RESIDENCIA DE JULIUS TARANTINO -ESSEN
Pese a todo el caos que rodeaba a sus vidas, Isabella Majewski y su prometido, Julius Tarantino estaban listos para tomar el paso definitivo. Casarse y celebrar por todo lo alto la boda más resonante y maravillosa que en años en toda la región no había existido.
El novio acababa de retornar a Alemania luego de culminar cuestiones laborales de su empresa en Milán, pues ya era momento de hacer una pausa y acompañar a su futura esposa en todo lo que aún quedaba por organizar.
— ¿Mi amor, que sucede? —preguntó Julius al percibirla extrañamente dolida— ¿Todo está bien?
— Mi padre, Julius. Mi padre no podrá estar conmigo el día más importante de mi vida —contestó hundida en llanto, bastante dolida— Era lo que más anhelaba en este mundo. Dios me otorgó el milagro de que esté vivo, pero no podrá estar a mi lado el día de mi boda.
El novio quien ya desde hacía un par de meses se había enterado de toda la verdad a través de la propia Isabella, respiró profundo intentando consolarla y que comprendiera la situación.
— Fuiste tu misma quien me ha explicado las razones que te dio tu padre. Razones bastante elocuentes, por cierto. Te dijo que no podemos seguir posponiendo nuestra boda debido a los problemas familiares, y en eso le doy toda la razón. Además, imagina todo el escándalo por su presencia, Isabella. Su decisión la tomó pensando en lo mejor para ti. De todos modos te prometió que estará allí cerca acompañándote a pesar de no poder entregarte en el altar.
De solo oírlo, la joven con más pesar en su corazón se echó a llorar.
— Mi amor, tienes que calmarte y pensar en lo maravilloso que será todo. Piensa en todas las cosas bonitas que viviremos finalmente. Tu padre aceptó unas sesiones de fotos contigo vestida de novia, por lo tanto tendrás con él ese recuerdo que tanto anhelas.
— Sé qué fue absurdo que me ilusionara con aquella escena de mi padre ingresando conmigo al altar, pero en verdad tenía esperanzas de que aquello pudiera pasar.
Secando con un pañuelo las lágrimas de Isabella, Julius por fin logró contenerla.
— Ya no llores. Prométeme que ya no lo harás.
La joven, a duras penas asentó
— Debo ir por Paulita. Se encuentra en la mansión de Byfang. ¿Me acompañas?
— Por supuesto. Tengo muchas ganas de verla y de darle todos los regalos que le he traído.
— Se pondrá muy feliz. ¿Pero también has traído regalos para Hebâ? Sabes que todo lo comparten juntas.
— Lo sé. También hay regalos para Hebâ. Las pequeñas tendrán regalos de sobra.
Isabella finalmente sonrió. Ambos se incorporaron y fueron rumbo a la mansión.
MANSIÓN DE HERDECKE
— Hermanito, es momento de que Aurorita sepa la verdad. ¿No crees?
— No sé a qué te refieres.
— No te hagas, Akins. Ella debe saber que nuestro padre está vivo —decía Gina Alicia mientras su hermano negaba con la cabeza—
— No lo voy a permitir. ¿Me oyes, diabla?
— ¿Dime por qué no? ¿En verdad pretendes ocultárselo? ¿Por cuánto tiempo más? Si no se entera por ti ella acabará sabiendo lo de todos modos, y créeme que será mucho menos traumático para ella si se entera por ti mismo.
— Es muy fácil decirlo, pero tú no tienes idea de lo que ocurrirá si se entere. Mi ángel está feliz, Gina. Le hace mucha ilusión su presentación en Viena con su papel favorito, por lo tanto lo último que se me pasaría por la cabeza es borrarle la sonrisa en estos momentos. Ese hombre ya nos ha hecho mucho daño, y no permitiré que siga haciendo de las suyas.
— Tú siempre has sabido de que manera hacerla feliz, por lo tanto sé que encontrarás la manera de volverla a contentar, Es necesario que lo sepa ya.
