Alas Negras

DESDE ESTA MISMA NOCHE

RESIDENCIA DEL SR. HAGGARD Y LA SRA. MAJEWSKI
— ¿Has visto las noticias?
— ¿Por qué me preguntas siempre lo mismo, Lukasz, si sabes de sobra que odio las noticias.
— Se ha dado a conocer la identidad del hombre hallado sin vida a orillas del Ruhr —leyó Lukasz Haggard a pesar de la negativa de su esposa de querer saber— Dieron a conocer la identidad del octogenario decapitado, hallado a orillas del Ruhr días pasados. Se trata de Hajjâj El-Hashem.
Elwira Majewski palideció de solo oír aquel nombre.
— Se trata del reconocido miembro de una de las organizaciones clandestinas más peligrosas, desmantelada en los 90, quién también tenía vínculos con el trafico de armas y que operaba bajo las sombras del extinto Imperio Hasnan en las principales costas del mediterráneo.
Al culminar de leer el periódico, Lukasz Haggard lo colocó sobre la mesa ante la vista de su esposa.
— No haré el papel de detective o agente fiscal, pero me vienen dos posibles sospechosos a la cabeza, Elwira. Louis Wieber y tu último dolor de cabeza. Ese nieto aparecido que tienes.
— No empieces de nuevo con tus horribles insinuaciones, Lukasz.
Elwira Majewski intentó ponerse de pie, pero su esposo la detuvo de un brazo.
— ¿Quién crees que tenía más motivos para matar a El-Hashem? Haciendo una cronología de todas las tragedias dentro de la familia, no dudo en absoluto que tu nieto Akins esté detrás. Hajjâj El-Hashem mucho tuvo que ver con la muerte de la verdadera madre de ese muchacho, y coincidentemente apareció muerto a orillas del Ruhr igual que Paula.
— Es suficiente. Ya no quiero oírte —vociferó hundida en llanto—
— Elwira, siempre has sido una mujer muy fuerte y valiente. Has sabido sobrevivir sabiendo todas las cosas malas que rodeaban al mayor de tus hijos, por lo que me cuesta mucho entender que te desplomes ahora por causa de ese joven. Akins no anda en buenos pasos y debes hacerte a la idea. También debes hacerte a la idea de que ahora irá tras los pasos de la verdadera asesina de su madre. Tú nieto encabeza una banda criminal y arrastra como aliada a una de las mafias más peligrosas de Turquía, por lo tanto tendremos crímenes para rato en esta ciudad. Ah, y agrégale a todo eso la mafia rusa con la que se encuentra vinculado tu otro nieto.
— ¿Tú de dónde has sacado todo eso? Dime…
— Eso es un secreto a voces que tú prefieres ignorar. Cuando Dabir Kazım fue hallado muerto. Muerte que por cierto también es todo un misterio, quien quedó a cargo de todo fue tu nieto Akins. Pudo haberle cambiado de nombre a las navieras, pero eso no borró todos los tráficos ilícitos que se cometen clandestinamente a través de sus vías marítimas desde hace décadas.

SÜDFRIEDHOF (CEMENTERİO DEL SUR) ESSEN
Para ese entonces ya todos dentro de la familia Majewski, se encontraban al tanto acerca de la muerte de Hajjâj El-Hashem. El artífice de todas sus desgracias a lo largo de los años, sin embargo de algún modo intentaban hacerlo pasar. Aquella mañana Gina, en compañía de su esposo Michael, de su pequeña hija Hebâ y su sobrina Paulita fueron a llevar flores a la tumba de sus padres. El niño Ezra se encontraba en la escuela.
— ¿No te parece raro, Gina?
— ¿Qué cosa?
— Primero el miserable y asqueroso traidor de Dabir Kazım y ahora el viejo ese. Solo faltaría una persona para que la muerte de mommy Paula quede vengada.
Con los ojos humedecidos, Gina acomodaba las flores con ayuda de las pequeñas.
— Mi madre era tan buena y bondadosa, Michael, que ninguna venganza le importaría. Sabes que maldad en su corazón era lo que menos tenía.
— Lo sé. Sé que nada de esto le importaría, pero ojalá esos dos miserables en el infierno ardan cada día.
— Ssshhh… Tú tampoco eres así, amor mío —dijo Gina dando un beso a su esposo— La justicia divina siempre llega. Deja esas cosas en manos de Dios. Ven… mejor ayúdame a plantar éstas nuevas florecillas que dejará aun más fragante y colorido este lugar.

ELEMENT YOGA
Un poco antes de la media tarde, Akins había ido por su sobrino Ezra a la escuela para que fueran juntos a sus clases de Taekwondo en el Element Yoga. Su hermana Gina le había dado el consentimiento de poder retirarlo de la escuela para ir a entrenar.
Rodeado de sus guardias ingresaron al salón. El día de clases de los más pequeños estaba por comenzar.
— Puedes guardar aquí tu uniforme de la escuela —dijo el joven entregándole al niño el bolso que contenía su atuendo de Taekwondo—
— Buenas tardes maestro Chung. Lo ve… mi tío me acompañó hoy. Por fin me cumplió su promesa.
— Lo estoy viendo, pequeño. Ahora ve a cambiarte que tienes solo 2 minutos.
Ezra se alejó con gran prisa cargando su bolso en una mano y uno de los guardias lo acompañó.
— Ese pequeño ya está igual que Aurorita hablando de promesas, maestro Chung.
— Tu sobrino te quiere mucho, por lo tanto procura nunca faltar a tu palabra con ese niño. Supongo que eso sí podrás hacerlo.
— ¿Todavía está molesto conmigo por haber faltado a aquel torneo? En aquellos momentos las cosas se me complicaron, maestro Chung, y solo por esa razón no pude asistir.
— ¿Qué dices, muchacho? Nunca estuve molesto por eso. Mejor acompáñame que las clases de los niños va a comenzar. Cuando acaben, tú entrenarás un poco.
El joven Akins asentó observando en dirección a Waldo para ordenarle que permaneciera en la entrada junto con los demás.

CASA DE LA FAMILIA HAGGARD
El doctor Alexander Haggard no había pegado los ojos en toda la noche, tanto, que había decidido solicitar que algún colega cubriera parte del turno que aún le quedaba. No se había sentido para nada bien por lo que decidió ir a su casa a descansar.
La cabeza le daba vueltas pensando en como podía ser posible que todo aquello estuviera pasando.
— No puedo estar loco. Era la voz de mi hermano Said, y mi sobrino Akins al igual que Louis saben que está vivo. ¿Habrá alguien más que lo sepa aparte de ellos dos?
Para ese entonces, Alexander Haggard ya había devuelto a su esposa el teléfono móvil de Louis Wieber, pero no sin antes grabar en el suyo el número de su hermano Said.
Haggard pensó en su madre, pensó en sus sobrinas. En toda la familia que durante años había llorado la muerte de Said Majewski.
— No logro explicarme lo que sucedió. Estabas muerto. Yo te vi. Najib también te vio y él se encargó de to… —se dijo frenando repentinamente la voz en su cabeza— Najib… ¿Habrás tenido algo que ver en todo esto? Fuiste el único que se hizo cargo de todo, y ahora que lo recuerdo, no permitiste que ninguna otra persona interviniera en el levantamiento y el traslado del cuerpo de nuestro hermano.
Haggard dejó de pensar. Tomó su abrigo y buscando hablar con su hermano Najib, con gran prisa abandonó el lugar.




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