me paso, no lo podía creer, realmente no. Pues las cosas que sentí mientras “dormía” me parecieron tan vividas, pero según Sebastián, él me conto de su relación con Clara, Margot me conto lo de David, mi madre lo de Alberto pero, ¿y Harriet? ¿Quién me conto lo de Harriet? Nadie. Nadie conocia a Harriet y cuando pregunte por ella solo me quedaron viendo como si yo estuviece loco, eso me provoco mucha risa pero si nadie lo hizo ¿Cómo fue que estuvo conmigo en todo ese momento?
Me perdí la mitad del semestre además de perderme un año completo, mi madre me tuvo que informar que tendría que repetir nuevamanente el curso. En cierta manera me preocupo y a la vez me alegro mucho, la primera porque significaba ver a los profesores y no estaría con Sebastián y con Clara, la segunda porque quizá vería a nuevas caras, oh sí, nuevos compañeros.
¿Quién sabe que podría pasar? Aún me estoy recuperando, no es nada concreto.
Así que hoy es mi primer día en la preparatoria, de nuevo. Me dirijo al salón que marca mi horario pero mientras “dormía”, las cosas aquí no parecen tan diferentes, y la verdad que estoy nervioso. Entro y hay pocos estudiantes, así que elijo un aciento, el que esta junto a la ventana, es bastante raro, porque de seguro el profe que viene en mi horario y que ya me conoce, me pedira hablar, es más que capaz.
—Jovenes, buenos días—dice el profesor quien se adentra al salón con mucha rápidez—veo un rostro familiar—me mira y yo exhaló,“aquí vamos,” me digo a mi mismo.
Pero antes de que él o yo podamos hablar, interrumpen la clase de manera abrupta, tanto que todos incluyendome, nos centramos en esa persona que esta en la puerta.
—Lamento interrumpir, pero apenas acabo de encontrar el salón, disculpenme—dice la chica y el profesor le hace señas para que entre rápidamente y se sienta junto al aciento vacio que esta a mi lado derecho—buenos días—me dice y yo aciento levemente.
Pero por alguna razón no soy capaz de dejar de verla, alta, de cabello lacio, largo y negro, sus ojos eran azules como el cielo después de la lluvia, tenia una expresión angelical, me parece tan familiar que juraría saber su nombre; pero el profesor ya no me dirige las miradas y estoy más que agradecido, sinceramente más que agradecido. La verdad no quiero empezar con un historial de mi pérdida de la existencia por breve tiempo.
La clase no fue aburrida, más bien, fue entretenida, hay cosas que no recuerdo del todo y verlas ahora me han hecho bien, pero hay algo que me esta inquietando exageradamente y eso es algo que aunque quiera no puedo ver hacia otro lado y poner en práctica la indiferencia; la chica que se ha sentado junto a mi al principio de la clase no habla con nadie y yo tampoco, así que cuando llega el receso nos quedamos los dos solos en el salón, se supone que podría salir de aquí e ir a dónde quiera, pero no, aquí me quedo, junto a ella.
Es un silencio no incomodo, es todo lo contrario pero no hay nada que hacer, al menos no por ahora y continua el silencio hasta que… ¡zas!
—¿Te conozco de algun lado?
—¿Ah?
—Me refiero ha…, que… ¿Nos hemos visto antes?
—No lo sé—me rasco la cabeza—bueno, no sabría decirte, acabo de salir del hospital—le suelto y ella me mira con los ojos muy abiertos.
—¿Fue algo grave?—me pregunta y se inclina hacia mi y yo le veo a la vez que me alejo confundido—lo siento, no queria ser entrometida, es que, te me haces conocido y no sé porqué—sonríe tímidamente.
—No te preocupes, solo que…—pienso en que ella a sentido lo mismo que yo, con respecto a que sí nos conocemos, pero también pienso sí debo decirle que realmente no recuerdo que fue exactamente lo qué me paso, salvo que, lo que mi madre y amigos me contaron no ha llenado ese hueco de mi memoria—… no sé realmente qué paso.
—Entonces, sí fue grave—indica con su dedo a la vez que señala el techo—¿perdiste la memoria? Espera, no, no creó que haya sido eso—habla muy rápido pero aun así la entiendo y eso me hace gracia—no es ninguna enfermdad mortal ¿o sí?—me mira aterrada—no quiero pensar que en unos meses te podrías morir y apenas acabamos de iniciar el semeste, bueno otra vez…
—Tranquila, no lo considero grave—levanto las manos para que se detenga—no lo veo como pérdida de memoria, realmente no, no es mortal, para nada. Y no moriré…, al menos no por ahora, supongo, quiero creer…—y me doy cuenta de que yo también estoy hablando muy rápido. Nos quedamos viendo momentáneamente a los ojos y sus hermosos ojos destellan felicidad, tranquildad y una gran benignidad. Nos sonreímos y luego ella aparta la mirada, yo la imito. Volvemos a guardar silencio pero ahora mismo me siento prácticamente apenado y le veo de reojo como juega con sus dedos, creó que ella esta nerviosa al igual que yo.