— En verdad tu no entiendes. Percibir su felicidad cada día se vuelve más complicado —decía intentando no caer en un reprimido llanto— Llenarla de lujos y complacer todos sus caprichos no sirven de nada. Ojalá tuviese el poder de cambiar todo esto por volver a ser un simple chofer. Su felicidad me bastaba con acompapñarla a pasear por el parque y obsequiarle una rosa sin espinas que recogía de alguna esquina.
— Entiendo perfectamente todo lo que dices. Por supuesto que lo sé, pero es necesario que lo sepa. No hay escapatoria para ello.
— No quiero.
— Se lo cuentas tú o tendré que hacerlo yo. Decídete.
Akins guardó silencio y Gina Alicia se dispuso a buscarla suponiendo que le correspondía a ella hablar con su pequeña hermana. Se incorporó poniéndose de pie, sin embargo el joven Akins la detuvo de una muñeca.
— Lo haré yo.
— ¿Seguro que lo harás?
— Lo haré, luego de la boda de la tonta que está por casarse.
— ¿Luego de la boda de Isabella?
— ¿Acaso hay otra tonta que está por casarse?
— Eso no es posible, hermanito
Akins volvió a sujetar la muñeca de su hermana y esta vez para conducirla hasta las afueras de la mansión. Hacia el jardín donde podía observarse el Chalet con paredes de cristal donde en esos instantes se encontraba Aurorita en compañía de una de las vestuaristas enviadas por su abuela Elwira para que se probara el vestido que luciría en la boda de su hermana Isabella.
La joven quien amaba como nadie los acontecimientos, los vestidos glamorosos y elegantes, no hacía otra cosa que derrochar alegría aguardando la fiesta de matrimonio de los novios.
— ¿La vez? Obsérvala muy bien. ¿Es lo que quieres que destruya ahora? Contéstame. Mira lo contenta que está mi ángel. Ingresó feliz a la mansión sabiendo que hoy debía probarse su vestido. Toda esta semana no ha hecho otra cosa que hablar de la boda de Isabella. ¿En verdad deseas que arruine su felicidad?
A fuerzas, Gina Alicia se zafó de la mano de Akins.
— ¿Crees que me gustaría ver llorar y sufrir a mi hermanita? Michael y yo hemos hecho todo lo que estuvo a nuestro alcance para protegerla siempre a pesar de que en muchas ocasiones no pudimos evitar que derramara lágrimas. Ha tenido incontables días malos, pero estuvimos ahí a su lado. Luego apareciste tú en su vida e inventaste para ella un mundo de fantasías donde la tristeza, las lágrimas y el dolor no existían. Pero no estamos en ese mundo y lo sabes, hermanito. No puedes mantener a Aurora dentro de una burbuja y fingir que nada malo sucede a su alrededor. Ella es una chica bastante inteligente aunque no le guste demasiado demostrarlo. Es una chica fuerte. todos lo hemos sido, de hecho, por lo tanto le bastará con que estés a su lado cuando todo parezca derrumbarse a su alrededor.
— Eso es verdad. Mi ángel es muy fuerte. Incluso mucho más fuerte que yo. Es ella quien me levanta de todas mis caídas, y precisamente por eso no le arruinaré estos días de felicidad. Hablaré con ella para contarle toda la verdad en cuanto lo crea conveniente, y eso será al culminar la boda de Isabella.
Gina Alicia negó con la cabeza respirando profundo.
— ¿Y qué sucederá si llega a enterarse de otra manera en ese lapso de tiempo?
— ¿Cómo podría? ¿De qué estás hablando? —preguntó el joven dejando a su hermana mayor sin palabras— ¿Por qué no contestas? Isabella no sería capaz de invitar a ese miserable a su boda.
— Pues yo no estoy tan segura de eso, hermanito
— ¿Qué? ¿Acaso se volvió loca esa chica? —vociferó—
A lo lejos, Aurora vio a Gina y a Akins conversando en el jardín. Abrió una de las ventanas y a ambos llamó.
— Si hace eso, soy capaz de arruinarle esa boda. Lo juro
— Ssshhh… No digas tonterías
— ¿Qué hacen allí parados? ¿Por qué no vienen?
— Ya nos vamos, cielo.
