Katholisches Klinikum (Hospital Católico St. Josef ) – Bochum
Tras haberse descompensado luego de un dolor de cabeza intenso, el señor Sebastian mantuvo a toda su familia en absoluta vigilia en el hospital hasta que finalmente recibieron el primer parte médico.
— La descompensación del señor Bruchhagen se debió a un aneurisma cerebral —anunció el médico a la familia— Afortunadamente se trató de un aneurisma sin rotura. Debido al tamaño del mismo generó una presión en los tejidos y nervios cerebrales que ocasionaron su fuerte dolor de cabeza y posterior descompensación.
— ¿Mi esposo estará bien, doctor?
— Tendrá una recuperación favorable, sin embargo es un signo de alerta para tomar ciertas precauciones a partir de ahora. Una rotura del aneurisma podría derivar a un accidente cerebrovascular (ACV) y ocasionar daños irreversibles a la persona.
De la desolación y angustia al alivio, la señora Bruchhagen abrazó a su hijo.
— Mi padre se repondrá. Ya oíste al doctor, madre.
— Así es, madrina
— ¿Puedo pasar a verlo?
— Puede, pero solo un par de minutos. La enfermera de turno la acompañará para que vista el EPP antes de ingresar a la UCI.
— Gina y yo te esperaremos aquí
La señora Bruchhagen se alejó acompañada por una de las enfermeras mientras que Michael y Gina tomaron asiento en uno de los pasillos.
— Michael, mi suegro estará bien. Es un milagro de Dios.
— En verdad lo es, mi amor. Oíste al doctor que pudo haber sido algo mucho peor. No imagino a mi madre si mi padre, Gina. Ella moriría de tristeza sin su presencia.
— No imagines cosas malas. Mi suegro tendrá una larga vida.
— Cómo tú y yo juntos.
— Hasta que se nos caiga la piel de estar tan arrugaditos —dijo Gina robándole una sonrisa a su esposo—
— Tampoco imagino mi vida sin ti. Yo preferiría morir.
Michael abrazó y besó a su esposa. Al pasillo se acercaron Norbert y Judith Stenzel quienes acudieron al St Josef ni bien se enteraron de lo ocurrido con el señor Sebastian.
Michael fue el primero en ponerse de pie a saludarlos. Gina saludó al señor Norbert.
— ¿Cómo está tu padre, Michael? Vinimos ni bien nos has contado —habló la señora Judith—
— Afortunadamente mi padre está fuera de peligro. Mi madre acaba de entrar a verlo.
— No dimensiono la angustia que debió haber pasado Norah.
— Mi amigo es un hombre fuerte. Se repondrá, Michael.
— Confiamos en que así será, padrino.
El señor Norbert hincó a su esposa para que saludara a Gina.
— ¿Cómo has estado, Gina?
— Bien tía, gracias.
— ¿Y tus hermanas y mi sobrino?
— Imagino que están bien. Como seguramente ya sabes Isabella va a casarse dentro de una semana. En cuanto a Akins y Aurorita estás al tanto también de que se han mudado a Herdecke.
— Mhm… No culpo a mi niño de que haya decidido mudarse. Dudo que hubiese podido vivir en un lugar donde solo se respiran desgracias.
La piel de Gina Alicia se erizó de tan solo oír las palabras de su tía, y sus pensamientos se perdieron recordando lo que en la mansión de Byfang actualmente acontecía.
El dolor y el rencor que nunca se habían extinguido en el corazón de Judith, estaban a punto de reavivarse al saber que su padre Said Majewski no estaba muerto y había vuelto a la mansión.
— Judith… —reprendió el señor Norbert entre susurros—
— ¿Por qué mejor no nos sentamos? Siéntate aquí madrina. ¿Quieren te o café?
— Café para los dos está bien.
— Iré yo, mi amor. ¿Tu quieres también?
Michael asentó
— No me tardo.
Con temblorosos pasos, Gina Alicia apenas alcanzó la cafetería, e invadida de miedo desolador, se hundió en un llanto que reprimir ya no podía.
— ¿Qué sucederá ahora? Mamma Judith nunca dejó de odiar a mi padre. Nunca volvió a verme a la cara como antes, y todo volverá a repetirse. Ya no se que hacer. Me siento muy cansada por todo estoy. Ayúdame Dios mío, por favor.
APARTAMENTO DE SAID MAJEWSKI – ESSEN
— ¿Puedes explicarme ahora porque decidiste abandonar de nuevo la mansión?
— Por momentos pensé que podría lidiar con toda esta situación, pero no es así. No solo no podría volver a vivir en esa mansión. No podría convivir con mi familia haciendo de cuenta que todo está bien. Mi hija Gina se negó a verme. Mi único hijo me odia con toda su alma, y en cuanto a mi pequeña Tinkerbell.. Sé muy bien que ella me odia del mismo modo, y yo no lo resistiría —decía en un llanto silencioso que lo consumía— Mi vida dejó de tener sentido el día que perdí a mi Paula. No estoy aquí por elección propia, hermano. Te juro que no planeé nada de esto.
— Lo sé, Said. Te mentiría si dijera que lo sé todo porque Najib me ha dicho muy poco, pero sé que nada de esto fue planeado por ti. El caso es que estás aquí por una razón muy importante. Estás vivo y debes recobrar la fortaleza que siempre has tenido para reunirte con tu familia —decía el doctor Haggard mientras su hermano negaba con la cabeza— Escúchame… es necesario que lo hagas por toda tu familia. Especialmente por nuestra madre. De solo ponerme a pensar, no dimensiono cómo vaya a reaccionar.
