RASPLATZ ICKTEN – MÜLHEIM
Despojado de su arma y de su teléfono móvil, el ex agente Steen yacía sentado en un rincón mientras ante sus ojos el par de cadáveres era arrastrado del lugar por algunos guardias que tenían órdenes de hacerlos desaparecer.
— Malditos ineptos. No me sirvieron para absolutamente nada. Espero que en lo más profundo del Ruhr sean devorados por alimañas y se pudran en el infierno.
Con aquellas palabras gritando en su mente, Steen intentaba no pensar en su error vanamente. Por causa del mismo, para ese entonces Isabella ya se encontraba casada con Julius Tarantino, y era algo que simplemente no lograría admitirlo.
— Yo mismo acabaré contigo, Julius Tarantino. Así sea la última cosa que haga en mi vida, te mataré. No permitiré que críes a mi hija. Si tú y yo no pudimos ser felices, Isabella, no lo serás con nadie más.
RESIDENCIA DE JULIUS TARANTINO – ESSEN
Aurorita, sucumbida en llanto era vanamente contenida por su prima Amalie. Ambas se dirigieron hasta uno de los recibidores de aquella mansión, seguidas por el guardia principal, Waldo.
En el lugar No tardaron en solicitar la presencia de Gina Alicia quien al ver en llanto a su pequeña hermana, quedó alarmada.
— ¿Aurorita, qué tienes? ¿Qué sucedió?
— Karîm va a matarse
— ¿Qué?
— Él se hará trizas. Yo lo sé
— ¿De qué estás hablando, Aurora? —preguntó palidecida Gina volteando en dirección a Waldo— ¿Dónde está mi hermano, Waldo?
— El jefe se encuentra bien, señora. Está en camino.
— Eso es mentira —irrumpió Aurora— Karîm recuperó aquella endemoniada motocicleta. Volvió a montarse en ella y ahora va a matarse.
— ¿Es verdad eso? ¿Mi hermano subió a esa motocicleta y tú estás aquí como si nada, Waldo? ¿Por qué no te encuentras siguiéndolo?
— Porque me ordenó que acompañara a las señoritas hasta aquí. Le digo que el jefe se encuentra bien, señora Bruchhagen. La motocicleta cuenta con un rastreador GPS y puedo ver todo su trayecto —explicó enseñándole su teléfono móvil— Lleva una velocidad prudencial y se encuentra ahora a punto de llegar.
— ¡Gracias a Dios! —exclamó observando la pantalla del móvil vinculado por el rastreador— De todos modos no me gusta para nada que haya vuelto a montarse sobre esa motocicleta y que tú estés tan tranquilo únicamente porque puedes seguirlo a través de un rastreador GPS.
— Sé que no estuvo bien, pero le prometo que fue solo por esta ocasión. Es mi deber seguir al jefe por todas partes y usted lo sabe.
Amalie le arrebató a Waldo su teléfono móvil para enseñárselo a Aurora.
— Mira, primita. En verdad está ya muy cerca y se ve que conduce la motocicleta a una velocidad prudencial
Intentando hacer a un lado sus lágrimas, Aurora observó la pantalla hasta el momento en el que Akins finalmente a los predios de la residencia llegó.
El joven estacionó su motocicleta, se quitó el casco y se dirigió hasta uno de los dos accesos habilitados para ingresar a la fiesta, sin embargo no pudo hacerlo pues se había negado rotundamente a un cateo por parte de los guardias que custodiaban el lugar.
— Cómo se atrevan a ponerme las manos encima juro que voy a partirles la cara. Ahora déjenme pasar.
— No podemos dejarlo ingresar sin un previo cateo, joven.
— Soy hermano de la novia y toda mi familia ya se encuentra adentro. Déjenme pasar
Por segunda ocasión, Akins intento ingresar pero los guardias le cerraron el paso.
— Tenemos órdenes de no dejarlo entrar sin un previo cateo. Si porta algún arma, lo mejor será que nos lo entregue
— ¿Su jefe fue quien les dio esa orden? Pensé que a ese imbécil le había quedado claro que no necesito de ningún arma para enfrentarlo.
Los guardias se miraron el uno al otro sin decir nada. Akins resignado se alejó unos pasos.
— No dejaré que me pongan un dedo encima. Yo ni siquiera tengo ganas de ingresar a esa fiesta.
Su teléfono móvil empezó a sonar. Se trataba de su hermana Gina Alicia.
— Cariño, vimos que acabas de llegar. ¿Por cuál de los accesos ingresaste?
— Por ninguno porque no me dejan pasar.
— ¿Qué dices?
