Sus imponentes alas se extendían donde los lejanos viñedos se mezclaban con el cielo. Desde la cima de la torre del Rey que les mostraba las promesas de un mundo solo para los dos.
Azkeel al ángel de sus ojos observaba mientras la calidez de sus manos a un paseo por las nubes lo invitaba.
Una ráfaga de viento los envolvía como un mal presagio del cual huir no podrían, pues estaba escrito que en aquella vida sus alas en polvo se convertirían.
No lograba dar un paso más. Sus pies desvanecidos. El mismo abismo. La misma oscuridad. Una lluvia de sangre manchando la pureza de su ángel.
— Ohazia, ayúdame a despertar. Ohazia… —gritaba sin que nadie lo pudiera escuchar—
Una bola de fuego impactó en su pecho. Sus manos se consumieron y Ohazia no pudo sostenerlo.
Sudoroso y sin aire, Akins despertó tendido en el suelo.
— Karîm… ¿Qué te sucede?
La joven Aurora quien como cada mañana a su hermano los buenos días daba, intentó pedir ayuda desesperada.
Akins la detuvo de un brazo.
— Estoy bien.
— No es cierto. Tienes fiebre. Llamaré a un doctor.
— Aurora, no quiero a ningún doctor —reiteró incorporándose del piso para volver a su cama—
— ¡Oh, cielo mío! ¿Qué haré entonces? Buscaré en el botiquín de emergencia si hay alguna medicina para la fiebre.
Akins volvió a detener a Aurora.
— Todo lo que necesito es que me abraces, mi ángel, y me sentiré mejor.
La joven lo rodeó entre sus brazos y besó su frente.
— Ya sé lo que debo hacer.
— Mmm… ¿Qué es?
— Prepararé la bañera con agua tibia para que te des un relajante baño. Fue lo que hizo Gina para ti la última vez que tuviste fiebre.
Waldo, el guardia principal de la mansión de Byfang quién había estado por allí a primeras horas de la mañana, retornó a la mansión de Herdecke para presentarse ante su jefe pues necesitaba ponerlo al tanto de algunas cuestiones.
En uno de los pasillos se topó con la joven Amalie quien lo frenó saliéndole al paso.
— ¿Es impresión mía, Waldo o estás evitándome? —le preguntó la joven colocando sus manos en el pecho del guardia—
— No estoy evitándola, señorita. Estoy en mi horario de trabajo y lo sabe.
Amalie se echó a reír.
— Por supuesto. Luego de todo lo que hemos hecho debes volver a tus formalidades de guardia. ¿Cierto?
— Como corresponde
— ¿Sabes que creo?
— No
— Qué eres un cobarde.
El guardia sujetó ambas manos de la joven Amalie, apretándola contra la pared.
— No soy ningún cobarde y creo habérselo dejado muy en claro, señorita Majewski.
— ¿Eso crees en verdad?
— Y lo cree usted también.
En lo que Akins se daba un baño de agua tibia para intentar controlar su temperatura corporal, Aurora abandonó la habitación para pedir a una de las chicas del servicio que preparara el desayuno y lo subiera a la habitación de su hermano. En el pasillo se topó con Waldo y su prima Amalie a quienes observó sospechosamente.
El guardia se apartó de la joven Amalie quien molesta volvió a su habitación.
— ¿Señorita, sabe si el jefe ya despertó.
— Ya despertó, pero se encuentra un poco indispuesto, por lo tanto te prohíbo que hables con él. Si tienes cosas que contarle con urgencia, lo siento pero tendrás que esperar.
BUER – GELSENKIRCHEN
Días después de un nuevo episodio criminal en la región, finalmente las autoridades pertinentes dieron a conocer la identidad del octogenario decapitado, hallado a orillas del Ruhr. Los principales portales de noticias lo confirmaban. Se trataba de Hajjâj El-Hashem. Uno de los miembros más antiguos del clan Kocourek que a su vez formó parte de diversas organizaciones criminales clandestinas. Una de ellas y la más reconocida, vinculada al Imperio Hasnan que operaba en las principales costas del mediterráneo.
El mismo había estado tras las rejas durante unos cuantos años hasta que fuertes rumores aseguraban que había escapado de prisión. En realidad, Hajjâj El-Hashem nunca escapó. Por medio de fuertes presiones de altos funcionarios de la justicia, cómplices silenciosos de importantes bandas criminales, lo dejaron en libertad alegando serios problemas de salud debido a su avanzada edad.
Para Said Majewski las piezas de aquel crimen estaban completas. Su hijo Akins ejecutó la muerte de Hajjâj El-Hashem y no conforme con aquel acto, procedió a enviar la cabeza del anciano al ex policía y agente encubierto, Louis Wieber (Einar Steen).
— Por esa razón fue que Wieber buscó a mi hijo para atacarlo —hablaba el hombre consigo mismo—
Llamó a su guardia para que lo pusiera al tanto de lo que había podido averiguar en el hospital donde el ex agente yacía aun en la unidad de cuidados intensivos.
— He podido recabar muy poca información, señor, pues solo tratándose de algún familiar ponen al tanto acerca del estado de los pacientes. Wieber aún sigue en estado delicado, sin embargo las horas críticas ha superado. En los pasillos de la UCI pude notar la presencia de aquel anciano asiático.
— El maestro Chung… ¿Estaba solo?
— No, la hermana del ex agente acababa de llegar. En cuanto a la madre del mismo ya se encontraba en el lugar.
LUTHERAN HOSPITAL
— Alex…
— Mi amor, que bueno que me llamas. Tengo un par de horas libres. ¿Quieres que pase por ti para que vayamos a algún lugar donde podamos almorzar? Tim está conmigo.
— Alex, estoy en el hospital —dijo Anna Haggard, (hermana del ex agente) entre sollozos—
Alarmado ante el teléfono, el hombre palideció.
— ¿Por qué estás en el hospital? ¿Te sucedió alguna cosa?
— A mi hermano lo hirieron de gravedad, y su madre y yo nos acabamos de enterar. Louis se encuentra en la UCI aquí en el Lutheran Hospital.
— Lo conozco. Iré para allá ahora. ¿De acuerdo?
— Okay, cariño. Te espero.
— ¿Qué le sucedió a Anna, padre? —preguntó Timothy con gran incertidumbre—
— A ella nada, gracias a Dios. Es Louis.
— Pppfff… ¿Qué fue lo que le sucedió esta vez a ese imbécil?
— Tim, no te expreses de ese modo. ¿Quieres? ¿Te quedas o vienes conmigo?
— Iré contigo, desde luego.
Alexander Haggard y su hijo se marcharon rumbo al Lutheran Hospital para acompañar a Anna y ponerse al tanto de lo que había sucedido con el ex agente Steen.