— Nuestra madre es un roble. Esa mujer lo resiste todo, hermano.
— No es así. En los últimos años ha estado frágil de salud. El corazón también le ha pesado, por lo tanto lo mejor será tener cuidado.
— Alex, nuestra madre ya lo sabe todo. ¿No estoy diciéndote qué es una mujer de acero?
— ¿Cómo que lo sabe? ¿De que estás hablando, Said? ¿Desde hace cuánto que lo sabe?
— Yo solo desperté de mi cirugía y mi madre estaba allí junto a mí. Una vez más fue Najib el artífice de todo, por lo tanto no tengo mucho que decirte al respecto.
Uno de los guardias de Said Majewski le entrega al doctor Haggard su teléfono móvil.
— Disculpe doctor, olvidó su móvil en el coche y ha sonado ya varias veces.
— Gracias
El doctor Haggard se alejó unos pasos y contestó la llamada. Se trataba de su esposa Anna preguntándole dónde estaba.
— Es la quinta vez que te llamo, Alex.
— Anna, olvidé el móvil dentro del coche. ¿Sucede alguna cosa?
— Mi hermano y yo Acabamos de salir de la mansión de Byfang.
— ¿Qué hacías con tu hermano allí? ¿Ya dieron de alta a Louis?
— No exactamente, pero ya está fuera. ¿No me dirás dónde están? Cuando llegamos, el ama de llaves dijo que tu hermano volvió a abandonar la mansión.
— Así es… decidió que sería lo mejor volver a salirse de allí y lo acompañé yo mismo hasta un apartamento. Sigo aquí ahora. Anna, si tu hermano desea saber dónde se encuentra el mío que lo averigüe por su propia cuenta. Tuvo su número de teléfono todos estos años. Él siempre supo que Said estaba vivo. Incluso dónde se encontraba bebiendo.
— No fue así, Alex. Escucha…
— Ya tendremos tiempo de hablar tu y yo al respecto. Pero Louis es la única persona con la que voy a conversar y muy seriamente en cuanto lo tenga en frente. Nos veremos en la casa —prosiguió el doctor colgando posteriormente la llamada para retornar junto a su hermano— ¿Cómo pudo mi madre ocultarme una cosa como esa? Yo merecía saber que estás vivo.
— No atormentes a mi madre con tus reclamos, Alex. Acabo de decirte que ella no sabía nada hasta hace poco.
— ¿Qué sucederá a partir de ahora?
— No lo sé. Salvar a mi hijo era lo único que me importaba.
— Hermano, tu hijo ya no es un niño. Si lo vieras no creerías que necesite de alguien que lo salve.
— Ya lo he visto en más de una ocasión y sé que no me necesita, sin embargo, Akins siempre será por dentro como un niño asustado. Un niño de alma noble igual que su madre. He estado muy molesto con él debido a todo su comportamiento, pero es absurdo porque soy el único culpable. A mi hijo no le quedó de otra que convertirse en alguien que no es con el único fin de proteger y consentir siempre a su hermana y al resto de su familia.
— ¿Y que se supone que harás? Tu estado de salud ya no es la misma de hace 10 años. Has atravesado una cirugía bastante compleja, por lo tanto no estás en condiciones de cargar sobre tus hombros el peso que cargaste toda tu vida. Escucha… sé que no deseas hablar acerca de estos temas conmigo, pero si dices que nuestra madre ya está al tanto de todo, está vez tendré que involucrarme. No tienes idea de todo lo que ha sufrido sin ti. No ha hecho otra cosa que culparse no solo por el destino que te tocó sino por no haber cuidado lo suficiente de ti. Ella no resistiría volver a perderte por tercera ocasión. Más vale que lo tengas en cuenta.
Alguien llamó a la puerta. El guardia que acompañaba a Said Majewski abrió y se trataba precisamente de la señora Elwira Majewski quien sorprendida quedó al encontrar allí a su hijo Alexander.
— Le envié un mensaje a nuestra madre con la nueva dirección de mi apartamento —le dijo Said a su hermano—
— ¡Alex, hijo! —exclamó la mujer observando de reojos a Said— ¿Que haces aquí? ¿Me perdí de algo?
— De unas cuantas cosas, madre, pero mi hermano te las explicará luego.
Elwira Majewski saludó a sus hijos. El doctor Haggard anunció que debía marcharse.
— Debo ir al hospital porque he reprogramado citas para varios pacientes. Hermano, vendré a visitarte de nuevo.
— Serás siempre bienvenido.
— Nos vemos, madre
Luego de que el doctor se marchara, la señora Majewski le pidió a su hijo Said que todo lo sucedido le explicara.
— Te las contaré.
— Ahora mismo
— Si…
— ¿Qué hacía tu hermano aquí? ¿Cómo se enteró?
— Hablaremos sobre todo eso. ¿Qué traes en el bolso?
— Tu almuerzo favorito, mi niño. Te serviré ahora que ya es tarde, y mientras comes me contarás todo. ¿De acuerdo?
Said Majewski asentó. Su madre no tardó en servirle el almuerzo que había preparado especialmente para él.
— Eres una santa, madre. Te prometo que jamás volveré a hacerte sufrir. Esta vez haré las cosas bien sin dañarte a ti y sin dañar al resto de mi familia.
Con los ojos humedecidos de una dicha infinita, Elwira Majewski abrazó con fuerza a su hijo Agradeciéndole a Dios una vez más por aquel milagro inesperado de tenerlo a su lado.
— Sé que lo harás, mi amor. Lo sé. Ahora come. Yo me serviré también para hacerte compañía.