— Ese imbécil de Tarantino ordenó que no me dejaran pasar sin un previo cateo, y yo no dejaré que esos guardias me pongan sus sucias manos encima. Me voy. No quiero estar en este lugar —decía tajante el joven mientras Aurorita, pegada al teléfono de su hermana, todo lo oía—
— No permitas que se vaya hermanita Gina Alicia —le suplicaba entre susurros—
— Hermanito, iré por ti ahora. ¿De acuerdo? ¿En cuál de los accesos te encuentras?
— Te digo que no quiero ingresar
— Akins, por favor. Lo arreglaré. Te lo prometo. Dime dónde estás para ir a buscarte.
— Me encuentro en el acceso 2. Si no te apresuras juro que me iré.
— Voy ahora mismo
Gina Alicia colgó la llamada.
— ¿Qué sucedió, hermanita?
— Se encuentra en el acceso 2. Waldo, vamos por él.
Lo más pronto que pudo, Gina Alicia acudió hasta el lugar seguida por el guardia principal. Alejado unos metros del acceso, se encontraba el joven Akins quien retornó al ver a su hermana.
— ¿Puedo saber por qué razón desean catear a mi hermano?
— Solo obedecemos órdenes, señora.
— ¿Órdenes de quién? No quiero creer que en verdad Julius haya ordenado tal cosa contra el hermano de su esposa.
— Lo hizo, hermanita. Si fuese por ese imbécil ni siquiera me permitirían estar aquí
— En este mismo momento ingresaré con mi hermano, y si se atreven a detenernos seré yo misma quien acabe con esta fiesta en cuestión de segundos. Haré que a Julius Tarantino le quede muy claro quién soy yo.
Ante sus tajantes palabras, Gina Alicia enganchó su brazo al de su hermano quien con una sonrisa victoriosa observaba a los guardias mientras se alejaban.
De regreso al recibidor donde Aurora en compañía de Amalie ya los esperaba, ingresaron.
— Escúchame muy bien Karîm Hafez. Juro que me lanzaré a las aguas del Ruhr si vuelves a subir a esa motocicleta —vociferó Aurora— Lo juro
— No me amenaces de esa manera. ¿La estás oyendo, Gina? Esta niña malcriada está loca y necesita con urgencia un psiquiatra igual al mío
Presa de sus típicos arrebatos, Aurora tomó un jarrón de flores que decoraba un esquinero y lo hizo trizas tirándolo al suelo.
— ¿Qué hiciste, primita?
— ¿Qué comportamiento es ese, Aurora. ¿Tengo que recordarte acaso que no estás en tu casa para soltar esos berrinches?
— Te dije que está loca
— ¿Por qué mejor no te calmas, primita y nos vamos a retocarte el make Up? —decía Amalie intentando apaciguarla—
— Ese hombre se acercará a ti únicamente sobre Mi cadáver. ¿Me has entendido?
Atónita, Gina Alicia no lograba dar crédito a la discusión de aquellos dos.
— Como te atrevas a cometer alguna salvajada en contra de Nial, nunca te lo perdonaré.
— Es suficiente. Se acabó —Gina Alicia vociferó—
— Este salvaje quiere partirle la cara a Nial
— ¿Es verdad eso? ¿Por qué razón, Akins?
— Lo haré, y estás advertida.
— Tú no harás absolutamente nada de eso, Akins. ¿Es mucho pedir acaso que se calmen los dos y se comporten como personas adultas que son?
Uno de los guardias que acompañaba habitualmente a Aurora ingresó anunciando la llegada de Nial Milner quién sorpresivamente vino en compañía de una mujer. Su prometida.
Al ver a la novia de Nial, Aurora no pudo evitar sentir alivio desde lo más profundo de su pecho, pues gracias a eso el salvaje pensamiento de Akins quedaría desecho.
— ¡Bienvenido, Nial! Has traído a tu futura esposa. ¡Que emoción! —exclamó Aurora observando de reojos a Akins mientras saludaba a los recién llegados—
— Sean bienvenidos —habló Gina Alicia— Que dicha tenerlos aquí.
— También les doy la bienvenida —prosiguió Amalie saludándolos—
— ¡Muchas gracias!
— Que gusto verte de nuevo, Aurorita —dijo Lana Mcgrath—
Akins intentó soltarse de la mano de su hermana Gina quien de un brazo lo sostenía.
— Tranquila. No haré nada malo ahora que sé que el hombre tiene prometida —le susurró— ¿Me presentas a tus amigos, mi ángel?
— Karîm, él es Nial Milner, y ella es Lana McGrath. Su bella prometida. ¿Lo oyes bien? Su novia y próximamente su esposa.
Con un sorpresivo e inesperado aire de amabilidad, Akins estrechó la mano de Nial Milner y también la de su novia.
Incrédula ante lo que acababan de ver sus ojos, Aurorita volteó a observar a su hermana Gina.
— Sean bienvenidos aunque esta no sea mi casa. Sepan que en la nuestra también serán bien recibidos.
