LUTHERAN HOSPITAL – ESSEN
Tras varios días de recuperación en la sala de cuidados intermedios, al ex agente encubierto Einar Steen finalmente le dieron autorización de pasar a una sala normal aguardando el alta definitivo. Aparte de la señora Ulla y de la joven Mi-suk, aquella mañana también recibió la visita de su hermana Anna.
— Todo el apartamento está en perfecto orden para cuando vuelvas, mi amor.
— Ningún apartamento. Mi hijo vendrá conmigo a mi casa —irrumpió la señora Wieber— y yo cuidaré de él como corresponde hasta que sane por completo.
— Todas sus pertenencias se encuentran en el apartamento, señora Wieber. Steen estará más cómodo allá y yo cuidaré muy bien de él.
Steen, sin decir nada simplemente escuchaba.
— Necesito contarte algo, hermanito, pero tiene que ser a solas —le susurró Anna—
— ¿Piensas que mi hijo no tendrá todas las comodidades en mi casa? Él vivió allí durante muchos años.
— Suficiente… Madre, Mi-suk, necesito que me dejen un momento a solas con mi hermana.
Ulla observó de reojos a Anna.
— Por favor, madre. Luego tal vez puedan partirme en dos para que dejen de discutir acerca de dónde estaría mejor.
Ni bien ambas abandonaron la sala, el ex agente le pidió su teléfono móvil a su hermana.
— Mi madre me dijo que tú me lo guardaste. Dime por favor que me lo has traído.
— Aquí lo traje —contestó sacando el teléfono móvil de su bolso—
Steen lo tomó de inmediato y quejumbroso intentó incorporarse.
— Dime, hermana. ¿Qué es eso que tienes para contarme?
— De lo que acabo de enterarme, Louis. Juro que aún me siento temblorosa por el shock.
— ¿Anna, de que se trata? Habla ya.
— El padre de Gina está vivo y tú lo sabías, hermanito.
— ¿De qué hablas? ¿De dónde sacaste una cosa como esa?
— No es necesario que finjas porque ya no tiene sentido. Said Majewski está vivo y volvió a la mansión de Byfang.
Palidecido y aún en estado de convalecencia, Steen intentaba procesar lo que su hermana le decía.
— No puedo creer que hayas sido capaz de formar parte de una mentira tan atroz como esa.
— Oye, espera un momento.
— Alex encontró registrado en tu teléfono móvil el nombre y el número de su hermano , y decidió llamar para sacarse una duda tan horrible como esa.
— ¿De que demonios hablas, Anna? ¿Por qué razón tu esposo se atrevió a indagar en mi teléfono móvil?
— ¿Entonces es verdad? Admites que lo sabías.
Desesperado, Steen se arrancó la intravenosa y se levantó de la cama.
— Mi madre me dijo que el maestro Chung estuvo aquí en el hospital y le entregó mi teléfono. Luego que te lo confió a ti, no a tu esposo. ¿Cómo es posible? Maldita sea.
— ¿Cómo puede ser posible que Said Majewski esté vivo y que tú estés involucrado.
El ex agente, lejos de atender los reclamos de su hermana, en su mente consigo mismo conversaba.
— ‘Fue ese maldito demente. Él estuvo detrás de todo esto. Se ha empeñado en acabar conmigo del modo que sea, pero está equivocado si cree que lo conseguirá. Seré yo quien acabe con Akins así sea la última cosa que haga en esta vida.
— ¿No piensas decir nada?
— No tengo nada que decir.
— Louis…
Anna sujetó a su hermano de un brazo.
— Es verdad, Anna. Desde hace un tiempo sé que Said Majewski está vivo, pero nada es del modo en que lo crees. Me enteré de todo luego de mi regreso de Corea del Sur.
— ¿Corea del Sur? ¿Allí estuviste todo el tiempo que no supimos nada acerca de ti?
— Hermana, no tengo tiempo para explicártelo con lujo de detalles. Quienes planearon absolutamente todo para fingir la muerte de Said Majewski fue nuestro padre en complicidad con Najib Majewski.
— ¿Qué dices?
— Ni siquiera el propio Said Majewski tenía idea. Estaba muy enfermo y lo sabes. Nuestro padre y Najib lo planearon todo para continuar manteniendo a salvo al imbécil de Akins —explicaba el ex agente mientras se alistaba con la ropa que le había traído Mi-suk— Te prometo que lo entenderás todo a su debido momento. Ahora debo irme.
— Pero si tú aun no estás recuperado.
— Créeme que lo estoy.
— ¿A dónde vas?
— Debo saber qué demonios tenía Said en la cabeza para haber decidido regresar a la mansión de Byfang.
— Iré contigo
— De ninguna manera
— Traje mi coche y tú necesitas quien te lleve —dijo enseñándole a su hermano la llave— Además Alex se encuentra en la mansión ahora, por lo tanto estés de acuerdo o no, yo iré para allá.
Respirando profundo, al ex agente no le quedó de otra que aceptar. Segundos más tarde abandonaron la sala mientras en el pasillo, Mi-suk y la señora Wieber esperaban.
— ¿Hijo, que significa esto? ¿Qué se supone que haces?