— ¿Con qué argumentos podría es infeliz aparecerse en la boda de Isabella? Ni siquiera tendría el derecho de entregarla en el altar. Es tu esposo a quién le corresponde tal cosa. Yasâr Hasnan no merece estar entre nosotros.
Conociendo el temperamento de su hermano y el odio irracional que sentía hacia su padre, Gina Alicia en algunos aspectos decidió callar. Si Akins se enteraba de que su hermana Isabella ya desde hacía varios meses había descubierto que su padre estaba vivo, en verdad sería capaz no solo de arruinar la boda sino de ir en busca de Yasâr Hasnan sabrá Dios con qué intenciones que acabaran en alguna tragedia.
— Solo se me pasó por la cabeza tal posibilidad, hermanito. Toda mujer siempre sueña con que su propio padre la entregue en el altar. Mi padre lo hizo en mi boda e Isabella siempre deseó lo mismo aún sabiendo que ya no estaría entre nosotros. Al menos eso fue lo que creímos todos hasta este momento —culminaba mientras al chalet ambos llegaban—
— Esa chica solo desea tonterías. ¿Cómo podría permitir tal cosa de ese hombre luego de tantos engaños?
Ambos finalmente ingresaron
— Karîm Daud Hafez, dime cómo me veo —preguntó Aurorita dando un par de giros sobre sí misma, luciendo su hermoso vestido— ¿Por qué no me contestas?
— ¿Acaso me has preguntado algo?
Poniendo los ojos en blanco, Aurora repitió la pregunta
— ¡Oh, Gregg Akins! ¡Mi bello príncipe de alas negras! ¿Dime cómo me veo?
— Mmm… Como una auténtica reina. A tal punto que opacarás a la novia.
Aurora sonrió
— No quiero opacar a mi hermanita bella, Karîm.
— Lo harás aunque no sea tu intención.
La joven observó a su hermana Gina con intenciones de hacerle la misma pregunta, sin embargo la percibió palidecida de la nada.
Gina Alicia yacía sostenida en el borde del sofá.
— ¿Hermanita, qué tienes? Karîm ayúdala. Iré de inmediato a quitarme mi vestido.
Akins socorrió de inmediato a su hermana mayor mientras la vestuarista enviada por la señora Elwira iba por un vaso de agua.
— Beba un poco, señora.
— ¿Qué fue lo que te sucedió?
— Ha de ser solo la baja presión. Estaré repuesta en un par de minutos.
— ¿Hermanita, qué tienes? —irrumpió Aurora al poco tiempo saliendo a toda prisa del vestidor— ¿Acaso tienes el estómago vacío? Eso mismo me decías cuando me bajaba la presión.
— Pues si tienes el estómago vacío nos vamos a la cocina ahora mismo para que Vivian te prepare algo de comer —dijo Akins—
— Si, hermanita. Vamos. Déjame ayudarte.
— No es necesario. Ya me siento mejor, mi lucecita.
Todos se dirigieron al interior de la mansión, y en el comedor, Vivian, la cocinera se encargó de servirle a Gina Alicia su merienda favorita a petición exclusiva de la joven Aurora.
— Ahora sí te sentirás mucho mejor, hermanita
— ¿Por qué tenías el estómago vacío? —preguntó Akins—
— Tenía pensado comer en el Aalto, pero al final no nos quedamos
— Disculpen —irrumpió la vestuarista— He dejado su traje en el chalet, joven Akins, junto al vestido de la señorita Aurora. Y en la sala se encuentran los del señor y la señora Bruchhagen. La señora Elwira me avisó que debía entregarlos aquí
— Es así —confirmó Gina— En vista de que nos encontraríamos todos aquí le pedí a mi abuela que los enviara. Te lo agradezco mucho.
La vestuarista asentó
— Debo irme ahora. Afortunadamente todo quedó perfecto en el vestido de la joven Aurora. No hay nada que corregir. Espero que se encuentre mejor, señora Bruchhagen.
— Ya estoy mejor. Espero ver a mi abuela el día de la boda.
Una de las empleadas del servicio la acompañó hasta la salida.
— ¿Te encuentras mejor en verdad? —le susurró Akins a su hermana encostando un mechón de cabello detrás de la oreja izquierda donde no pudo evitar observar el implante auditivo que llevaba desde hacía años consigo—
— Qué ya me encuentro mejor, hermanito. ¡Gracias!