— ¡Muchas gracias! —exclamó sonriente Lana McGrath—
— Lo tendremos muy presente —prosiguió Nial Milner—
— Será una noche maravillosa porque mi luz será el alma de esta fiesta.
— Lo será sin duda alguna. Cuando Aurorita me comentó acerca de la sorpresa que deseaba darle a su hermana, no dudé en aceptar.
— Lo sé… Es imposible decirle que no a mi ángel.
— Bien ¿Qué les parece si nos unimos a los invitados que ya se encuentran en el salón? —propuso Gina—
— Pueden adelantarse. Yo le daré unos leves retoques de maquillaje a Aurora y nos uniremos a ustedes en breve.
— No se demoren. Las esperamos en el salón
Nial Milner y su novia se pusieron cómodos en una de las mesas hasta que llegara el momento de alistarse para la sorpresa que tenía preparado junto a Aurora. Gina Alicia vio a su hermano dirigirse al baño y lo siguió.
— Lo sabía.
— ¿Qué haces en el baño de hombres?
— Ya se me hacía raro que estrecharas la mano de la gente sin tener que lavártelas inmediatamente. ¿Ahora explícame cómo haces para cambiar de una actitud a otra en cuestión de segundos? Acababas de admitir que tenías intenciones de romperle la cara a Nial Milner. ¿Por que querías hacer eso?
— Porque Aurorita no me dijo que ese sujeto tenía novia y estaba comprometido. Luego solo desee ser amable —decía mientras Gina negaba con la cabeza—
Akins se secaba las manos mientras se disponía a salir del baño
— ¿Te digo algo sin que te ofendas, hermanito?
— Dime
— Estás realmente loco
El joven sonrió
— Lo admito, pero no soy el único. Ya viste la actitud de Aurorita. Su locura es más grave que la mía. Avienta cosas y un día acabará rompiéndome la cabeza.
— Pues ese es el angelito que tú tanto adoras, por lo tanto tendrás que aprender a lidiar con eso. Ahora vamos. Hay una mesa especial reservada para los hermanos de la novia. O sea nosotros.
Ingresaron finalmente hasta el salón donde ya gran parte de todos los invitados habían llegado. Akins dio un vistazo a todo su alrededor confirmando que nada de aquello le gustaba.
Elevó la mirada hacia arriba como si buscara a alguien, y Gina Alicia no tardó en comprender lo que le sucedía.
— No deberías pensar en eso, hermanito. Tal vez ni siquiera esté aquí. Relájate y disfruta de la fiesta.
— No voy a disfrutar de esta fiesta, Gina. Nada de aquí me agrada. He venido únicamente por Aurora.
— Mmm… Pues más vale que no digas una cosa como es adelante de Isabella. La harías sentir muy mal.
— Esa tonta lo sabe. No estoy aquí por ella.
— No te expreses de esa manera, Akins
— Es la verdad. Y no iré a esa mesa. Me quedaré aquí con Waldo esperando a mi luz.
— Juro que intento entenderte, hermanito. ¿Dime por qué te comportas así? Aurora estará en la mesa también.
— Pues yo presenciaré desde aquí la sorpresa que ha preparado con ese tal Nial.
Gina Alicia respiró profundo y decidió no insistirle a su hermano.
— Está bien. Si te sentirás más cómodo aquí, yo estoy de acuerdo. ¿Sabes? Mommy nunca faltaba a ninguna de mis fiestas, sin embargo todas las presenciaba desde arriba donde no hubiese gente que la perturbara.
— Ojalá estuviera aquí conmigo, Gina. Nos ocultaríamos los dos de toda esta muchedumbre.
— Pues yo estoy segura de que Mommy se encuentra aquí entre nosotros, y no tengo dudas de que solo tiene los ojos puestos en ti — dijo dándole un beso en la mejilla antes de alejarse hasta la mesa donde Michael la esperaba—
En otra mesa no muy apartada, la Miss Jennifer aún no caía en cuenta de que el chico que tenía a su lado fuera realmente su hijo Ihsân.
— Siempre supe que tenía un hijo realmente guapo oculto entre esas fachas raras que consideran modernas —decía besando una de sus mejillas— Ahora sí estás a tono con esta bella señorita —prosiguió saludando a la dulce y bella Vasilisa—Ты настоящая принцесса (eres una auténtica princesa)
— Спасибо (gracias) —agradeció con una maravillosa sonrisa!
— Es la única razón de todo esto, madre.
— Pues pensé que el motivo era otro —irrumpió su padre Najib— Habitualmente los mafiosos visten de manera elegante. Trajes, zapatos, joyas, relojes costosos.
— Najib, aquí no, por favor.
— Haré de cuenta que no te he escuchado. El zumbido de un mosquito tiene más relevancia que tu voz —le replicó el joven Ihsân a su padre antes de marcharse hasta su mesa en compañía de Vasilisa—
— ¿Por qué tenías que decir eso, Najib?
