Cassian y Lyssia corrían a través del Bosque Gótico, la niebla de la Tormenta de Almas arremolinándose a su alrededor, cargada de ozono y susurros etéreos. Las alas de sombra de Cassian cortaban el aire, guiándola entre árboles retorcidos, sus plumas vibrando con cada paso rápido. El musgo húmedo crujía bajo sus botas, y los graznidos lejanos de los cuervos luminosos resonaban como un eco de peligro. Ella es mi presa, pero siento su corazón latiendo con el mío, pensó Cassian, su pecho apretado por el Vínculo de Sombras, sus cicatrices palpitando en sincronía con el tatuaje de Lyssia. Protegerla iba contra su juramento a la Corte, pero el lazo lo impulsaba, un acto que temía lo llevaría a la traición.
Lyssia, corriendo a su lado, lo observaba con desconfianza, su daga lista en la mano, la bolsa de plumas robadas golpeando su cadera. Es un Augur, mi enemigo, pensó, aunque su presencia, firme y ágil, la mantenía a salvo en la penumbra. El tatuaje de cuervo en su espalda ardía, resonando con el calor de sus cicatrices, un recordatorio del Vínculo que la ataba a él. La niebla se pegaba a su piel, fría y densa, mientras las ramas arañaban su capa raída. Su alianza, forzada por la amenaza de los guardias, vibraba con una tensión que ninguno podía ignorar, llevándolos más profundo en el bosque.
Lyssia y Cassian se detuvieron momentáneamente en el Bosque Gótico, la niebla de Noctumbra girando a su alrededor, sus susurros etéreos amplificando el pulso del Vínculo de Sombras. Lyssia, jadeando, rompió el silencio, sus ojos avellana brillando con desafío en la penumbra. "¿Por qué me ayudaste, Augur? ¿Qué quieres?", espetó, su voz cargada de sarcasmo, la daga aún apretada en su mano. Cassian, con las alas de sombra plegadas, respondió evasivamente: "No te ayudé. Solo sigo órdenes". Pero su mente traicionaba su fachada: Su magia cruda, su fuego... el Vínculo me arrastra a ella. La cicatriz en su muñeca palpitaba, resonando con el tatuaje de Lyssia, un lazo que lo intrigaba y lo atemorizaba.
No confío en él, pero no puedo ignorar esto, pensó Lyssia, el tatuaje de cuervo en su espalda ardiendo mientras la niebla se pegaba a su piel, fría y húmeda. La bolsa de plumas vibraba en su cadera, y los graznidos lejanos de los cuervos luminosos resonaban como un eco de peligro. Cassian dio un paso más cerca, su armadura negra reflejando la luz plateada, sus ojos grises atrapados entre el deber a la Corte y la atracción del Vínculo. "No tienes que pelear sola", dijo, su tono más suave de lo que pretendía. Lyssia lo miró, la fricción entre ellos crepitando como la tormenta que aún rugía, un recordatorio de su destino entrelazado.
La Tormenta de Almas rugió con renovada furia en el Bosque Gótico, la niebla de Noctumbra girando en un torbellino que cantaba con susurros etéreos, mientras cuervos luminosos giraban en espirales frenéticas, sus luces plateadas destellando como relámpagos. Lyssia se tambaleó, su tatuaje de cuervo ardiendo, cuando una visión fragmentada la golpeó: un hombre alado cayendo, sus alas de sombra destrozadas en un cielo fracturado. Cassian, a su lado, vio a Lyssia corriendo, su rostro feroz iluminado por plumas luminosas. El Vínculo de Sombras pulsó, sus cicatrices y tatuajes resonando, haciendo que el miedo de ella se derramara en él, y el tormento de él en ella. Esto no es solo magia. Es ella, pensó Cassian, su pecho apretado por la conexión.
Instintivamente, Cassian agarró el brazo herido de Lyssia para estabilizarla, sus dedos rozando su piel, enviando una chispa electrizante que los unió por un instante. Lyssia se tensó, el calor del toque amplificando el Vínculo, su mirada avellana encontrando sus ojos grises. No debería sentirlo así, pensó, resistiendo el impulso de no retroceder. La niebla, cargada de ozono, los envolvió, y los graznidos de los cuervos resonaron como un presagio. Cassian soltó su brazo, sus alas temblando, ambos atrapados en un misterio romántico que los arrastraba más allá del deber y la desconfianza, hacia un destino que vibraba en la tormenta.
Cassian guio a Lyssia a una cueva oculta tras una cascada de niebla en el Bosque Gótico, la humedad fría goteando sobre las rocas musgosas, el aire cargado con un aroma a tierra y ozono. La luz plateada de los cuervos luminosos se filtraba débilmente, iluminando el rostro agotado de Lyssia mientras se desplomaba contra una pared. Cassian, con sus alas de sombra plegadas, se arrodilló junto a ella, examinando la herida en su brazo, aún sangrante por el ataque de los cuervos corruptos. Una cicatriz de sombra nueva, negra como tinta viva, se entrelazaba con la herida, pulsando al ritmo de sus propias marcas. No debería importarme si vive o muere, pero lo hace, pensó, su culpa por Kael resurgiendo, cada acto de protegerla alejándolo más de la Corte.
Lyssia, jadeando, apretó la bolsa de plumas robadas, su tatuaje de cuervo palpitando bajo su capa raída. No confío en él, pero estoy viva por su culpa, pensó, su mirada avellana fija en las manos de Cassian, sorprendentemente gentiles. El Vínculo de Sombras vibraba, un eco que conectaba sus cicatrices, amplificando el calor de su cercanía. La cueva resonaba con el goteo constante, y la niebla fuera susurraba, como si Noctumbra observara. Cassian retrocedió, sus ojos grises cargados de conflicto, sabiendo que esta alianza temporal lo llevaba a un borde donde la traición a la Corte y su redención se entrelazaban.
En la cueva oculta, la niebla de Noctumbra se filtraba, su humedad fría goteando sobre las rocas, mientras Lyssia, con el brazo herido apretado, enfrentó a Cassian. "¿Por qué no me entregaste? Eres de la Corte", espetó, sus ojos avellana brillando con desconfianza. Cassian, apoyado contra la pared, respondió con cuidado: "Tu marcaje te hace valiosa. La Corte quiere entenderlo." Ocultó el tirón del Vínculo, sus cicatrices palpitando al sentir el dolor de ella. Es como Kael, consumida por la rabia, pensó, el eco de su hermano resonando en su furia. Lyssia, con la voz quebrada, confesó: "Tú no sabes lo que es perder todo. Los Augures mataron a mi familia."
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Editado: 13.10.2025