— ¿Sabes que creo?
— ¿Qué?
— Qué estás muy delgada. ¿Cómo permite tu esposo una cosa como esa?
— ¿Qué dices? Si tengo un peso normal.
— No es normal que a ninguna mujer se le vean tanto los huesos.
Mientras todo lo oía, Aurora se tocaba la cara, los brazos y las costillas. Gina Alicia lo mismo hacía.
— Siempre he sido así, hermanito.
— Yo igual, Karîm. Esta debe ser la constitución física de toda bailarina de ballet.
— Así es
El teléfono de Aurora comenzó a sonar. Se trataba de su prima Amalie quien de Praga acababa de llegar.
— Primita, ya me encuentro en mi apartamento. Pídele a Akins que envíe un chofer a buscarme. Tengo mucho que contarte y he traído obsequios para ti.
De la nada, Aurora pegó un salto de alegría.
— Karîm, mi primita Amalie ya regresó y me ha pedido que nos encontremos porque tenemos mucho de que conversar. Ordena al chofer que vaya a traerla. Ya la extraño mucho y quiero verla.
— Mmm… Por supuesto mi luz.
Por alguna extraña razón, Aurora percibió en Akins aquella hermosa pero a la vez perversa sonrisa.
— Waldo…
— Ah…ah… ¿No te atreverás a enviar a Waldo, cierto?
— ¿Por qué no? Es exactamente lo que haré. El propio Waldo se encargará de traerla ahora que está libre.
— Infame
— Waldo… —llamó por segunda ocasión a través del comunicador portátil que compartían, y el Guardia principal no tardó en ingresar—
— Jefe…
— Quiero que vayas por Amalie a su apartamento. Acaba de llegar y mi ángel quiere verla. Aurorita, envíale la dirección de su apartamento, por favor.
La joven se rehusó
— Jefe, si le parece puedo decirle a Richard que vaya por la señorita Amalie.
— Quiero que vayas tú porque antes llevarás a mi hermana hasta la mansión de Byfang. Aurora, haz lo que acabo de pedirte.
Gina Alicia, emocionada se puso de pie. Era la primera vez que Akins le decía hermana, y no solo eso. Se despidió de ella con un beso en la frente.
— No debo hacer nada porque solo voy a incomodarlo —se decía a si misma— Si vas a llevarme hasta la mansión, Waldo, yo te enviaré en el trayecto la dirección Sé dónde vive mi prima Amalie.
— Imagino que ya no podremos vernos antes de la boda y que nos encontraremos allá ese día — Aurora decía mientras Copito de nieve entre sus brazos yacía—
— Imagino que así será, princesa.
— Te la encargo, Waldo. Y no olvides retornar con Amalie
El guardia principal de la mansión nuevamente asentó.
— No se preocupe, Jefe. No lo olvidaré.
Acompañada por Waldo y escoltada por unos cuantos guardias, Gina Alicia se marchó. Aurora, a Copito de nieve al suelo bajó.
— Eres realmente ruin, Karîm Hafez
— ¿Por qué lo dices?
— No te hagas. Has enviado a propósito a Waldo para que busque a mi primita Amalie.
— ¿No era acaso lo que querías, pequeña?
— Pudiste enviar a cualquier otro guardia para buscarla.
— Waldo es mi hombre de confianza y me quedo mucho más tranquilo pidiéndole a él que se encargue de ciertas cuestiones. Llevará primero a Gina a la mansión de Byfang, de pasó traerá a Amalie hasta aquí.
— Lo noté
— ¿Qué notaste?
— Tu sonrisa perversa de príncipe de las tinieblas
— Mmm… Pues ahora notarás también mis besos tenebrosos —dijo llenándole de besos ambas mejillas—
— Basta… Estás muy equivocado si piensas que me comprarás con tus afectos.
— Muy pocas veces me he equivocado comprándote con mis afectos, mi luz.
Aurora correteó por gran parte del salón de ensayos con Akins siguiéndola por todos lados y con Copito de nieve corriendo detrás de ambos.