— No he dicho más que la verdad. Tu hijo forma parte de la mafia rusa ahora. Se ha involucrado hasta el cuello y no tendrá manera de escapar. Y no me salgas con el cuento de que solo está enamorado de esa chica y que por eso ha aceptado esa vida. Ihsân solo siente amor por el dinero, los lujos y el poder.
— Ya no quiero escucharte. ¿De acuerdo? Si sigues, tomaré a la niña y me iré en este mismo momento.
Pese a que el gran salón se encontraba ya repleto de invitados, era inevitable que ciertas presencias generaran tensiones por los aires, como por ejemplo la presencia de la señora Elwira Majewski y la presencia de la señora Judith Stenzel que parecían formar un gran abismo que nadie podía ver. Solo sentir como un silencio que gritaba por dentro el rencor, el odio y el dolor grabados en sus corazones por las desgracias que marcaron para siempre sus vidas.
Los novios que desde hacían ya varios minutos habían hecho presencia en el gran salón, se encontraban compartiendo entre los invitados, envueltos en amenas canciones que provenían de los músicos contratados para la ocasión. Si bien parecían estar listos para el vals nupcial, no podían sin antes aguardar la sorpresa que Aurora había anunciado.
Emocionada, la novia observó en dirección a la mesa exclusiva para su familia más cercana. En el lugar solo Gina, Michael y el pequeño Ezra en compañía de Copito de nieve se encontraban. Su hermano Akins la silla que le pertenecía no ocupaba.
Su mirada comenzó a buscarlo hasta que finalmente lo encontró parado del otro lado del salón.
— ¿Hermanito, por qué no estás en tu sitio? Ordené que pusieran una silla exclusiva para ti.
— Estoy bien aquí. No debes preocuparte por mí.
— Nos tomarán unas fotografías luego de la sorpresa que Aurorita tiene para mí. Ven… —pidió Isabella tomando una mano de Akins—
El chico no se movió
— Te digo que estoy bien aquí. No me gusta estar rodeado de mucha gente. Lo sabes.
— No estarás entre personas extrañas, Akins. En la mesa solo se encuentran, Gina, Michael y Ezra. No durará demasiado. Vamos…
— Me quedaré aquí. Vuelve con tu esposo y disfruta de tu fiesta. En cuánto Aurorita acabe su sorpresa, yo iré a mi casa a descansar.
Los ojos de Isabella se nublaron de lágrimas contra las cuales vanamente intentó luchar.
— ¿Es tanto el aborrecimiento que sientes hacia tu familia que ni siquiera en el día de mi boda puedes compartir con nosotros? ¿Estás aquí solo por Aurora? También yo soy tu hermana, Akins. Esta es la fiesta de mi boda y deseo que seas parte de este momento.
— ¿Por qué mejor no le pides a aquel fantasma que baje de su escondite para compartir contigo? Si tiene un poco de agallas, lo hará.
Un enorme peso en el corazón le impedía a Isabella continuar con aquella discusión. Podía desplomarse de tristeza en ese mismo momento, sin embargo sentía que no valdría la pena. Aquella actitud de su hermano no arruinaría su momento soñado. Hizo a un lado sus lágrimas decidiendo no decaer.
— ¿Todo bien, Isabella? —irrumpió acercándose Julius Tarantino— ¿Qué sucede? —prosiguió observando a Akins—
— Todo está bien. La novia solo se siente muy emocionada por su fiesta soñada. ¿Cierto, hermanita?
La novia al oído de su hermano se acercó y susurró.
— Nada está bien, pero todo será como quieras, Akins. ¿Sabes qué? Grábate en la cabeza que en toda esta historia el único fantasma en nuestras vidas eres tú. Nuestro padre volverá a tomar el lugar que le corresponde y tú no estarás ahí porque nunca exististe. No existes y nunca existirás. ¿Lo has entendido?
Hasta ese momento Akins pensaba que todo el odio que sentía por su padre no podría sentirlo por nadie más, sin embargo aquellas palabras de Isabella no solo sangraron las heridas de su corazón. Despertaron un desprecio tan grande hacia ella que parecía no tener comparación.
De intensidad bajaron todas las luces del gran salón, y supo Akins en esos instantes que solo una voz lograría detener la hemorragia de su corazón. Cuál si se tratase de un ángel caído de uno de los siete reinos de los cielos, una luz blanca en las escaleras la iluminaba.
Isabella observó a Aurora, radiante, pura y llena de luz. Luego devolvió la mirada en Akins. Los ojos de su hermano solo le pertenecían a ella, y en esos instantes fue consciente de lo que sentía. Una envidia maldita que a su alma le consumía y que su pequeña hermana no merecía.