— Tengo asuntos que atender, madre.
— Pero si aún no te dan el alta, Steen
— Me lo acabo de dar yo. Estaré bien, Mi-suk
— Aún estás convaleciente, Louis. ¿Qué locura pretendes?
El ex agente se despidió de su madre con un beso en la frente.
— Te prometo que estaré bien.
— No hagas promesas que no cumplirás. La próxima vez me llamarán para decirme que mi hijo está muerto. Lo sé. Lo presiento.
— Es suficiente, madre. Debo irme.
— ¿Puedo ir contigo?
— Por supuesto que no puedes, Mi-suk. Vuelve al apartamento y espérame allí. De paso le cuentas al maestro Chung que ya estoy bien Y qué iremos a visitarlo. ¿De acuerdo?
Él besó las manos de su novia y seguido por su hermana se alejó con firmes pasos.
— Desde hace días espero con ansias darte una sorpresa. Ahora te vas, Steen.
— Espérame en el apartamento, mi amor.
— Vamos a tener un bebé.
MANSIÓN DE BYFANG
Said Majewski oyó la puerta abrirse al igual que unos pasos dentro de su antiguo despacho. Se trataba de Alexander Haggard quien los ojos en toda la noche no había pegado y que prometió volver a primeras horas de la mañana para tener una larga conversación con su hermano.
— ¿Te sientes mejor? —preguntó el doctor—
Sin contestar, Said encendió uno de los tantos sahumerios de diversos aromas que yacían en una pequeña estantería en la esquina.
— Para contestar tus preguntas, supongo que si. Las que pueda contestar, te contestaré.
Alexander Haggard, tomó del abrigo a su hermano para que volteara. Abrazarlo era todo lo que en esos momentos deseaba. Lo hizo y no necesitó de más palabras.
— Estás vivo, hermano. Estás vivo —repetía una y otra vez besando su frente y volviendo a abrazarlo— Oye… sé que me lo explicarás todo en cuanto lo consideres oportuno. Ven, toma asiento.
Ambos se dirigieron hasta las butacas. Said Majewski fue el primero en tomar asiento.
— Lo único que está atormentándome es nuestra madre, hermano. Le daría un ataque de la impresión y a la vez de felicidad. No logro dimensionar cómo tomará esta noticia.
Said Majewski observó la hora en su reloj.
— Hablaremos de todo eso y será hoy mismo, hermano. Te lo prometo, pero necesito irme ahora.
— ¿A dónde? Pensé que ibas a quedarte.
— También lo pensé, pero me bastó solo una noche para entender que no fue buena idea de mi parte. Isabella tuvo que salir. Gina no se encuentra y quisiera salir antes de que mi nieto regrese de la escuela.
— Buena idea no es que huyas de tu familia luego de haberte presentado abruptamente, pero jamás he discutido tus acciones ni las haré ahora. Dime adónde irás, hermano y te llevaré.
— Le pedí a uno de mis guardias que me consiguiera un apartamento en Essen. Nada lejos de aquí. Te diré la dirección exacta.
Alexander Haggard asentó. Ambos abandonaron el antiguo despacho, y en la puerta un guardia con una maleta en mano ya los estaba esperando.
— Mi hermano me llevará, Hozen, pero de todos modos quiero que nos sigan en otro coche.
— Por supuesto, señor. Llevaré la maleta.
En lo que Said Majewski y Alexander Haggard la mansión abandonaban, el ex agente y su hermana rumbo a la misma, finalmente se marchaban.
— Hermanito, serás padre de nuevo. ¡Que felicidad! —decía Anna ni bien el coche abordaba—
Luego de aquella noticia de la joven Mi-suk, el ex agente tuvo que detener la marcha y en consecuencia, enfrentar al médico quien había descubierto su salida sin haber recibido el alta. Posteriormente llevaron tanto a la señora Wieber como a la joven Mi-suk a sus respectivas moradas antes de continuar con lo que tenían planeado.
— Ya me imagino al bebé con los ojitos estirados igual que su madre.
— ¿Qué comentario es ese, Anna? Ya suenas como mi madre.
— Oye, no… A diferencia de Ulla, a mí la chica me cae bien. Es muy bonita y muy inocente. Demasiado para ti.
— Gracias, hermanita. Valoro mucho tu sinceridad.
— ¿Y que harás ahora? Supongo que formalizarás tu relación con Mi-suk, y que esta vez harás las cosas bien, Louis. No olvides que por tu horrible y tóxica relación con Isabella, apenas puedes convivir con tu hija.
— No me menciones a esa diabla. Si piensa que me apartará de mi hija está muy equivocada.
— Pues ahora que Isabella va a casarse, probablemente tendrás más impedimentos para ver a Paulita. Por eso es importante que aproveches esta nueva oportunidad que te otorga la vida. Forma una bonita familia con Mi-suk y demuestra lo buen padre que eres. De ese modo ningún juez podrá negarte jamás la custodia compartida de la niña.
— ¿Así que aún piensas en casarte? —se dijo así mismo pensando— Ya verás Isabella Majewski de lo que soy capaz. Solo espera y verás.